Gobierno Rico y Pueblo Rico

 

*Los Gobiernos Ricos son los que Tienen una 

Política Impositiva Eficiente y Eficaz

*Un Gobierno Pobre Tiene un Pueblo Pobre;

Servicios de Salud Educación, Deficientes

*Con Servidores Honestos y Capaces, Hasta

la Austeridad Republicana Funcionaría

 

POR EZEQUIEL GAYTÁN 

 

La presidenta Claudia Sheinbaum interpreta la expresión juarista “no a un gobierno rico con pueblo pobre” de la siguiente manera: “un gobernante debe de vivir en la justa medianía, sin lujos, parafernalias o privilegios y que el gobierno no debe ser una carga para el pueblo”. Con lo cual nadie en su sano juicio difiere. Empero, considero que la redacción, en su caso, debe de ser “no a gobernantes ricos con pueblo pobre”. La diferencia no es de matiz. Es más compleja y profunda. De entrada, hablar del gobierno mexicano se refiere a los tres poderes de la Unión (legislativo, ejecutivo y judicial) y a los tres órdenes de gobierno (Federal, estatal y municipal). De ahí que gobierno y gobernantes no es lo mismo.

 

Las atribuciones (derechos y responsabilidades) de las personas servidoras públicas están contenidas en el Título cuarto de nuestra Constitución Política, de los artículos 108 al 114. Además de que las rige el Derecho Administrativo y de que están, de entrada, sujetas a la Ley General de Responsabilidades Administrativas y a la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos. Por lo mismo, se despliegan cantidades de reglamentos y normas que acotan a los trabajadores al servicio del Estado a sólo hacer aquello que expresamente les está permitido, mientras que el resto de la sociedad puede hacer todo aquello que no le está expresamente prohibido.

 

Por lo anterior, coincido con la presidenta Sheinbaum en que no debe permitirse corrupción e impunidad. Pero ese compromiso es de ella y a ella corresponde diseñar la ingeniería institucional a fin de que el flagelo de la corrupción se extinga de la Administración pública.

 

No obstante, si tengo un punto de divergencia con la primera mandataria. Soy de la idea de que nos conviene un gobierno rico con personas servidoras públicas honestas, honradas, capacitadas y con habilidades profesionales que les permitan trabajar con eficiencia, eficacia y congruencia. Mi tesis es que lo que nos conviene es un gobierno rico que sepa aplicar criterios de planeación, presupuestación, dirección, control y evaluación. En efecto, que sepa ser austero, pero no mezquino, que sepa distinguir lo estratégico de lo prioritario, que distinga lo urgente de lo necesario y que sea de resultados con la calidad requerida, en la cantidad necesaria y con la oportunidad precisa. 

 

Un gobierno rico tiene mayores y mejores oportunidades de distribuir la riqueza, no tiene que preocuparse por el pago del servicio de la deuda externa. Amplía sus expectativas de fortalecer el federalismo, mejorar en la prestación de los servicios de salud, educativos y laborales. También tiene la posibilidad de impulsar la ciencia y la tecnología, la cultura, la recreación y el deporte. Más aun, los gobiernos ricos pueden y deben impulsar el servicio profesional de carrera, ya que así invierte en sus cuadros y evita despilfarros al nombrar a personas servidoras públicas improvisadas, cuya curva de aprendizaje le tomará, en el mejor de los casos, un año.

 

Si existe un gobierno rico responsable y profesional, existirá un pueblo rico. Si existe un gobierno rico con personas servidoras públicas deshonestas, existirá un pueblo pobre y resentido. Si existe un gobierno pobre, existirá un pueblo pobre y endeudado. Si existe un gobierno pobre con pueblo rico es un absurdo. 

 

Los gobiernos ricos son los que tiene una política impositiva eficiente y eficaz. Los que saben priorizar y distinguir gasto social de inversión social. Son los que aplican el Estado de Derecho y lo derivan en Estado Social de Derecho. Lo hacen porque pueden hacerlo y pueden hacerlo porque son ricos. Más aún, un gobierno rico sabe ser austero y así se amplían sus márgenes de maniobrabilidad.

 

Condeno al gobierno de personas servidoras públicas enriquecidas mediante el perverso tráfico de influencias, de la opacidad, de la discrecionalidad rampante, del solapamiento de contubernios por ser del mismo parido político, de la asignación de compras directas al darle la vuelta a las licitaciones públicas.   

 

Un buen gobierno es aquel que fortalece la vida institucional, que sirve a su sociedad sin distingos de partido político. Es aquel que escucha a la oposición y se esfuerza por comprender el punto de vista de las minorías. Es de resultados y de construcción a largo plazo. Un gobierno rico tiene más y mejores posibilidades de tener un pueblo rico. 

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