De Crimen Organizado a Crimen Autorizado

 

*A Petición de EU, en 1946 Inició la

Siembra de Amapola y Mariguana

*Las Equivocaciones de Calderón y 

Fox, Parte del Crecimiento Criminal

*Sus Integrantes Gozan de Impunidad

y Ejercen su Poder Letal y Económico

 

POR EZEQUIEL GAYTÁN 

 

El crimen organizado se caracteriza por distintos elementos, entre lo que destaco: se compone de tres o más personas, actúa fuera de la ley, sus acciones son sistemáticas y abarcan tráfico de drogas y de armas, trata de personas, secuestros, asesinatos y extorsión entre otros delitos. Su organización está claramente estructurada, evoluciona en la medida en que ensancha sus fechorías y gana territorios, abiertamente desafía a las autoridades mediante amenazas o sobornos, recurre a sistemas empresariales, es brutalmente violento y su poder es económico, social e incluso político pues llega a orientar el sentido de las decisiones gubernamentales a su favor. 

 

La capacidad organizativa del crimen organizado tiene, además, claramente identificadas dos debilidades. Por un lado, la certeza de que tarde o temprano la traición aparecerá entre algunos de sus miembros y, la segunda, que la vida de sus integrantes es relativamente corta y está marcada a morir violentamente. Consecuentemente sus integrantes actúan sospechosamente, derrochan sus ganancias en lujos y psicológicamente los domina la desconfianza, así como su banalidad acerca del mal. 

 

Por lo anterior, en la medida en que esas bandas crecen y se fortalecen, tienen un equipo de abogados competentes, muy bien pagados y capaces de negociar políticamente con las autoridades federales, estatales y municipales. De ahí que su poder económico, de capacidad de fuego y de fijar criterios generales de actuación con esas autoridades les otorga cierta impunidad y espacios de maniobrabilidad operativa. 

 

Por su parte, los gobiernos mexicanos, desde Manel Ávila Camacho (1940-1946) – quien se vio obligado a aceptar la petición norteamericana de que en territorio mexicano se sembraran amapola y mariguana a fin de que esas drogas les sirvieran a sus soldados en la segunda guerra mundial – han definido distintas estrategias de confrontación y “colaboración” con los diversos grupos delincuenciales. En lo general, prácticamente todo el siglo XX fue una política de “negociación”, control y trasiego de drogas. Situación que cambió durante la gestión de Vicente Fox que se negó a entenderse con esos grupos y permitió su crecimiento. Situación que se agudizó con Felipe Calderón, quien decidió confrontarlos con toda la fuerza del Estado. Empero se le acabó el tiempo y los cárteles delincuenciales paradójicamente acabaron fortalecidos. Por eso la política de Enrique Peña Nieto fue acabar con los cabecillas de las grandes mafias y así atomizar a los grupos. Su estrategia fue la de seguir el modelo norteamericano que no tiene grandes mafias, sino células mafiosas por ciudad y así tener el control de las mismas. Sin embargo, las estructuras familiares y sociales de las bandas criminales mexicanas son diferentes a las norteamericanas y esa estrategia falló.

 

Hoy tenemos, al final de la gestión del presidente López Obrador, que su táctica fue la de “abrazos y no balazos”, pues su intención era la de fortalecer la política social y así evitar el reclutamiento de jóvenes al sendero de la criminalidad, pero fue una política social asistencialista, paternalista, proclive a Morena y sin oportunidades laborales. Por lo que también fracasó esa forma de combate al crimen organizado. Más aún, la decisión de no confrontar y regresar a la negociación con los cárteles lo desbordó y hemos pasado del crimen organizado al crimen autorizado. 

 

El crimen hoy goza de impunidad y amplios márgenes de operación debido a que los delincuentes saben que no serán perseguidos por las autoridades, que gozan del silencio cínico de las fiscalías y que su capacidad de fuego es altamente poderosa y eficaz.  Saben que al presidente le gusta hablar de ellos por sus nombres y no por sus apodos, que se refiere a ellos con respeto, pues en su discurso ante la guarda nacional del 16 de febrero del 2020 en Jalisco  sostuvo “los delincuentes son seres humanos y merecen nuestro respeto” lo cual tiene varias interpretaciones, una de ellas, es que se les combatirá con apego a la ley y el respeto a los Derechos Humanos, otra es que no se les combatirá pues teme ser comparado con la gestión de Felipe Calderón.  

 

En pocas palabras, es tanto su odio al panismo que se fue al otro extremo y dada su actitud pusilánime en materia de combate frontal a la delincuencia, hoy la voz popular ya hace la broma de que con Obrador se pasó del crimen organizado al crimen autorizado.

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