La Resistencia que Viene

SE COMENTA SOLO CON

CARLOS RAMOS PADILLA



Y ahora las urnas salen a las calles. 

 

El poco más del 46% de la población que no votó por Morena inicia una resistencia civil y pacífica. Las boletas electorales se transforman en manifestaciones, marchas públicas y paros. La inconformidad no es con tachones, es con consignas y demandas. 

 

El presidente no ha querido oficiar las voces antagónicas a sus imposiciones. Desde Jefe de Gobierno así se ha conducido: “lo que diga mi dedito”, “no me salgan con que la ley es la ley”, lanzaba bandos y luego memorandas, en fin, tenía que ganar enviando ternas o planeas A,B,C…pero despertó al tigre. 

 

Pensó que desprestigiando a sus opositores o intentando llevar a juicio y cárcel a Norma Piña y a Xóchitl Gálvez la multitud le ovacionaría. Estimó que enviando reformas a su modo la sociedad le reconocería. Pero no es ni será así.

 

Históricamente es la primera ocasión en que en “el día del presidente” al rendir su último Informe de Gobierno uno de los poderes de la Unión está en paro, está en resistencia a las ambiciones de poder de un solo individuo que aun cuando se le agota el ciclo constitucional en Palacio Nacional, pretende prolongar su mandato. 

 

Sheinbaum, lo he afirmado, está acorralada. Tiene a la mitad de su gabinete al servicio de amlo lo mismo que Morena, el Legislativo y la mayoría de los gobernadores. Todo pasará primero a consulta con el tabasqueño antes que llegar al despacho presidencial. 

 

Aunque no lo parezca la resistencia civil está tomando una fuerza inusual. Los trabajadores del Poder Judicial en defensa legítima de sus derechos decidieron colocar simbólicamente cadenas en sus centros de trabajo. Se suman varias instituciones al reclamo no únicamente para sostener un equilibrio de poderes, sino que fundamentalmente con los periodistas, médicos y abogados el presidente ha sido particularmente ofensivo y agresivo. La resistencia exhibida con manifestaciones y expresiones libres es un derecho humano y constitucional. El presidente no puede calificar de ilegales estos hechos cuando él ha tomado pozos petroleros, cerrado vías federales de comunicación, imponiendo un plantón en Reforma y “cercando” al Senado de la República a fin de obstaculizar la reforma energética. 

 

Involucrar a los estudiantes y académicos en los movimientos de resistencia es observar una creciente ola que podría convertirse en tsunami, tan es así que de crecer la resistencia y sostenerse por más de un mes provocaría que Sheinbaum llegara a rendir protesta al cargo con un Poder de la Nación, paralizado y la mitad de la población demandando cordura y respeto a las leyes. 

 

Cada día crece más la empatía con la ministra Norma Piña ante las ofensivas conductas de algunos de sus pares que han llegado incluso al insulto. Sheinbaum podría colocarse la banda ante los desafíos de calificadoras, inversionistas, organismos internacionales y los gobiernos de Canadá y Estados Unidos en alerta máxima ante la intención de colocar impartidores de justicia sin experiencia y no contar con códigos legales que brinden certidumbre y consistencia. 

 

Asumir un mandato luego de recibir la entrega de instituciones dinamitadas e in formaciones poco creíbles sobre la administración pública, marca tendencias evidentes de desastres. Y la sociedad despierta empieza a aceitar la maquinaria de la defensa de sus derechos y de la nación (algo así como lo que creía a hacer amlo como activista y reventador político). 

 

Lejos de iniciar negociaciones y diálogos el presidente entusiasma con arengas baratas a las multitudes: “ya se cansaron”. Lejos de cumplir la orden constitucional de informar se regodea en asambleísmos mañaneros en donde solo vale su criterio. 

 

La actual resistencia civil está fundamentada con argumentos sólidos y estudiados, descansan en la sabiduría de los abogados más destacados del país. Si el presidente anuló toda fuerza de la CNDH, esto no significa que los derechos se hayan perdido o arrebatado. 

 

Es interesante darse cuenta que son los jóvenes los que no están inclinados a las disciplinas ni de Palacio ni de Morena. Y son los aspiracionistas, los auténticos mexicanos que buscan ser líderes y emprendedores, los que al frente de la resistencia muestran su calidad y categoría. 

 

Pero al parecer, amlo aplica aquella máxima de “ni los veo ni los oigo” y eso, eso, cuesta muy caro en la factura histórica y en el naciente sexenio que, si mal empieza, mal acaba.

 

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