Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Apenas hace 48 horas se anunció que el secretario de Seguridad Pública y Atención Ciudadana, Omar García Harfuch, será la cabeza de la nueva estrategia para frenar la violencia en México.
Hay dos lecturas:
1.- Con la responsabilidad asignada, se buscaría reducir la percepción de que la seguridad pública está militarizada y,
2.- Ante el anuncio, la violencia en diversos estados: Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Oaxaca, Chiapas, Guanajuato, Tamaulipas, Colima y Jalisco, aumentó y, despierta la sospecha: ¿es plan con maya para apaciguarla de golpe y porrazo’
Reducir el tufo que produce el traspaso de la Guardia Nacional a la Secretaría Defensa Nacional, es un reto de altos vuelos.
Sobre todo, porque en el primer mes del gobierno de la presidenta Sheinbaum, elementos de la GN y del Ejército han cometido masacres en respuesta a los ataques de que fueron víctimas en emboscadas. En una de ellas, cayeron sin vida 18 sicarios y ¡ningún militar!
Pareciera que la no-estrategia del quinquenio y 10 meses de la pasada administración, ha sido arrojada a la basura y la nueva muestra la libertad con la que pueden y deben actuar las fuerzas armadas federales. No se discute que repelen las agresiones y disparen para salvar sus vidas y someter a los criminales. Porque, hay que recalcarlo, los sicarios no tienen derechos humanos cuando en sus acciones demuestra no respetar los de los civiles, como ocurrió en el caso de la familia secuestrada en Guerrero y ejecutada. En aquella entidad en solamente en 48 horas fueron hallados 15 cuerpos, entre ellos, dos menores.
Respecto del anuncio que García Harfuch será el “súper policía” -¿una réplica de García Luna?- y “pacificará el país” con el uso de “inteligencia (¿artificial?) humana y profundas investigaciones, surgen dudas.
En el reciente pasado, la Guardia Nacional fue creada para ser ubicada en la Secretaría de Seguridad y de acuerdo con la Ley que le dio vida, estaría bajo el mando civil. Como era costumbre del que ¿se fue?, torció la legalidad y designó como comandante a un general “retirado” que finalizó el sexenio como subsecretario de Seguridad y borro de todo mando a la hoy secretaria de Gobernación. ¿Estará arrepentido de su soberbia?
Poco después, al fracasar la intentona de modificar la Constitución para que la GN pasara por mandado y no de facto a las órdenes de la Sedena, lo hizo por decreto y las impugnaciones no se hicieron y la Corte regresó legalmente al nuevo instituto armado a la SSPC.
Con la reforma de septiembre pasado, el organismo fue transferido a la Sedena de manera legal y el que sería y es ahora, el titular de la Secretaría de Seguridad, se quedó sin fuerzas armadas y por ello anunció que el trabajo sería de investigación y mucha inteligencia.
Al hacerse pública su responsabilidad de ser cabeza de la estrategia para combatir la criminalidad y pacificar el país, los integrantes de la decena de cárteles que están aprovechando la guerra de los dos grandes, lo ponen a prueba con acciones que van desde secuestros, ejecuciones y descabezados.
Es el reto de los “peques” que, por ser así, muestran extrema violencia para hacerse notar.
Los gobernadores de las entidades en donde la violencia que nunca se ha ido y ajora se ha recrudecido con baños de sangre, afirman que las informaciones son falsas y que se trata de una campaña de los perversos periodistas manipulados por los conservadores.
Los datos de los homicidios dolosos provienen del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entidad que recopila la información de todas las fiscalías de los 32 estados y no reportan todos los casos y cambian la tipificación de los delitos.
Colofón: señor súper policía, no haga pública las acciones que emprenderá… desarrollarlas en secreto, darán resultado. De lo contrario, será el aviso para que los criminales pongan pies de polvorosa.
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