Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Habrá que reconocer, le guste o no a Caty, que todavía hay organismos públicos que saben entender la voluntad popular.
A diferencia de los magistrados -uno de ellos, el presidente es interino- del Tribunal Electoral de la Ciudad de México, los titulares de la Sala Regional del TEPJF en la capital del país, diseccionaron los elementos probatorios por ejercer violencia política de género contra Catalina Monreal, eran infundados.
Por ello, unánimemente los magistrados Luis Enrique Rivero Carrera, María Silva Rojas y José Luis Ceballos Daza, avalaron el proyecto que revoca la nulidad de la elección, pues las declaraciones hechas por Rojo de la Vega fueron apegadas a la libertad de expresión, además de que “no se visualiza contenido discriminador por el hecho de ser mujer”.
La sentencia, que no es la última porque aún falta la de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, generó dos rostros: el de la irritación y coraje de Caty -así se le conoce entre la familia- y el de la alegría, la satisfacción de tener la razón, de Alessandra Rojo de la Vega.
¿Avalarán los integrantes de la Sala Superior la sentencia?
Es el segundo revés que la Sala Regional otorga a Caty. El primero, después de que el TECDMX ordenó el recuento de los votos en 70 por ciento de los paquetes electorales correspondientes a los comicios del 2 de junio para elegir titular de la Alcaldía Cuauhtémoc y esta que ordenada por los magistrados capitalinos “declaró la nulidad de la elección”.
De haber prosperado la impugnación de Caty, habría surgido la necesidad de nuevas elecciones.
Conocido el veredicto, la competidora derrotada anunció que irá a la última instancia, la Sala Superior del TEPJF y con ello trata de que el fallo se revierta y la convierta en alcaldesa.
Es la clásica forma de ganar en la mesa lo que otorgó el ciudadano en las urnas.
Qué bueno que existan las instancias para que cada quien, afectado o beneficiado, acuda a ellas y entienda, parece ser que Caty no lo hace, que la autoridad electoral no está para satisfacer caprichos o presiones sino para aplicar la ley.
Cómo estarán las cosas que hasta el huésped temporal de Palacio Nacional -faltan 11 días para evacuar el virreinal inmueble- pidió en una de sus mañaneras a los magistrados de la Sala Superior actuar conforme a derecho.
Eso hicieron y no por obediencia al personaje sino por la responsabilidad que les confiere la Constitución.
En política se tiene que aprender que los resultados solamente son dos: hay un ganador y un perdedor y en ocasiones dos perdedores cuando se anula una elección.
No hay hacia dónde hacerse.
Sin embargo, todo indica que en Morena está la instrucción de “ganar los carros completos” aunque sus vehículos humanos estén descontinuados. Otro ejemplo claro es la serie de impugnaciones conducidas por Mario Delgado por el triunfo de Pablo Lemus en la elección para renovar gobernador en Jalisco.
Agotó todas las instancias para ganar en la mesa lo que perdió en las urnas.
Seguramente que Ricardo Monreal honrará su palabra y dirá públicamente, como lo ha hecho ya, que él no se mete en los asuntos de su hija, porque ella ya sabe qué debe hacer y, por tanto, reconocerá la decisión de la magistrada y los dos magistrados de la Sala Regional.
Doña Caty debe aprender del presidente López: perdió en dos ocasiones la elección presidencial y porfió hasta ganarla en la tercera participación. López tenía 64 años y 7 meses cuando triunfo. Doña Caty tiene 48 así que tiene larga vida por delante para llegar a ser alcaldesa de la Cuauhtémoc.
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