En todas las sociedades existe un terror a la muerte y para intentar evadirla han concebido un “más allá”, afirmó el antropólogo y arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma al dictar la conferencia magistral “La muerte en el México prehispánico”, en la Escuela Judicial Electoral (EJE) del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
En el evento se contó con la presencia del magistrado de la Sala Superior Felipe de la Mata Pizaña, quien reconoció a Matos Moctezuma al mostrar una visión especial sobre este tema, el cual, dijo, “siempre tenemos que reflexionar como cultura, como país, como sociedad y también como individuos”. Agradeció su presencia y destacó la importancia de este ciclo de conferencias, que han sido muy productivas y de gran enseñanza para todas y todos.
Matos Moctezuma platicó sobre el pensamiento de la muerte y las prácticas mortuorias entre diversos pueblos, como los mexicas, mayas, zapotecas, mixtecas y otras culturas, a partir de la revisión de entierros encontrados en los diversos sitios arqueológicos, donde el miedo a morir y la búsqueda de trascender marcaron la visión de la muerte en la época prehispánica.
Detalló que en el México prehispánico la forma de morir de cada individuo determinaba el lugar al que se iba tras fallecer. A los guerreros se les enaltecía con la creencia de que estarían siempre acompañados por el sol.
Los que morían ahogados, por enfermedades húmedas o por un rayo provocado por las lluvias, iban al Tlalocan, donde habitaba Tláloc, el dios de la lluvia, el agua y la fertilidad; el Mictlán, destinado para los que perecían de otra forma, era considerado el inframundo y para llegar ahí se hacía un viaje de cuatro años por varios niveles y en el último, un perro les ayudaba a cruzar un río. Además, se creía que cuando los niños morían iban a un árbol nodriza con hojas que manaban leche para alimentarlos y permanecían ahí hasta que los dioses los destinaban para volver a nacer.
Matos Moctezuma se refirió al sincretismo que se vivió con la llegada de los españoles y la conquista en el siglo XVI, lo que significó un choque ideológico y una lucha para desterrar las antiguas ideas e implantar las cristianas. Sin embargo, nuestras tradiciones actuales, como los altares y ofrendas, son una clara muestra del resultado de una mezcla de culturas.