El amor adolescente

Scott Spencer. Amor sin fin. Ed. Muñeca Infinita. Barcelona, 2023.  568 páginas.

Ahora había una muerte entre nosotros y cuatro años de separación, había amantes y tribunales y hospitales y cartas sin mandar y diez mil horas de terror y de duda, pero no es que fuéramos menos por eso, solo menos felices.

Por DAVID MARKLIMO

¿Qué es el amor? ¿Cuándo es válido? ¿Cuán diferente es el amor del deseo? ¿Qué importancia tiene en la vida? ¿Qué dice el amor sobre su objeto y sobre nosotros mismos?  ¿Cuánto te marca y cuánto te cambia? Son todas preguntas que, en algún momento, todos nos hacemos, y todos intentamos responder. Evidentemente, la literatura está llena de estas preguntas y de infinidad de respuestas. Porque también es cierto que no existe una única respuesta: trata de razonar al amor y perderás la razón.

No es una frase hueca. Es lo que tiene Amor sin fin, de Scott Spencer, que nos muestra el amor como una locura, como un sentimiento intenso, ardiente. Por decir algo, la novela trata de dos familias de los años sesenta, los Axelrod, judíos y miembros del Partido Comunista de Estados Unidos, y los Butterfield, típica clase media acomodada de mentalidad liberal. Los respectivos hijos de esas familias, David y Jade, interpretan una apasionante historia de amor.

Estamos ante una novela romántica, pero no al uso. Es la antítesis, de hecho, de lo que podríamos calificar como novela rosa juvenil, porque es, en sí misma, el relato de una mente enferma, o lo que es lo mismo, enamorada. El amor, según esta novela, es fuego, enfermedad y fantasía. Es obsesivo, compulsivo, destructivo, provocador de sucesos delirantes que obedecen a la lógica de la pasión.  Todo el argumento trata del deseo de David de recuperar a su amada Jade, que aparece más bien poco. Quizá estemos una versión pervertida del relato de amor cortés medieval, un objeto de deseo idealizado. David queda retratado rápidamente: gran mentiroso con una conciencia de culpa ante sus padres, ante los Butterfield, ante sí mismo … pero todo ello no afecta a la propia Jade en la medida en que cree que su amor es indestructible.

Queda retratado el momento en que se produce el amor. Esos amores tan absolutos, esa angustia juvenil, esas búsquedas desesperadas, no suenan igual a los 20-25 años que a los 45. Cuestión del tiempo, quizá. Cuestión también de que el amor puede ser entendido una tragicomedia. la obsesión que David siente hacia Jade ocasionan consecuencias negativas que parecieran no amedrentar el tiempo, sino más bien, todo lo contrario. En ese sentido, la novela cuestiona los límites del amor y la naturaleza de la obsesión en las relaciones amorosas.

Sin embargo, hay mucho que destacar de este historia. No sólo por la evolución de David sino también por el tratamiento que el autor concede a sus emociones. Los personajes secundarios son mostrados en toda su complejidad y son fundamentales para el desarrollo de la historia. No se puede entender la novela sin ellos, puesto que presentan diálogos, ágiles y creíbles. Mención especial merece la crónica de los padres de estos y la brecha abierta entre ellos y sus hijos. ¿Qué sería de una historia de amor (Romeo y Julieta, Popocatépetl e Iztaccíhuatl) sin el rechazo de los padres? Spencer consigue que cada una de estas historias paralelas exista como un ente autónomo y que, de algún modo, defina y contribuya al carácter de los protagonistas.

Amor sin fin se publicó originalmente en 1979, pero es recién ahora que se ha traducido al español. Es un llamado irrefutable a sumergirse en una experiencia literaria que perdurará en  el corazón del lector aún mucho después de cerrar sus páginas. La intensidad emocional y la obsesión romántica convergen en una historia cautivadora, que posee uno de los finales verdaderamente románticos y hermosos que se leerán en mucho mucho tiempo.

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