*De Alimentos: Platillos de Humo, Dulces Típicos, Natillas, Cajetas, Vinos, Licores, Aguas Frescas…
*Más Allá, el Temazcalero Recomendaba Infusiones con Yerbas y un Chaman Pasaba el Humo de Copal
*El Curandero Daba Cuenta de la Medicina Tradicional y Aseguraba Curaciones a Distancia
*Y los Artistas del Bordado Exhiben sus Trabajos, sin Temor a las Maquilas y las Imitaciones
*Tampoco a la Competencia Desleal de Productos Chinos o a la Piratería de los Bordados
*Más Allá, el Telar de Cintura y el telar de cintura y el Hilado Algodón Para Hacer Tela
*Ahí la Madera Acabada al Natural, Pulida y Sellada con Cera de Abeja Para Terminar
SUSANA VEGA LÓPEZ,
Enviada
BOCA DEL RÍO, Veracruz.- Música de arpa, guitarra, jarana, flauta, tambores, caracol y más instrumentos llenaron los pasillos y los stands de la Sexta Edición del Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos que tuvo lugar en el World Trade Center de Boca del Río, Veracruz, del 9 al 12 de septiembre.
Muy concurridos estuvieron los espacios dedicados a los 177 pueblos mágicos, más 34 barrios mágicos donde se dieron muestras del turismo cultural, religioso, de aventura, ecológico y más, que enseñaron a los visitantes sus costumbres, tradiciones, danzas, y gastronomía.
Los asistentes probaron y gozaron de platillos realizados por cocineras de humo; de dulces típicos, natillas, cajetas, vinos, licores, aguas refrescantes que se elaboran de manera artesanal en las diferentes regiones; de quesos, carnes frías, ceviches, panes, tostadas y galletas, entre otros productos que deleitaron por su sabor.
Los visitantes se enteraron de lo que sucede en el ámbito del turismo, no sólo a nivel nacional sino internacional y los interesados pudieron realizar citas de negocios. También hubo informes y conferencias de especialistas en ciertos temas de la llamada “industria sin chimeneas”.
MEDICINA
TRADICIONAL
Largas filas se hicieron en el pabellón de medicina tradicional. Las personas, de manera individual, entraban a cubículos donde un conocedor de plantas con propiedades curativas, sobadores y rezanderos los sometían a diversos tratamientos.
Por allá, se veía que el enfermo era azotado de pies a cabeza con un manojo de ramas para que con esa limpia aliviara su dolor; acá, el temazcalero recomendaba tomar ciertas infusiones con yerbas; más adelante, un chamán pasaba el humo del copal por todo el cuerpo; otro curandero mostraba su libro donde daba cuenta de la medicina tradicional y aseguraba que podía curar a distancia; uno más, sobaba hombros y espalda para quitar el estrés; aquél otro, untaba un remedio en las sienes para aliviar el dolor de cabeza.
Y, a decir de algunos, se sintieron “como nuevos”; otros ni siquiera se atrevieron a entrar en esa área porque no creen más que en la medicina llamada alópata.
El ambiente fue festivo y todas las áreas estuvieron concurridas no sólo por la familia de los turisteros sino también por los visitantes en general que se enteraron del Tianguis.
EL ARTE DEL
BORDADO
En uno de los lugares asignados se encontraba el joven Pedro Martín Mazatzin, artesano nahuahablante del municipio de Cuetzalan del Progreso –el primer Pueblo Mágico de Puebla- quien exhibía ropa finamente bordada; habló de lo minucioso y detallado que implica realizar blusas, camisas, vestidos y más; también se refirió al turismo rural y cultural que se vive en esta ciudad enclavada en las montañas.
Explicó que mediante un recorrido guiado por su localidad los turistas aprecian diferentes aspectos de la forma de vivir de la población; se visita su taller de costura para conocer todo lo que implica elaborar las prendas de vestir o algún otro artículo artesanal; incluso, los visitantes pueden aprender a bordar y experimentar si tienen habilidades para realizar esta manualidad.
Dice no tener miedo a lo maquilado en México, a la competencia desleal de productos chinos o a la piratería de los bordados que imitan con las máquinas industrializadas, computarizadas, que hacen que los productos sean más económicos porque saben que su trabajo artesanal es único. Explica que un trabajo que raya en una verdadera obra de arte, lleva de trabajo hasta 100 horas.
PEPENADO HILVAN
Mazatzin refiere que primero se trabajó con el telar de cintura y el hilado de hilo de algodón; una forma de hacer tela en Mesoamérica. “Nosotros conservamos la técnica prehispánica: los brocados y el tejido en curva del telar de cintura; adoptamos la técnica del pepenado hilván que introducen los evangelizadores a nuestras costumbres de manera tal que se borda sobre trama y urdimbre de la tela”.
Afirma que hilván, en náhuatl, significa pepena, de ahí que el pepenador es el que separa y/o junta algo “y para nosotros, en la tela, es pepenar la trama y urde de la tela por lo que en México esta técnica se conoce como pepenado hilván, es decir, una mezcla entre el mestizaje, el español y el náhuatl”.
“Bordamos desde aves, fauna, flores y lo que vemos en nuestro alrededor”. Dijo que el colorido de su ropa, al principio, fue sencillo, simple; “luego nos remitimos a los colores del maíz, al verde de los campos, al rojo de un sol al amanecer, al negro de la noche… la paleta de colores, ahora, es amplia porque se pueden comprar”.
En Cuauhtamazaco, a cinco kilómetros del municipio de Cuetzalan, se encuentra su taller y entre las experiencias que se pueden vivir es hacer un recorrido por cascadas; caminar por campos de abeja melipona; visitar el museo textil familiar y los talleres donde los asistentes pueden aventurarse para saber si son hábiles para bordar. También tienen tienda y cocina tradicional de humo para consumir y probar productos.
En este Pueblo Mágico tienen una población indígena de 82 por ciento y 18 por ciento de población mestiza. Aunque todos hablan en náhuatl, también dominan bien el español. “El náhuatl debería ser el idioma oficial de México”, opinó.
ARTESANÍAS EN MADERA,
TRABAJO DE LOS TUXTLAS
También en el Tianguis de Pueblos Mágicos nos encontramos con José Luis Abraham Velazco y su esposa Belinda Pelayo quienes, en una mesa, exhibían artículos realizados en madera con acabados al natural, pulido al máximo con finas lijas y sellado con cera de abeja para terminar su labor. Es un proyecto familiar en donde ayudan su esposa, su hijo y su nieto. “Son productos libres de contaminantes”.
Son piezas de un solo tronco; no hay ensambles, empates o pegaduras; todo es una sola pieza.
Son de una comunidad muy cercana a Catemaco llamada Adolfo López Mateos enclavada en la zona número dos de la Reserva de la Biósfera por lo que no se puede hacer tala “al contrario, cuidamos y conservamos el ecosistema”, dijo.
“Aunque trabajamos la madera, no talamos; aprovechamos los troncos que se caen en potreros y pastizales. Usamos la madera de cohuite y chipile que son troncos. Son árboles viejos o que los arranca el aire por lo que constantemente cambian y reforestan; seleccionamos la madera y la limpiamos; somos conscientes del cuidado y conservación de la naturaleza.”
Cucharas de madera de diferentes tamaños y formas (soperas, cafeteras, arroceras); tenedores, cucharones, palas chicas y medianas para pastel; platos, platones y una variedad de productos que incluyen saleros, palillos chinos, espátulas, peines, aretes, alhajeros y más. Los precios van de 20, 30, 35, 80 y hasta 300 pesos, según el tamaño.
Es una tradición que viene de los abuelos. “Nos ayudamos con utensilios diversos como la sierra (y ahora ya motosierra), el cepillo, gubias y rodillos de lija entre otros”
Cuando no asiste a ferias, sus productos los vende en tiendas, mismas que revenden su artesanía. “Aunque no tengo una producción masiva, algunas empresas me compran y venden en sus tiendas; las cucharas que doy en 80 ellos la venden en 150; los peines de 50 los dan en 100”, dice.
Esto me da para vivir cómodamente, afirma y agrega que también trabaja el cuerno de res para elaborar aretes, pulseras y anillos.
Muchas historias, anécdotas y experiencias se contaron en esta edición del Tianguis Nacional de Pueblos Mágicos 2024.