No puedo darme el lujo de llamarme “periodista deportivo”, porque desde niño ha sido mi pasión ser cronista: Enrique Burak

Por Edmundo Cázarez C

-Primera de tres partes-

Foto Adrián Ponce

Quienes lo conocen y han tenido la oportunidad de conversar con él, literalmente, quedan fascinados por su amabilidad, sencillez, educación, cultura y franqueza, pero, sobre todo, ese inigualable “don” de gentes que atrapa y conquista. Enrique Burak, es un destacado comentarista deportivo que, con esfuerzo y dedicación, se ha encargado de construir una muy brillante carrera en los medios de comunicación. A lo Mero Macho, su pasión por el deporte lo ha llevado a presenciar los eventos deportivos más importantes del mundo y su trabajo resulta sencillamente impecable y extraordinario. Tan es así, esas legendarias e inolvidables figuras del micrófono deportivo que ya se encuentran en el cielo, tales como Don Fernando Marcos, Pedro “El Mago” Septién y el toluqueño Ángel Fernández, se asoman para deleitarse verlo narrar.

Lograr una entrevista exclusiva con él, no fue nada, pero nada sencillo. Una y otra vez, se mostraba reacio sentarse frente a una grabadora, argumentando no tener nada interesante que contar. Así es que, gracias a la valiosa intervención del buen amigo Manuel Feregrino, tuvieron que pasar dos largos años y siete meses para que, por fin, accediera, aunque fuera de “carrerita”, platicar con este reportero por espacio de 45 minutos, logrando descubrir a un hombre sumamente simpático, agradable y con una envidiable energía que transmite, sin embargo, él mismo… ¡No acepta haber llegado al sexto piso del edificio de la vida!!, y es que, la verdad, parece un “veinteañero”

Sencillo y pulcro en el vestir, portando una camisa color beige con diminutos cuadros azules, un pantalón de mezclilla y tenis blancos, nos recibe en el interior de una muy reducida sala de juntas, ubicada en el tercer piso de la nueva sede de Grupo Fórmula, emisora en donde comparte micrófonos con destacadas personalidades como Ciro Gómez Leyva y Raúl Orvañanos, en donde, su ronco e inconfundible tono de voz rompe el silencio sepulcral que reina en el lugar.

En esta primera parte de esta amena e interesante conversación que concedió a MSIÓN POLÍTICA, no obstante la enorme experiencia que posee, asegura que no puede darse el lujo de llamarse “periodista deportivo”, porque desde niño ha sido su pasión ser cronista, gracias a una pequeña grabadora que le había regalado su papá, es como podía producir sus propios programas deportivos, hasta su hermana lo auxiliaba como co-conductora, pero lo único malo, es que, ella, se ponía nerviosa ante la grabadora y no era lo suyo. -acota-

Profundamente enamorado de todo lo que hace, con sobrada emoción, comparte algunos recuerdos de su etapa infantil, tal y como sucedió cuando jugaba a “las escondidas” con sus vecinos y amigos en un edificio de la colonia Narvarte, para que no lo encontraran, se le “ocurrió” salirse por uno de los enormes ventanales del cuarto piso y refugiarse en una muy reducida cornisa de tan solo veinte centímetros de ancho, con el peligro de caer.

-A lo Mero Macho, es un agasajo poder conversar contigo… ¿Cómo te va en la vida?

-Su ronco e inconfundible tono de voz, rompe por completo el silencio que reina en el interior de una pequeña sala de juntas, en el tercer piso del nuevo y moderno edificio sede de Grupo Fórmula, ubicado al poniente de la Ciudad de México. “Fíjate que me va muy bien, pero, antes de responderte, déjame decirte que te agradezco mucho que te hayas fijado en mi persona para este tipo de excelentes entrevistas que realizas con muy diversos personajes… Me preguntas ¿Cómo me va en la vida? Afortunadamente, me va muy bien tanto en lo personal como en lo profesional…

– ¿…Gracias a la vida?

– ¡Pues sí!!, espero que se mantenga así, en ambos casos…

– ¿Quién demonios es Enrique Burak? La gente que tiene la oportunidad de conversar con él, queda fascinada por su educación, por su sencillez y humildad… Vamos, hasta Don Fernando Marcos, el “Mago” Septién y Ángel Fernández que están en el cielo, se asoman para deleitarse verlo narrar…

-Totalmente sorprendido por lo que acaba de escuchar por parte de este reportero, su rostro enrojece visiblemente, se le hace un nudo en la garganta. Súbitamente, se levanta de la silla giratoria en donde está sentado y le brinda una leve palmada en la espalda a mi nieto Adrián y le dice: ¡Qué orgulloso debes sentirte tener un abuelo con la calidad humana que posee mi amigo Edmundo…!! ¡Vaya que me moviste el tapete con lo que acabas de expresar!! ¡Puff… vaya pregunta!! La verdad, es que me dejas totalmente desconcertado y sorprendido…

– ¡No le saques…!!

-Un poco más tranquilo e inhalando profundamente, me expresa: “Es que no sé qué responderte… Mmm… ¡Ya sé!!, Enrique Burak es una persona que vive profundamente enamorado de todo lo que hace…”

-Bueno, te la pongo más fácil… ¿Siendo niño, imaginaste que llegarías a ser un muy destacado comentarista deportivo?

-Curiosamente, lo nombres de esas destacadas personalidades del micrófono que acabas de mencionar, quizás, tuve algún sueño poder estar con alguno de ellos en persona, y si no era con ellos, sí, era desempeñar esa misma atractiva actividad.

– ¿Eras afín al deporte?

– ¡Sí!!, siempre me gustó mucho el deporte, pero, sobre todo, me encantaban las voces de quienes lo narraban.,

– ¿Eras un niño dechado de virtudes?

-No, fíjate que no, practicaba mucho el boliche. También me gustaba el futbol soccer y hasta jugué beisbol dentro de la Liga Olmeca, pero…

– ¿Practicabas el deporte, pero al mismo tiempo, te morías de ganas por transmitirlo de manera simultánea…?

– ¡Sí!!, siempre fiel a los valores que me enseñaron en casa…

– ¿Esto lo dices por tu robusta corpulencia y no llegar a lastimar a los demás?

– ¡Exacto!!, no se trataba de pasar por encima de nadie, aprovechando que la vida había sido un tanto generosa conmigo.

– ¿Cómo fue esa niñez en tu natal San Luis Potosí?

-Quiero decirte que, por cosas extrañas de la vida, nací en San Luis Potosí, pero a los tres meses de vida, me trajeron para la Ciudad de México.

– ¿Por qué?

-Es que mi papá se desempeñaba como agente de ventas de Grupo Vitro, teniendo como base San Luis Potosí, era el encargado de atender todo el bajío del país…

– ¿Ahora sí, que, camino se hace al andar?

-Digamos que sí, justo a los tres meses en que había nacido, lo transfieren a la Ciudad de México. Así es que soy más capitalino que potosino… ¡Orgullosamente, soy más de la Ciudad de México!!

– ¿Qué número te tocó ocupar en el seno familiar…?

-Yo soy, bueno, debo aclarar que mi papá se casó en dos ocasiones, de esta manera, soy el primer hijo de las segundas nupcias de mi papá. Del primer matrimonio, tengo a mi hermano Moisés, que es cuatro años más grande que yo. Ya en su segundo matrimonio con mi mamá, fuimos mi hermana Dina y yo, a quien le llevo tres años.

– ¿Pero ¿cómo viviste esa infancia en aquella Ciudad de México?

-Fíjate que fue mucho muy feliz, la verdad…

– ¿En dónde vivías?

-En la colonia Narvarte, en la calle de Luz Saviñón 1464, departamento número cinco. Posteriormente, cuando estaba por cumplir doce años, nos mudamos a la calle de Concepción Beistegui, precisamente, el mismo día en que se llevaban a cabo las elecciones presidenciales de 1976, en donde resultó electo José López Portillo, nunca entendí porque habían escogido ese día, en especial, para llevar a cabo la mudanza.

– ¿Hasta cuándo permaneciste viviendo en Concepción Beistegui…?

-Ja, ja, ja… ¡hasta que me casé…!!

Mejor cuéntame como te fue durante la primaria…

-La primaria la cursé en el Colegio Israelita de México, de hecho, ahí estuve desde…

– ¿…El kínder?

-No, fíjate que no. El kínder lo hice a una cuadra de mi casa, en el kínder Blanca Margarita, que, por cierto, ya no existe.

– ¿Me decías que toda tu educación básica y hasta prepa, la cursaste en el Colegio Israelita?

– ¡En efecto!!…

– ¿Eras un niño aplicado, del montón o “medio burrito”, claro, sin faltarte el respeto…

-Ja, ja, ja… ¡no te preocupes!! Digamos que era un buen estudiante, así, a secas…

– ¿A lo mero macho?

-Sí, a lo Mero Macho. No era un chico de puro diez…

– ¿Cuál fue tu año “coco” durante la primaria?

– ¡Uy, mi querido Edmundo!!, te pones a escarbar y me tienes totalmente motivado con mi pasado… Respondiendo a tu pregunta, creo que, para mí, fue mucho muy pareja la primaria. Lo que sí te puedo decir, es que ciertos maestros me marcaron, como fue la maestra Luisa Polo, en segundo año…

– ¿Por qué? ¿Acaso era como la maestra “Canuta”?

-Ja, ja, ja, la verdad es que sí, era demasiado “dura”, pero por algún motivo -no sé cuál-, pero yo le caía bien.

– ¿El “niño consentido” del salón?

– ¡No lo sé!!, pero la llevaba bien con la maestra, su trato hacia mi persona siempre fue mucho muy amable…

– ¿Y luego?

-Estando en quinto de primaria, tenía un maestro que se llamaba Rosendo Hidalgo, que era muy buena onda conmigo. Así como mi maestra Eugenia de sexto.

– ¿Un tanto “matadito”?

– ¡No!!, aunque, a decir verdad, “matadito” me hice estando ya en prepa…

-Pero estamos en la etapa de primaria… ¡espérame tantito!! ¿Quién te ayudaba con tus tareas?

– ¡Nadie!!, la verdad, es que, en ese aspecto de cumplir con mis tareas, fui mucho muy cuidadoso, dedicado y bastante responsable -Frotándose las manos me dice- ¡Uff Edmundo!!, me hiciste dar un vuelco a mi memoria, me ayudaste a comprobar que no tengo malos recuerdos de mi etapa de niño de primaria.

– ¿De los cinco días que asistías a la escuela, ¿cuál te gustaba más?

– ¡Indudablemente que el viernes…!!

– ¿Por qué?

-Porque sabía que el mismo viernes por la tarde, todo el sábado y domingo los tenía para jugar. Por cierto, no recuerdo bien si fue durante la primaria o secundaria, pero gozaba de una beca…

– ¿Tu familia era muy pobre?

-No, pobres, pobres que digamos no, pero tampoco nos sobraba el dinero…

– ¿Una familia de clase media?

– ¡Ándale!!, de clase media, media. Porque luego sacan que hay media alta o media baja, pero muy baja. Mi familia éramos de la clase media, media… ¡media!!

– ¿Con esa beca, estabas obligado a “pulirte” como estudiante?

-Digamos que era de ocho para arriba. Era un chico cumplidor.

– ¿También eras travieso?

-Antes de responder, con los dedos de su mano derecha, se aplica un suave masaje por su amplia frente, como ayudando a fluir los recuerdos. Me observa detenidamente y exclama: “Más que travesuras, eran estupideces que comete un adolescente…”

-No te azotes, mi querido Enrique… ¡Nadie es perfecto!!

-Ja, ja, ja….

– ¿…Me vas a decir qué travesuras hacías o no?

-Me acuerdo que, cuando ya nos habíamos cambiado a la calle de Concepción Beistegui, acababa de terminar la primaria, a punto de ingresar a la secundaria, un amigo de nombre Juan Manuel, nos invitó a jugar a “las escondidas”. Como mi casa estaba en el cuarto piso había un ventanal… ¡enooorme!!, total, como no encontraba en donde esconderme, se me ocurrió salirme por ese ventanal, quedando parado en una muy reducida cornisa de veinte centímetros de ancho… Ahí me tenías, permaneciendo, según yo, oculto en el mejor de los escondites porque nunca me encontraron…

– ¡No inventes!!, te resbalabas, y ahí, se acababa la historia de Enrique Burak…

– ¡Exacto!!, son de esas cosas estúpidas que haces y hasta luego reflexionas… ¡No puede ser!! En una de esas, el idiota de Enrique Burak se resbala… ¡y se mata!! Afortunadamente no sucedió nada.

– ¿Cuántas veces te castigaron por tus travesuras? ¿Fuiste blanco del “chanclazo” de tu mamá o el rigor del cinturón de tu papá?

– ¡Que bonita entrevista, que me lleves de la mano a recuperar todas esas imágenes tan tuyas…!! Ahora que lo dices, resultaba algo muy curioso porque mi mamá, por algún motivo, su piel y sus venas eran sumamente delgaditas, de esa manera, si nos quería dar nalgadas o una cachetada marca diablo, el daño era para ella y no para nosotros…

– ¿Quién resultaba lastimada era tu mamá?

– ¡Exacto!!, se le hacían enormes moretones en las manos, entonces, no nos podía “nalguear…”

– ¿…Bendita salvación?

-Pero de mi papá no nos escapábamos, me acuerdo que en alguna ocasión, el cinturón se hizo presente. Al tener orígenes judíos, al cinturón le llamábamos “pasik” Y sí eh, recibí varios cinturonazos de su parte, pero muy pocas veces.

– ¿Por qué te castigó?

-No me acuerdo con exactitud por qué…

-Ya me habías dicho que eras un buen niño…

-Más que un buen niño, la verdad, era un niño sumamente aburrido que se la pasaba viendo la tele…

– ¿Qué programas veías?

-Ahorita te digo, nada más déjame contarte que, en una ocasión, mandaron llamar a mi mamá de la escuela para preguntarle qué tipo de actividades realizaba yo en casa, y mi mamá, sin más ni más, les dijo que me la pasaba viendo la tele. Ahora sí, me encantaban ver programas tales como “Perdidos en el Espacio”, “El Túnel del Tiempo”, “Tierra de Gigantes”, “Hechizada”, “Mi Bella Genio”, “Don Gato y su Pandilla”, “Los Picapiedra”, en fin

– ¿Cuál era tu juguete favorito?

-Me acuerdo que tenia un perrito de peluche y lo bauticé con el nombre de “Tanny”, pero me platicaba mi mamá, que tenia la costumbre de chuparme el dedo, y al mismo tiempo, acariciaba el perrito con los otros deditos, ya te imaginarás, al poco tiempo, el “Tanny” se iba quedando pelón. Así es que, como por arte de magia, apareció otro “Tanny”

– ¿Eras un niño colmado de niños o acostumbrado al… ¡cállate!!?

-Creo que era un trato normal…

– ¿Acostumbrado a que la educación con sangre entra?

-No!!, no y no. Éramos unos niños sumamente tranquilos. Nuestro estilo de vida era ir de la escuela a la casa y viceversa.

– ¿Cómo te divertías en tus tiempos libres?

-Me encantaba ir al boliche con mi papá, quien era un gran jugador y presidente de la Liga de Boliche Chapultepec, todos los sábados se organizaban torneos en el entonces famoso Bol Polanco, y los lunes, participaba en torneos de la Liga Bahía y del Centro Deportivo Israelita. Me encantaba ir con él, sobre todo, cuando estaba de vacaciones en la escuela.

– ¿Cuántas “chuzas” te aventabas en el boliche?

-No me acuerdo, pero creo que, poco a poco, fui mejorando con el paso del tiempo y llegué a contabilizar un promedio entre 180 y 195 “chuzas”, que era más o menos el ritmo de juego y récord, que me había impuesto yo mismo. Justamente cuando ingreso a Televisa, se acaban mis participaciones dentro de los torneos de boliche y el tiempo libre con el que contaba. Asimismo, déjame decirte que, durante un par de años, también practiqué el beisbol.

– ¿Qué premios recibías en casa cuando lograbas tanto en la escuela o en el deporte?

-Sin caer en lo jactancioso, creo que fui un buen estudiante, sin dar ningún tipo de problemas, por lo tanto, no recibía ningún tipo de premios o estímulos, mucho menos, castigos por parte de mis padres. Era lo único que tenia que hacer, cumplía con mi obligación de ser un buene estudiante.

– ¿Un niño tranquilo y de lo más normal?

-Absolutamente…

– ¿Quiénes eran tu verdaderos amigos y cómplices, en el edificio en donde vivías?

-Tenia un par de amigos en el edificio de Luz Saviñón, por cierto, mi nombre es Enrique, pero ellos me decían “Hershell” porque también se llamaban igual que yo, Enrique, así es que, simplemente, nos decíamos “amigo”, para evitar las confusiones. Otro de esos amigos se llamaba Jorge, con quien jugué beisbol dentro de la Liga Olmeca.

– ¿El viejo edificio de Luz Saviñón, era algo así campo de juego?

– ¡Exacto!! Recuerdo que, desde la entrada, era un enorme pasillo conducía hasta el garaje y a los costados, tenía enormes ventanales. Un día, jugando una “cascarita” de futbol… No recuerdo exactamente si él me empujó o yo a él, total, cae sobre uno de los enormes ventanales y se rompe de manera estrepitosa, se escuchó horrible como los vidrios salían volando por todos lados…

– ¿Salieron lastimados?

– ¡No!!, afortunadamente, no nos pasó absolutamente nada, pero fue la última vez que nos dejaron jugar ahí…

– ¿…Y qué sucedió?

-Jugaba con mi hermana dentro del departamento o nos salíamos a la calle en patines y le dábamos la vuelta a la manzana. Inclusive, ahí mismo, en casa, nos las idéabamos para jugar boliche en el departamento…

-Ya estabas en tu etapa de pre adolescencia… ¿Qué querías ser de grande?

-Al principio, me llamaba mucho la atención todo lo que tenía que ver con la arquitectura…

– ¿…Por qué?

– ¡No lo sé!!, pero, para dibujar, siempre he sido malísimo, sin embargo, me gustaba mucho diseñar planos y elaborar maquetas…

– ¿Creativo?

– ¡No, para nada!!, por cierto, me acuerdo mucho de un enorme librero que tenía mi tío Honoberto Fernando Von Rossum, hermano de mi mamá y me puse a dibujarlo…

– ¿No que no sabias dibujar?

-No era precisamente un dibujo como tal, sino un diseño de ese librero con algunas innovaciones mías…

– ¿Y cómo te quedó?

-Ja, ja, ja, creo que más o menos bien. Asimismo, tenia un juego muy parecido al famoso “Lego”, pero que se llamaba “Idema”, con el que diseñaba cochecitos, casitas…

– ¿Ya traías el “gusanito” de la tele?

– ¡Fíjate que si!!, también empecé a diseñar y crear, a escala, mis propios estudios de televisión con lujo de detalles…

-A lo Mero Macho, ¿querías ser como Don Fernando Marcos, Pedro “El Mago” Septién o Ángel Fernández?

– ¡Uff!!… ¿Qué te digo?, creo que sí, pero también no…

-A ver, explícamelo más despacito…

-Como te platicaba al principio, mi papá trabajaba dentro de Grupo Vitro y contaba con un Palco dentro del Estadio Azteca para llevar clientes…

-Era una oportunidad de oro para ti…

– ¡Exacto!!, cuando el Palco no tenía compromisos que cubrir, totalmente libre, nos llevaba a ver partidos de futbol…

– ¿Qué sentías llegar al Estadio Azteca y admirarlo desde el interior de un Palco?

-Era muchísima la emoción que me invadía, la verdad, para mí, era indescriptible poder estar ahí porque, además, a los Palcos del Estadio Azteca, forzosamente, tenías que llegar en coche hasta la puerta del Palco y la ventana estaba casi de mi estatura… Apreciar la intensidad de color verde del pasto, para mí, era maravilloso, escuchar el rugir del público en las tribunas, eso… ¡Claro que me capturó!!

– ¿Y qué me dices de las voces magistrales del “¿Mago” Septién, Don Fernando Marcos o de Ángel Fernández?

-Pues me “cimbraste” completamente con tu primera pregunta, al decirme que esos enormes y gigantescos personajes que están en el cielo se asoman para verme narrar los partidos…. A lo Mero Macho, se me hizo un nudo en la garganta…

-Te voy a cobrar derechos de autor por lo de… A lo Mero Macho… ehh…                

– ¡No importa!!, pero me hiciste sentir algo que jamás me habían dicho. Escuchar las voces de esos gigantes del micrófono como lo fueron Jorge Sony Alarcón, “El Mago” Septién, Fernando Buenrostro y de Ángel Fernández, era simple y sencillamente fabuloso.

– ¿Querías ser como ellos?

-Me acuerdo que, en aquella época, existía un juego de mesa que se llamaba “Chutagol” que se jugaba entre dos personas, pero como nada más era yo en mi casa, lo jugaba solo, es decir, un equipo era la mano izquierda, y el otro, la mano derecha, me ponía a narrar el partido con el estilo muy propio del inolvidable Ángel Fernández…

– ¿Tuviste la oportunidad de conocerlo en persona?

– ¡Si!!, para mí, ha sido el mejor de todos los comentaristas deportivos que haya tenido el México moderno…

– ¿Ese fue el detonante para que te dedicaras a esta apasionante actividad de comentarista deportivo?

– ¡Sin lugar a dudas!! Creo que fue por ahí que empezó a surgir todo esto. Me acuerdo que tenía como 11 o 12 años, cuando mi papá me regaló una grabadora portátil…

– ¿Todo te salía a pedir de boca?

– ¡Exacto!!, me ponía hacer mis narraciones deportivas…

– ¿De alguna manera, también te influyó el icónico programa de televisión “DeporTV”, que conducía José Ramón Fernández?

-Sin lugar a dudas, sobre todo en época de vacaciones, también veía el programa Acción de Televisa y anotaba resultados para que el lunes siguiente me ponía a escribir mis guiones y hasta le pedía a mi hermana que me ayudara cono co-conductora, pero se ponía muy nerviosa, y pues a decir la verdad, no era lo suyo…

– ¿…Neta?

– ¡Sí!! Hacia mi programa tal cual, hasta lo musicalizaba. Tan era así, que grababa la entrada de esos programas. Así fue como comencé hacer mis “pininos” desde mi casa.

-Con el respeto que me mereces y la admiración que te tengo… ¿A lo Mero Macho, aspirabas llegar a ser una simple copia de ellos?

– ¡Ora!!, no te preocupes, entiendo tu pregunta. No era tanto ser como ellos, sino que era algo que verdaderamente me apasionaba.

– ¿Cómo fue el paso por la secundaria?

-De lo más normal, porque éramos los mismos alumnos. De hecho, ya ves que resulta un tanto típico que te revuelvan entre toda la comunidad estudiantil, pero con nosotros no sucedió tal cosa, éramos los mismos de la primaria. El único cambio que detecté estando en la secundaria, que de cierta forma es benéfico, para que te “abras más” y conozcas más gente…

– ¿…Cuál fue esa diferencia para ti?

-Que de pronto, estaba acostumbrado a que tenia solamente uno o dos maestros en toda la primaria, y de pronto, me ponen enfrente del salón a poco más de ocho o nueve maestros y uno para cada materia…

-Nadie es perfecto….

– ¡En efecto!!, a unos, les caía bien., pero a otros, no, la verdad era que no.

– ¿Cuál fue esa materia “coco” para ti?

– ¡Uff!!, mi querido Edmundo, me siento estar frente al sicólogo, me pones a escarbar en mi vida privada… ¿Mi materia “coco”?… Creo que fue Física. Curiosamente, matemáticas me gustaba mucho por los logaritmos, seno, coseno tangente y todo eso…

– ¿Te costaba trabajo dejar la etapa infantil?

– ¡Eso es!!, como que de pronto, salía disparado hacia una nueva etapa de mi vida…

– ¿Toda una odisea brincar del cascarón, empezar a investigar tu hábitat?

-Algo así, como que todo se acoplaba y hasta los nuevos maestros se prestaban a que les pusiéramos apodos, como sucedió con el maestro de Biología que le decíamos “El Erizo” o al de Geografía que le decíamos “El Chespi” o al maestro de Química de apellido Hierro, a quien le decíamos “el pirata” porque estaba mal de un ojo y utilizaba un parche, pero cuando alguien no se callaba en el salón, tenía una formidable puntería, les lanzaba gises de manera brutal… ¡era bárbaro!!

-¿Cuántas materias reprobaste?

-No, la verdad es que no, sí te puedo decir que saque más de un seis o un siete. La verdad, es que nunca les di problemas a mis padres en ese aspecto. Mis calificaciones rondaban entre ocho, nueve y uno que otro diez

– ¿Cuántas veces te fuiste de “pinta”?

-Vaya, si me hubieras dicho de qué se trataba la entrevista…. ¡No vengo!!, ja, ja, ja. ¡No es verdad!! Me tienes totalmente sorprendido porque pensé que sería únicamente acerca de los recientes Juegos Olímpicos o la Liga Mx… ¡Vaya sorpresa!!, me hiciste dar un vuelco a mi niñez y traer gratos recuerdos…

-No le saques, dime cuántas veces te fuiste de “pinta” en la “secun..”.

-Fíjate que en la secundaria no, pero estando ya en la prepa, sí

-Antes que entremos a tu etapa de prepa… ¿Cuál era la niña que te traía derrapando el pavimento?

-Es que no me acuerdo….

-¿No te acuerdas o no te quieres acordar…?

-Ja, ja, ja… Es que, comparado con los chavos de ahora, creo que era un tanto hasta retrasado mental o muy baboso en ese aspecto. Es decir, nuestro despertar sexual era mucho más tardado y nos distraíamos más practicando deporte…

– ¿Cuál era ese deporte que te apasionaba practicar?

-Todo dependía de la época del año, es decir, si había una serie mundial de beisbol, pues jugábamos beisbol. Si comenzaba la liga mexicana de Futbol, pues a meter goles. Si comenzaba la liga de futbol americano, pues a jugar un “tochito” con los cuates…

– ¿Y si había un campeonato de box?

– ¡No!!, siempre he sido muy pacífico… ja, ja, ja.

– ¿A qué equipo de futbol le ibas?

-Al América y te digo que le “iba”, porque ya no. Además, fue algo muy curioso porque la final del futbol mexicano en 1972 del América fue contra Cruz Azul y pierde el América…

– ¿Por qué no le ibas a Cruza Azul?

– ¡No sé!!, pero mi gran amigo de la infancia y adolescencia, que luego se cambió de aquí y nos dejamos de ver muchos años, bueno, pues él, sí le iba a Cruz Azul y cuando iba a visitarlo a su nueva casa, nos echábamos una “cascarita” en su jardín… ¡y siempre me ganaba!!

-Continuará-

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