POR ULISES CORONA*
Las despedidas son siempre gratas de haber sabido estar en el lugar deseado, de haber disfrutado el tiempo estado y con ello lo alcanzado. Saber llegar no siempre primero, sino lograr con ello la meta y culminar un camino.
El estar en un contexto sabe bien cuando el esfuerzo es compartido y los logros son bien recibidos por quienes eran o son objetivo de estos logros, incluso reconocidos en aplausos o simple legitimidad.
El sabor del poder es adictivo, sus mieles lo he señalado, tienen efectos cual dopamina que domina en uno y ciega sin reconocerse en el espejo, cuál era la meta y olvidar también cuál era el tiempo de estadía en ese lugar.
Me voy, me voy: es referente a quien se despide muchas veces, es coincidencia con quien no se quiere ir, para que irme si aquí estamos bien, si aquí es confortable el aplauso, y me dimensionan y me trasmutan por querer se igual.
Mejor me quedo, el ejercicio del poder no tiene limitaciones ni tampoco límites de espacio y tiempo; el poder se ha ejercido desde los inicios de la humanidad en la primera actuación de fuerza, y después de ello, como se vio que se podía, se desarrolló en diversas formas y estilos. “Porque puedo quiero, lo hago porque poder quiero”.
Así lo justifican quienes a lo largo de la historia se han mantenido en el poder y dejando que su presencia se manifieste en todas formas de ejercicio y control, no hay legado sólo relevo, la herencia es continuidad.
¿Por qué no sabemos terminar los ciclos?
-El sentimiento de salida a veces se confunde con el de huida.
-Por no querer dejar lo logrado por el tiempo y lo alcanzado.
-Por no tener a quién dar relevo.
-El miedo a la soledad del día de inicio de haber dejado el poder.
-Por saberse haber ejercido el poder, y dudar si esto dará la gloria.
-Por saber que habrá enemigos que escondidos estaban y ahora saldrán a la luz.
-Porque del árbol caído (aunque así no sea) todos querrán hacer leña.
-Porque hay quien supone que no hay lealtades eternas.
Mejor me quedo y continúo sabiendo que el poder en su ejercicio eterniza voluntades, soy querido mientras exista argumento (cualquiera que este sea) o presupuesto para el sostenimiento.
La visión de ciclos concluidos tiene enormes satisfacciones, saberse triunfador de lo logrado, de haber participado, de estar cediendo voluntades, proyectos, tareas, soberanías, presupuestos y la responsabilidad de salir airosos.
Que sean los hechos quienes hagan juicio del trabajo desempeñado e irnos con el orgullo y corazón limpio y altivo. Tarea no fácil que solo los grandes estadistas hombres y mujeres logran con la fortaleza de conciencia y carácter formado en todas las batallas desempañadas mientras duró el cargo, mientras me dieron el encargo.
Nos preparamos en llegar cada día que en nuestras vidas nos esforzamos en lograr la meta, y de quienes en camino saben que no llegamos solos, en el ejercicio del triunfo están todos, incluso quienes no fueron invitados.
Son muchos quienes nos alientan a llegar, pero no dicen nada del día después de dejarlo todo, y no, no estarán ellos, no estará nadie. Me voy, me voy, no… mejor me quedo.
Académico universitario*