Yo Campesino
•Ojalá cumpla sus buenos deseos el próximo gobierno, no le creo
Miguel A. Rocha Valencia
A punto de las lágrimas por la emoción de escuchar por voz de la nueva presidenta el país en que estamos y nos espera, dudé acerca de mis recientes comentarios acerca de las crisis en que se debate México especialmente en materia de inseguridad, salud, educación, economía y social.
Pero la verdad es que con la esperanza de que el ¿cambio? traiga su torta bajo el brazo abrí una ventana para desear una vez más que le vaya bien a la científica que habrá de ¿Gobernarnos? Durante los próximos años con todo y que para ella y la caja de aplausos en que se convirtió San Lázaro todo está de maravilla y vivimos en un país ajeno al que conozco.
Luego de rendir pleitesía a su máster en varias ocasiones y aceptarlo como “presidente”, la mandataria constitucional nos recetó una lista que borró todo lo que antes hizo mal el neoliberalismo y se compuso en el sexenio que terminó ayer a las cero horas y de hoy en adelante todo será luminoso con un crecimiento extraordinario, justicia y paz social, reparto de la riqueza, obras de gran utilidad generadoras de desarrollo y autosuficiencia no sólo en energía sino en alimentación, con salarios tan altos que superen las pobrezas y carencias del pueblo.
Pero lo mejor de todo es que ya se hizo la justicia social, se caerán de golpe los delitos de alto impacto empezando por los homicidios y tendremos la anhelada paz que rompió el rufiancete de Felipe Calderón y su guerra contra el crimen. Lo curioso es que primero nos dijo que todo estaba de lujo y después que hay que atacar la inseguridad con cuatro ejes, especialmente con el combate a las causas y trabajo de inteligencia.
De hecho, en su discurso la jefa del Ejecutivo (a) se quitó todos los pretextos habidos y por haber para que su éxito o fracaso sea exclusivamente responsabilidad de ella y su equipo, claro incluyendo a los garbanceros del poder Legislativo que con las manos hinchadas no dejaron de aplaudir en tanto que con enronquecida voz vitoreaban al que dice que se va a la que se queda.
Las propuestas y compromisos rivalizaron con los de hace seis años, pero ahora en mejores condiciones dado que de acuerdo con el dicho de la presidenta, hoy ya se superaron muchos de los escoyos de antes, así como la corrupción generada por el neoliberalismo empobrecedor del pueblo con todo y las obras e instituciones creadas en ese período.
Desde el punto de vista retórico todo está bien, son metas ambiciosas que nos llevarán a no ser ya la doceava economía del mundo sino proyectarnos más allá de lo imaginable al menos por este servidor superando márgenes de desigualdad y pobreza, endeudamiento y afectaciones al medio ambiente.
El problema es con que se van a construir tantos trenes de pasajeros de altas especificaciones que los haga baratos y rentables, cómo se alcanzará la autonomía alimentaria o al menos en maíz cuando se importan 19 millones de toneladas y con qué lana se van a abrir 300 mil espacios de calidad en universidades públicas.
Mejor aún, quisiera ver cómo nos catapultamos como potencia en investigación y desarrollo tecnológico, con qué se van a reconvertir los niveles de contaminación en la generación de energía y sostener ese 54 por ciento del sector público y el 46 del privado.
Y en seguida escuchamos las palabras relacionadas a la reforma al poder Judicial para erradicar una corrupción que nos cuentan, pero no nos prueban, como ocurrió en el obradorato donde nadie fue a la cárcel a pesar de las ofertas y amenazas del peje.
Ojalá todo se dé, que los propósitos de la presidenta se cumplan para y por el bien de todos porque de otra suerte viviremos otra película de largo metraje de una fantasía contada todas las mañanas desde palacio Nacional.
Porque bajo la “sombra del caudillo”, no creemos que suceda, uno de los signos más flagrantes que se dieron en la ceremonia de toma de protesta, fue la indiferencia hacia la oposición política y la ausencia de ese llamado a la unidad y concordia. Pareció que la pupila del todopoderoso se dirigió sólo a su grey y los demás, no existimos, no contamos.
Pero que conste, no hay pretextos, lo de ayer fue una declaratoria formal y pública de que si se fracasa será culpa de la 4T, ya no habrá a quien responsabilizar.