NIDIA MARIN
¡Qué amiguitos!, dirían en mi tierra.
O tal vez lo que embona hoy es aquella frase de la canción de Juan Gabriel…: “Te pareces tanto a mí, que no puedes engañarme…”
Sí, las exhibiciones de las trampas electorales son el pan de cada día en varios países latinoamericanos, cuyos dirigentes son “amiguis” del mexicano.
Y aunque en Palacio Nacional se le llena la boca y se sacude los bolsillos al recordar los apoyos a Venezuela, Colombia y Cuba, entre otros, la verdad es que sus mandatarios han sido tramposos y abusivos (como el otorgante), en casi todos los casos con dinero ajeno… sí, de los mexicanos que hoy observan una crisis económica en la puerta del sexenio que está por ingresar.
De ahí que ante los hechos del gobierno que agoniza, una se pregunta:
¿México continuará financiando de diversas maneras la fallida Revolución Cubana, seguirá importando presuntos “médicos” de la isla y distribuyéndolos en su territorio, con la mira puesta contra el vecino del norte y a favor del eterno padrino allende el océano?
También cuestiona:
¿Tras el evidente fraude en Venezuela, desde Palacio Nacional se continuará apapachando al dictador en turno, que no sólo dejó ensangrentado a su país tras perder en las urnas, sino que después de amenazar de muerte al verdadero ganador, ya logró que éste abandonara su patria para él continuar su dictadura?
¿Permanecerá el apoyo mexicano en el siguiente sexenio para Gustavo Petro, presidente de Colombia, hoy en el filo de la navaja ante las acusaciones de fraude electoral para alcanzar el poder, investigación que realiza el Consejo Nacional Electoral de aquella nación?
El problema en Colombia, dicen los politólogos de aquella nación, es que, al superar el gasto establecido en las reglas de campaña, Petro presuntamente violentó los financiamientos y aceptó el denominado “dinero prohibido” por lo que los gastos alcanzaron más de 5,300 millones de pesos colombianos, es decir, 1.27 millones de dólares.
Por lo tanto, el exguerrillero tendrá la obligación de reintegrar los excesos en sus gastos de campaña, ya que sobrepasó en 3,700 millones de pesos lo permitido, además de que en la segunda vuelta también hubo excesos y violaciones a las normas.
Y en Nicaragua ¡Sólo Dios! La exhibición dictatorial es evidente. La persecución política en contra de los opositores es clara desde 2021, de parte de Daniel Ortega y su familia.
Los arrestos, detenciones arbitrarias, censura a los medios, los impedimentos de salida del país por razones políticas están a la orden del día, de igual manera que la confiscación y registro de la propiedad privada.
Pero el actual gobierno lo apoyó y lo apoya. Y no se trata de que se confronte, no, sino de que haya una respetuosa actitud de alejamiento.
¿Qué sucederá en el sexenio a punto de llegar?
Por el bien de México, y de la aun presidenta electa, el deseo es que logre sacudirse la nociva tutela que hasta hoy la ha estado exhibiendo como un apéndice y robándole, desde ahora, en cada entidad de la República, la autonomía, al exhibirla como una simple marioneta.
Hoy observamos una crisis inédita en México en fin de sexenio, con estudiantes, maestros y magistrados, ministros y trabajadores del Poder Judicial en las calles para evitar modificaciones que, precisamente, se traducirían en el maximato del siglo XXI.
Tal y como sucedió a finales de los años veinte, en la actualidad, el que concluye su sexenio, eligió a la mayor parte de los integrantes del gabinete presidencial que viene.
¿Aguantarán? O Sucederá como en otros tiempos que, ante el intervencionismo de Plutarco, al mandatario Emilio Portes Gil no le quedó más que renunciar.
¡Ella está en el filo de la navaja y… nosotros los mexicanos, también!
Mientras tanto, el vecino del norte acumula agravios, toma notas y…
Ya veremos que sucede, porque tras el arribo de Claudia Sheinbaum al poder en México, en octubre, 36 días después se estarán efectuando las elecciones en Estados Unidos (el 5 de noviembre de 2024) y poco más de dos meses más tarde, el 20 de enero de 2025, tomará posesión la nueva presidenta de Estados Unidos o una vez más el letal “agente naranja”.
¡Ojalá en México haya reflexión!
