La Podredumbre en los Partidos Políticos

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

Una de las críticas mejor formuladas a nivel internacional, y que viene de décadas atrás, es que en buena parte del llamado mundo occidental y de las buenas costumbres (sic), lo que priva es una democracia formal que cada vez menos toma en cuenta las necesidades de la gente y en cambio privilegia en grado sumo la agenda y los intereses de las élites incrustadas en los partidos políticos, que además se eternizan en las dirigencias. Ello sucede en los Estados Unidos, Francia y en México como el PRI de Moreno, el panismo alrededor de Romero y todo el resto del arcoíris partidista incluyendo MORENA; aunque aquí podría argumentarse que como ganaron de calle las elecciones (porque en cualquier caso electoral 51% contra 49% es mayoría) no tendrían necesidad de hacer cambios en su dirigencia dado que les funcionó electoralmente.

Mi acérrima crítica a la manera cómo funcionan los partidos políticos en México y en particular a sus miembros más conocidos, muchos de ellos esencialmente corruptibles y corrompidos, viene del fin de sexenio de Vicente Fox. La campaña del 2006 marcó en tiempos de transición partidista, que no en la instalación de un genuino proceso que llevara a México a ser una democracia plena, repito marcó, formas en el quehacer cotidiano de los partidos políticos y su materialización en los distintos niveles de gobierno, que definían y caracterizaban las formas más corruptas de una administración que de republicano y democrático tenían solo el nombre y la etiqueta de coloratura del partido, pero en la realidad su actuación era muy parecida a la de los gobiernos más autoritarios como el de Calles, Alemán,  Salinas de Gortari y López Obrador.

Hoy toda la comentocracia mexicana se rasga las vestiduras y más pronto que tarde tendrá malestares hepáticos, por el voto a favor de la reforma judicial realizada por el senador Yunes. ¿Pues qué esperaban, si ya saben cómo soy? hubiera coreado Alito Moreno. Los culpables constituyen la corrupta dirigencia partidista al interior del PAN que, con la idea de completar cuotas, pagar favores o simple miopía arropó a Yunes, que todos sabían de lo que estaba hecho. E igualmente culpable es el espíritu faccioso de la ciudadanía panista que votó por un corrupto. No le echen la culpa al gobierno, éste maniobró como sabe hacerlo y encontró el nicho de individuos con pasados muy oscuros, como también sucedió con el senador campechano de Movimiento Ciudadano o le hubiera pasado a Corral, senador de MORENA de no haber sido rescatado justo a tiempo, de las garras de una gobernadora que, por su complicidad con el pasado priista de Duarte, la convierte en otro alfil de la sucia guerra partidista.

Como digo, y lo repito: la corrupción alrededor de todo el accionar de los partidos políticos define su actuación cotidiana. Y ELLO NO SON PROCEDIMIENTOS DEMOCRÁTICOS QUE LLEVEN A LA INSTALACIÓN DE UNA GENUINA DEMOCRACIA EN MÉXICO. ¡¡Que no me salgan con baños de pureza!!   

Como lo escribí hace dos semanas aquí en Misión Política, todo lo que la ciudadanía mexicana ha vivido y padecido en este proceso electoral que terminó en el 2024, pero que viene y se inicia con la sucesión adelantada  de los candidatos a la presidencia hace dos años, maniobra llevada a cabo por el presidente López Obrador no la aguanta otra vez el país y tampoco sería sano que se volviera a repetir. Menos puede ser calificada de elección democrática en su sentido más izquierdista. Fue elección partidista y cuenta con una mayoría evidente, indiscutible quién sabe. Pero lo que sí es cierto por lo señalado al principio de este artículo: todo el proceso de la elección del 2024 muestra una maltrecha democracia formal alejada de los procesos ciudadanos-democráticos, donde se elige a individuos en tal condición y una agenda de gobierno donde lo primero es resolver los problemas que diariamente afectan al soberano.

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