Shane Stevens. Ciudad Muerta… Sajalín editores, Barcelona, España, 2023. 443 páginas
DAVID MARKLIMO
Suele suceder que un libro se publica en vida de su autor sin pena ni gloria. Mucho tiempo después, cuando este ya ha fallecido, la obra adquiera una categoría superior, fama y fortuna. Es mas o menos lo que ha sucedido con Ciudad Muerta, obra de Shane Stevens, un novelista estadounidense ya fallecido que no tuvo su reconocimiento en vida. La obra se publicó originalmente en 1973, pero es recién ahora que ha tenido éxito y que, por tanto, se ha traducido al español.
Por decir lo menos de Ciudad Muerta, diríamos que es un antecedente a Los Soprano. Una novela sobre la mafia, pues. Así, este género negro está en la misma línea que Gomorra, de Roberto Saviano; de Cosa Nostra, de John Dickie; de los dos volúmenes de Crónicas de la Mafia, de Íñigo Domínguez; del Honrarás a tu Padre, de Gay Talese y, por supuesto, de El Padrino, de Mario Puzo. No son palabras mayores, pues la novela de Stevens está a la altura.
A grandes rasgos cuenta la historia de dos bandas rivales, lideradas por Joe Zucco y Alexis Machine, que se disputan el control de las actividades ilícitas de Nueva Jersey. Por debajo de estos dos, hay todo un desfile de personajes, algunos de ellos entrañables, otros dispuestos a todo y alguno que mete la pata y sabe que le quedan ya pocos segundos de vida. Aparecen secundarios como Charley Flowers, que vio truncadas sus aspiraciones tras un par de errores, o Harry Strega, joven veterano de Vietnam que ahora lucha para abrirse camino en el mundo del crimen.
En este contexto se define el submundo criminal de New Jersey. Podría decirse que una novela de investigación, aparecen los ritos, con idas y venidas, criminales aún más fieros y valientes, pero con pocas aspiraciones y ganas de sobrevivir. Quizá sea la parte más interesante. Ciudad Muerta tiene una fiel descripción de las jerarquías, un seguimiento en paralelo de las vidas de estas bandas, con sus parecidos al mundo de la empresa. En la mafia, los integrantes, soldados, son puestos a prueba para evaluar su fiabilidad y su capacidad de progresar y hacer crecer a la organización. ¿Cómo puede una organización criminal, carente de mecanismos legales de resolución de disputas, funcionar de manera eficiente? A través del establecimiento de estas reglas organizacionales. En realidad, el éxito de la mafia radica en el control de la conducta de los individuos. ¿Por qué? En primer lugar, porque en el mundo criminal no se puede confiar en una corte judicial que medie en cualquier tipo de problema. En segundo lugar, porque la cooperación en las organizaciones criminales es necesaria para alcanzar los intereses, normalmente económicos. Es, como también se dice del narcotráfico, la prueba de que el capitalismo funciona.
Aparecen traficantes de droga, prostitutas, matones de tres al cuarto, tipos que son capaces de vender a su madre por algo de dinero o maníacos sexuales que caen en la más mínima trampa si hay una menor guapa de por medio. Hay golpes entre las bandas, trampas, ajustes de cuentas, cambios de bando, sombríos personajes dedicados a hacer desaparecer cuerpos, todo en los escenarios habituales –bares, callejones, negocios que lavan dinero, prostíbulos –, con la constante presencia de diálogos intensos y llenos de credibilidad. También está lo que lo envuelve todo: la crueldad humana, a veces fortuita y gratuita.
Es una novela cruda y descarnada, plagada de diálogos brutales y de escenas tremendas. La obra tiene un ritmo poderoso y con una gran atracción, como si fuese una de las sustancias que venden en las calles. Hay quien dice que es un retrato de los bajos fondos de Nueva Jersey en los años setenta, donde más vale no encariñarse con nadie. Pero va más allá de la geografía y es una obra sobre el lado siniestro de la violencia, aquella que llevamos dentro.
Una novela cuyo disfrute es incuestionable.