Por Edmundo Cázarez C.
-Tercera y última parte-
Foto Adrián Ponce
A sus 88 años de vida y no obstante que, debido a un añejo padecimiento neuronal, se encuentra postrada en una silla de ruedas por el resto de su vida, la Maestra Delfina Careaga Becerra, se ha convertido en una espectacular pianista de música clásica. Celosamente acompañada y hasta supervisada por su pequeña mascota, un hermoso perrito color blanco de la raza maltés, “el licenciado Salustio”, que al escuchar la primera nota musical que emana del teclado de un virtuoso piano que ha resistido el paso del tiempo, obedece fielmente lo que las manos mágicas de la Maestra Delfina Careaga le indiquen. Al producirse el primer sonido musical, de inmediato, su inseparable mascota comienza aullar para estar a tono con la música que entra por sus orejitas.
En esta tercera y última parte de la deliciosa conversación que concedió, la sobrina del famosísimo e inolvidable actor Joaquín Pardavé, señala que: “La música no cambia a la gente, pero, sí, amansa a las bestias” Al cuestionarle ¿Qué siente cuando toca su piano? Me dijo: “La música me ennoblece, es lo primero que se me ocurre responderle, a mis 88 años de edad. Cuando mis dedos oprimen cada tecla para sacar un sonido, mi alma se ennoblece y mi espíritu se enriquece” Ante ello, le pregunté: ¿Es malo ser viejo?, sin empacho, me respondió tácitamente: “Lo que la gente no ha podido entender, es que el ser humano es una pisca de tiempo… ¡y el tiempo no es nada!! Caminamos por una brecha llamada tiempo… ¡Ese es el verdadero ser que hay dentro de cada uno de nosotros, vamos, no tiene un número que determine una cierta edad, el cuero que nos reviste, es el único que se arruga por el paso de ese tiempo, y lo fantástico que tiene la música, es que no cambia a la gente, pero sí, amansa a las bestias”
Una mujer digna de admirarse, con una enorme inteligencia, lucidez y claridad en su pensamiento, quien remata: “La música y el arte, tienen la cualidad de crear una nueva vida, crear y fomentar sentimientos. Crean infinidad de emociones, pero, siempre, de la mano con la literatura”
– ¿Cuál es la magia de la música que cambia la vida de las personas?
-Es que, es otra la realidad, y no, lo que estamos viviendo en este México nuestro con tantas incoherencias y sin sentido de nuestros gobernantes. El arte crea mundos tan distintos a la aberración que tiene el hombre que se obsesiona por poseer el poder por el poder.
– ¿En dónde radica esa cualidad del arte que cambia mentalidades?
-La música y el arte, tienen la cualidad de crear una nueva vida, de crear y fomentar sentimientos. Crean infinidad de emociones, pero, siempre, de la mano con la literatura.
– ¿Cuáles son esas valiosas ramas que la vida ha logrado perdurar para la perfección del hombre?
-Indiscutiblemente que, en primerísimo lugar, la literatura. Luego, la música y como complemento, el cine.
– ¿La música domina a las bestias?
-Me pone a sufrir…
– ¿…Por qué?
-Porque hasta el día de hoy, no he podido preguntarle eso, cuando menos, a una de las tantas “bestias” que pululan por todas partes
-Bueno, para que no se enoje, ¿la música amansa a brutos?
-No, no lo creo…
– ¿Por qué…?
-Porque… ¡El que nace para tamal, del cielo le caen las hojas!!, así de fácil. Quizás, a las gentes agresivas y malvadas, como que les minimiza en algo sus impulsos
-Mejor cuénteme ¿Cómo nace su amor por su piano y quién la enseñó a tocar tan bonito?
-Empiezo a tocar, cuando un día, estaba mucho muy aburrida… ¡A mis ocho años de edad!!
– ¿Quién la enseñó?
-Estábamos comiendo, y de pronto, me dice mi mamá… ¡Se me había olvidado, a las cinco de la tarde, que tienes tu primera clase de piano!!
– ¿Así, de sopetón?
– “Así, tal cual, como se lo estoy contando” -Frotándose sus ojos con ambas manos, justo al momento en que aparecen lágrimas producidas por los recuerdos y con un nudo en la garganta, continúa con su relato- “No sabe cómo se lo sigo agradeciendo y sin que me preguntara ¿Te gusta el piano o te gusta la música? Te pregunto esto, porque a la niña que tengo en mi casa, no le gusta estudiar, ni tampoco, le gusta ir a la escuela…”
– ¿Qué le respondió a su mamá?
-Simplemente, le dije que todavía era una niña y no sabía bien, qué es lo que yo quería…
– ¿Le hubiera dicho que no quería ir a esas clases de piano?
-Probablemente, pero yo misma me hubiera perdido de toda esta inmensa alegría por la música y la literatura. Toda esta maravillosa vida que he logrado descubrir a través de la música.
– ¿En sus ratos de “ocio”, se da el lujo de escuchar otro tipo de música que no sea la clásica?
– ¡No!!, no obstante que mi tío, el grandioso Joaquín Pardavé, quien era hermano de mi mamá, hizo estupendas piezas musicales
– ¿Tuvo la oportunidad de conocerlo?
– ¡Si!!, conmigo, fue un señor toda ternura, es más, Joaquín Pardavé pudo conocer a mi hijo Víctor que nació en 1954 y mi tío Joaquín falleció en 1955. Mi hijo tenía 8 meses, me acuerdo que Joaquín lo cargaba, abrazaba y besaba mucho.
– ¿Qué sentía tener la suerte de contar con un tío tan famoso y toda una personalidad?
-Me sentí completamente apantallada, es que tenía, como usted lo acaba de decir, una tremenda personalidad, pero más que eso, me sentía muy afortunada que la mamá de Joaquín Pardavé… ¡era mi abuela y hasta mi mamá adoptiva!! Su mamá se llamó Delfina Arce Contreras, y por ella, es que me pusieron ese nombre
– ¿Cómo era doña Delfina Arce?
-Trabajó desde muy niña en la Compañía Infantil de Actores Mexicanos, al lado de la gran Esperanza Iris. Tiempo después, se dedicó a cantar zarzuela y se casa con un señor de apellido Pardavé, teniendo de hijos a Joaquín, Pepe y Julia. Por cierto, el papá de Joaquín Pardavé, resultó ser un verdadero sinvergüenza y vividor, hasta que su mamá, mi abuela, lo abandonó.
-Dicen que tenía un carácter de los mil demonios…
-No se equivocaron en calificarlo de tal manera
-Bueno, con usted, porque era su sobrina…
-Pero a mi tío Joaquín, mucha gente lo saludaba en la calle con mucho cariño y admiración, jamás vi que eso le molestara. Era un hombre muy simpático.
– ¿Y qué pasó con el papá de Joaquín Pardavé?
Resulta que toda la industria cinematográfica de esa época, eran hijos de ese señor Pardavé, nada más que, él, se oponía terminantemente que les pusieran el apellido Pardavé, nada más los apellidos de las mamás. Total, mi abuela se queda sola con los tres niños. Un día, llega de Andalucía, España, un jovencito de 17 años de edad y renta un cuarto, en una casa de huéspedes que estaba exactamente enfrente en donde ella vivía con sus tres hijos…
– ¡Órale!!… ¿Amor a primera vista?
-Ja, ja, ja, don Edmundo, usted parece sicólogo, se adelanta a todo…
-No, no soy sicólogo, sino que es completamente lógico lo que me está narrando…
-Bueno, pues sí, este joven se enamora perdidamente de ella…
– ¿Pero ¿quién era ese chamaco?… Me imagino que tenía nombre y apellidos…
-Un día, este intrépido chamaco, la aborda en la calle y le dice: “Perdóneme, pero la he seguido y aunque usted trabaje en el teatro, es usted una persona muy correcta que se esfuerza trabajando para sacar adelante a sus tres hijos, y yo… ¡no puedo con esta soledad en México!!…
– ¿Así de bote pronto?
-Ni más ni menos y todavía le dice: ¿Por qué no nos casamos hoy mismo?
-Vaya que aventado…
-Mi abuela tenia 27 años de edad y ya con tres hijos… ¡y sola!!, pero, él, tenía 17 años y sin ninguna profesión…
– ¿Este escuincle, venia en busca de una “mamá adoptiva” que lo mantuviera?
– ¡Exacto!!, y como mi abuela, que, la verdad, estaba medio “feíta” pero con un cuerpo muy bonito por el ejercicio que realizaba en el teatro bailando y dueña de una voz bellísima, a quien la bautizaron con el nombre de “el pequeño ruiseñor mexicano”, en honor a la también famosísima soprano Angélica Morales, que fue una espectacular cantante. A ésa, sí, -refiriéndome a Angélica Morales-, la conocieron muy bien en Europa y en todas partes, es por eso que le decían “El Ruiseñor Mexicano…”
-…Perdone que le interrumpa, pero, para mí, no hay mujeres feas y usted recalca que su abuela estaba muy dejada de la mano de Dios…
– ¡Es que es la verdad!!, al igual que mi tío Joaquín Pardavé, no era un señor que estuviera muy guapo, que digamos. Mi abuela era igual de fea que mi tío Joaquín. Déjeme contarle algo. Un día, mi tío Joaquín hace la película “Club de Señoritas”, allá por 1955 y se viste de mujer, haga de cuenta que yo estaba viendo la cara de mi abuela en las pantallas del cine
– ¿Pero ¿qué pasó con el chamaco con el que se casó?
-Era un hombre alto, guapísimo, de ojos azulea, su cabello era muy rubio y mi abuela estaba necesitada de alguien que le diera “calorcito y cariños” … ¡Y que se casan!!
-Es por eso que usted se apellida Careaga Becerra.
-A lo Mero Macho, Si era un vil “mantenido”, pero fue al principio porque no conocía México, pero, poco a poco, fue demostrando que sabía hacer muchas cosas. Cuidada a los tres niños, los protegía, los llevaba a la escuela. Tenia totalmente limpio y planchadito todo el vestuario de mi abuela para sus obras de teatro. La acompañaba a los ensayos, hasta en los teatros lo querían muchísimo por su forma de ser sencillo y educado. Si llegaba a faltar un carpintero, él, se prestaba de inmediato y hacia las cosas con rapidez y eficiencia. También se ocupaba de las luces del escenario y del teatro en general. Se convirtió en un hombre totalmente útil… ¡y se convirtió en mi papá!!
– ¿Qué no sabía hacer?
-Lo único malo, es que no sabía producir obras. Con el paso de los meses, embaraza a mi abuela/madre, y nace la segunda Delfina, así como mi tía Petra, que murió hace dos años… ¡a la edad de 104 años!!
– ¿Y Usted?
-No, yo fui la tercera Delfina.
– ¿Entonces… ¿Cómo fue la familia de los Careaga?
-Por parte de mi papá, a los Careaga… ¡les encantaba el teatro!!, en una casa en donde todavía yo no nacía, en la azotea, construyeron un pequeño teatro completito con su escenario, sus conchas para el apuntador, y en la parte baja, era para la orquesta. Un teatro chiquito, pero completito.
– ¿Qué obras presentaban ahí?
– ¡Puras zarzuelas!!, era la moda en ese tiempo y una fuente de trabajo. Déjeme decirle que, de ahí, salieron más de veinte matrimonios que se conocieron y formaron familias.
-Bueno, mejor cuénteme más de sus vivencias en ir al teatro Lírico y otros teatros…
-También me llevaban al majestuoso Palacio de Bellas Artes todos los domingos, junto con mis primas y mi tía, la que vivía conmigo y que me inculcó el amor por la música clásica.
-No le aburria ir a Bellas Artes a escuchar al Sinfónica Nacional?
– ¡No!!, al contrario, se me hacía muy divertido estar en las matinées de Bellas Artes para los niños, todos los domingos a las doce del día, porque la Sinfónica Nacional solamente tocaba los viernes en las noches y los domingos, de manera especial, para los niños. También tuve la oportunidad de admirar a la Filarmónica de la UNAM y esas fabulosas Óperas.
– ¿Una infancia muy inclinada hacia la cultura?
– ¡No había de otra!!
– ¿Cómo llega a su adolescencia?
– ¡No le digo!!, usted es quien marca el rumbo de la entrevista y no yo.
– ¿Le molesta?
– ¡No!!, al contrario, le agradezco mucho que me ayude a refrescar mi cansada memoria.
– ¿Me va a decir o no que sucedió con su adolescencia?
– ¡Pero no se enoje!! Ja, ja, ja. Bueno, a los 16 años, se me acaba toda esa fantasía…
– ¿Por qué?
-Porque ya, todo se transforma en un verdadero horror
– ¿Qué le sucedió?
-A partir de ese momento, todo se definiría por mi esfuerzo y mi trabajo. Todo era de aquí para allá y de allá para más allá -Repentinamente, la Maestra Delfina rompe en llanto y optamos por permitirle unos momentos para que se repusiera, las personas que la atienden, me piden que abrevie la duración de la entrevista y le colocan la mascarilla del oxígeno para tranquilizarla, al paso de unos minutos, me indican que puedo continuar-
-Maestra, ¿Qué siente cuando la gente le aplaude por sus conciertos que ha ofrecido?
-Déjeme decirle que es algo muy complejo para mí…
– ¡Ah, caray!!… ¿Cómo está eso?
-Porque, por un lado, siento un sincero agradecimiento, pero, por el otro… ¡me choca mucho!!
-No entiendo por qué le molesta…
-Es que me dan “ñáñaras” y verdadera vergüenza. Algo horrible para mí
– ¿Le incomoda que le reconozcan el talento que posee?
-Es que, para mí, es un placer hacer lo que me gusta. También me molestan los honores y todo eso. Me entregaron un Ariel de Plata por un guion que hice para una película por el mejor argumento del año. No sabe la vergüenza que pasé…
– ¿Por qué?
-Es que no sé qué puedo responderle…
– ¿Ya quiere que termine la entrevista?
– ¡No!!, sino que, primero, tengo que ir con un siquiatra
– ¿A lo Mero macho, le molestan que le reconozcan el esfuerzo que realiza con tanta maestría?
-Usted me pone a sufrir, porque sería una hipocresía de mi parte, decirle que no. La verdad, es que prefiero hacer cosas de manera muy discreta y permanecer en la sombra
– ¿No le parece que es un abuso de modestia de su parte?
-Es que me siento muy comprometida, y hasta pienso que me quitan mi libertad. Como que la mitad de lo que me dice, me gusta, pero la otra mitrad, me inquieta mucho porque ya no tendría privacidad, soy muy celosa de mi propio espacio.
-Pues déjeme decirle que me tiene impactado, me transmite mucha energía, la veo con sobrada lucidez…
– ¡Ah!!, pues muchas gracias, quizás, creo que me está haciendo muy bien los cuidados que me brindan, aquí en mi casa y hasta me dan vitalidad
– ¿Le tiene miedo a la muerte?
– ¡No!!, claro que no… ¡Para nada!!
-Entonces ¿A qué es lo que le tiene miedo?
-Vivir, eso sí que es peligroso, mientras que la muerte, permanece ahí paradita sola en una esquina y no le pasa nada.
-La muerte, nos acompaña a todas horas…
– ¡Exacto!!, vivir es la gran incógnita, porque no sabemos qué rayos nos pueda pasar en un par de minutos
– ¿Cuál es la música de Dios?
– ¡Tómala!!, no sea así conmigo…
– ¿Ahora qué?
-No sé nada de Dios, porque soy totalmente atea.
-Bueno, entonces dígame ¿Cuál es la música más bella aparte de la clásica que usted domina?
-Para mí, la música clásica es la mejor de todas, y no necesariamente, se tome como que estoy diciendo la última verdad del universo
– ¿Si escuchara salsa o reggaetón que haría?
– ¡Me aventaría por la ventana!!, ja, ja, ja
– Dentro de toda esa gama de música clásica, ¿cuál es la que más le satisface?
-La de Johann Sebastian Bach. Pero lo que más me emociona hasta las lágrimas, así lo escuche mil veces al día, es el Cuarto Movimiento de la Quinta Sinfonía de Mahler y hasta me enloquece…
– ¿La sabe tocar?
-No, y no me la sé, porque da la casualidad que no es para piano, sino que se ejecuta por medio de una orquesta pequeña, y fundamentalmente, con violín y arpa
– ¿Por qué, al común de la gente en general, a la música clásica le hace el “fuchi”?
-Por esa falta de cultura y un desconocimiento total de la música clásica.
– ¿De quién es la culpa?
-De la misma sociedad, una enorme falta de cultura
-A lo Mero Macho, ¿Somos un país inculto?
–Sí, y aunque nos duela reconocer, la verdad es que sí. Pero creo que se ha avanzado un poco. Pero antes de la cultura, lo que nos hace falta, es amar con todo el corazón esa identidad nacional. Saber quiénes somos y de dónde venimos
– ¿Con esa vertiginosa evolución tecnológica que ahora tienen las nuevas generaciones en sus manos, cree que ello se logre superar?
-Indiscutiblemente. El siguiente paso será ser mejores en todos los aspectos y llegar a un verdadero enriquecimiento social, ético y cultural
– ¿Por qué la gente se está muriendo de hambre?
-Por falta de cultura e ignorancia, porque no saben defender sus propios valores y logren tener un trabajo digno, pero también, que se acabe tanta y tanta corrupción que no nos deja avanzar como ese gran país que somos.
– ¿Cómo se podrá acabar con esa corrupción?
-Es tan sencillo… ¡Querer de verdad a la patria y sentirnos orgullosos del país que tenemos!! Todos, pero todos los políticos que hemos tenido, han son una bola de sinvergüenzas… ¡y dije todos!!, sin excluir a ninguno de ellos, hasta el “peje”
– ¿Qué nos hace falta como mexicanos?
-Querer a nuestra patria de verdad y no con estúpidas hipocresías. Es por eso que me chocan los aplausos, porque he visto, hasta el cansancio, que, a toda esa bola de políticos mentirosos, sean del partido que usted quiera y mande, dicen puras mentiras y la gente ignorante se muere por aplaudirles.
– ¿Nos hemos convertido en rehenes de nosotros mismos?
-Hay muchísima gente que sufre. Hay gente que lucha por encontrar un trabajo digno o simplemente, no lo tiene. Hay gente que está enferma y ni siquiera cuenta con servicios médicos necesarios.
– ¿Alguna vez imagino que México tendría una mujer presidenta?
– ¡Nunca!!
– ¿Y qué siente ahora que ya tenemos una mujer en la silla presidencial?
-La verdad, me siento muy contenta, y eso, que ya tengo 88 años de edad. Deseo de todo corazón que le vaya bien a doña Claudia… aunque no puedo pronunciar bien su apellido, porque soy malísima para los nombres extranjeros. No me importa que sea una mujer, porque estoy totalmente en contra de la exclusión de géneros.
– ¿Qué le pediría si tuviera la oportunidad de hablar con ella?
–Lo único que le pediría, es que sea una persona honorable. Repito, yo no soy feminista, aunque estoy totalmente del lado de las mujeres, pero no soy feminista. Quiero que sea una mujer honesta y que no se deje manipular por su antecesor. Que sepa rodearse de un equipo de colaboradores totalmente capaces y con pleno conocimiento de su encargo, pero más que nada, un verdadero espíritu nacional y que ame a su patria.
– ¿Somos mexicanos nada más cuando nos conviene?
– ¡Ese es el gran error!!, y de esos… ufff, pululan por las calles.
– ¿Patriotas o patrioteros?
-Duele decirlo, pero un sector grande del país son unos miserables patrioteros y se la viven como perros y gatos, con una muy lamentable pérdida de identidad
– ¿Quién tiene la culpa, el indio o quien lo hace compadre?
-El gobierno y ese putrefacto sistema político que nos ha reegido durante años y años. Eso, ha sido culpa de todos los presidentes, que han sido de lo peor
– De todos los presidentes que recuerde, ¿cuáles merecen su respeto?
-Desde luego, el general Lázaro Cárdenas, aunque tampoco es bueno ser tan bueno
-Maestra, me sorprende mucho escucharla hablar así…
– ¿De política?, pues soy una mujer que está todo el santo dia metida en su casa, además, me gusta estar informada.
– ¿Qué siente cuando está tocando su piano?
-La música me ennoblece, es lo primero que se me ocurre responderle. Cuando mis dedos oprimen cada tecla para sacar un sonido, mi alma se ennoblece y mi espíritu se enriquece.
– ¿Su música la revitaliza?
-La vieja que está sentada frente a usted, pertenece a una mujer de la tercera o cuarta edad. Lo que usted está viendo en mí, solamente es un vestido que cubre unos huesos ya traqueteados por el paso del tiempo, pero, muy adentro de mí, hay un ser interior que no tiene edad.
-Es malo ser viejo?
-Lo que la gente no ha podido entender, es que el ser humano es una pisca de tiempo… ¡y el tiempo no es nada!! Caminamos por una brecha llamada tiempo, ese es el verdadero ser que hay dentro de cada uno de nosotros, vamos, no tiene un número que determine una cierta edad, el cuero que nos reviste, es el único que se arruga por el paso de ese tiempo
-Entonces, ¿la música es lo que alimenta a ese ser interno?
– ¡Exacto!!, eso es lo fantástico que tiene la música, no cambia a la gente, pero sí, amansa a las bestias
-Maestra, muchísimas gracias por esta deliciosa conversación ¿desea usted agregar algo más?
-Quien debe dar las gracias soy yo, jamás, me imaginé tener frente a mí, a un extraordinario entrevistador que me llevó de la mano por toda la película de mi vida. Quizás, fue algo así, como un apasionante relato de Julio Cortázar, pero vivido en carne propia o los dos mejores libros de Juan Rulfo. Esta es su casa, por favor, le suplico, no quiero que sea la primera y la última vez que venga a esta su casa. Me siento tan agradecida por su presencia y su tiempo. Sus preguntas, cada una, fueron como gotas de un bálsamo que refrescó mi alma que hay muy dentro de ese ser que se llama Delfina Careaga.