Beatriz Guitérrez Müller. Feminismo Silencioso. Reflexiones desde el yo, el nosotros, el aquí y el ahora. Editorial Palneta, CdMx, 272 páginas. 2024
DAVID MARKLIMO
Siempre se ha debatido mucho sobre las parejas presidenciales. Hasta 2018, ser la mujer del Presidente acarreaba una responsabilidad no del todo establecida en la Ley, pero si en las costumbres políticas del país. Había que dedicarse a la filantropía, a la asistencia social, ser la cara amable de la administración pública. Sucedía muchas veces: el presidente era sumamente impopular (pensemos en Miguel de la Madrid o, incluso, en Peña Nieto) y Paloma Cordero o La Gaviota siempre salían sonriendo, compartiendo fotos con la población vulnerable o en sitios exóticos. Nunca se les juzgó pro su estilo de vida. No eran parte del gobierno, pero sí del erario.
Y, de pronto, una académica, doctora en teoría literaria, pareja desde 2006 de Andrés Manuel López Obrador anunció que no quería el título de Primera Dama, que no quería los focos. Ella misma explica por qué: dar por hecho que sus palabras en un contexto político tendrán una dimensión mayor a las que pudieran expresar otras mujeres, le parece pertinente valorar si debe expresarlas o no. Ella no es política, no ha sido electa. Por lo tanto, su opinión carece de esos matices.
Este postulado nunca acabó de sentar bien en parte de la mediocracia nacional. Y eso, paradójicamente, la colocó en el centro del debate. Así, cada vez más era difícil escuchar sus palabras, aunque de vez en cuando colocaba algún tuit, que por supuesto incendiaba las redes sociales.
El fin del gobierno le ha llevado a publicar Feminismo Silencioso, donde narra su experiencia frente a este fenómeno. No es un ensayo propiamente dicho, porque lo que se narra es la experiencia, los estudios y la biografía de la autora. ¿Qué es ser mujer, qué papel desempeña como compañera de un animal político? ¿Qué le dicen las ideas feministas a su propia condición de mujer? Hay una reflexión interesante sobre ello, desde los filósofos griegos —en especial Aristóteles— hasta la escuela de Fráncfort. Si hubiese que definirlo, diríamos algo sobre el papel del individuo (o más precisamente sobre la mujer), del pensamiento, del lenguaje y de la sociedad.
El ensayo utiliza la técnica de la “autoentrevista”, un diván en términos psicoanalíticos, para lograr responder a estas preguntas. Se intenta la búsqueda del sentido, así como transmitir el epílogo de lo que ella llama un fin de ciclo: el cierre del sexenio y la nueva etapa que le llegará pronto, su camino una vez que su marido deje el poder y se enclaustre en su finca. Con todo ello, presenta tres conceptos, con los cuales fundamenta su identidad a lo largo de estos años: el silencio, la transferencia y la resistencia.
Según Gutiérrez Müller, la mayor parte de las mujeres de México son capaces de remontar circunstancias adversas y —en cualquier caso— que escuchan, comprenden, interpretan; pero también batallan y toman decisiones importantes todos los días. No hay, insiste, mujeres de primera ni de segunda. Con ello, pues, se da sentido a su decisión primigenia. Quizá por eso, la intención también se ajusta al intento de compartir una experiencia reflexiva en torno al yo, a ese yo que somos, al nosotros. ¿Cabe el yo en un concepto colectivo? Sí, la Patria es donde están los afectos, los intereses este momento presente, y al ahora, este sitio, aquí y ahora.
Una reflexión a la luz de este último postulado: la democracia liberal no niega lo común. Más bien, al contrario, está necesariamente vinculada al espacio que es de todos, al aquí y al ahora. Las diversidades son, al fin y al cabo, las diferentes interpretaciones de cómo entender lo común, y no como el espacio donde cada grupo social postula sus intereses particulares como bandera para todas y todos. La ampliación de la democracia implica la intervención en la vida pública a masas de la población que nunca habían sido partícipes de su destino. Y las mujeres saben de esta suerte minoría de edad que no les permitía definir sus vidas.
Críticamente, no basta la incorporación del feminismo a nivel estratégico, debe incorporarse en la táctica para cumplir con el cometido de ser la voz mayoritaria (al fin y al cabo, la demografía del país así lo indica). Esto, parece, ya no puede ser tarea del futuro. Es importante comprender que las personas están interconectadas por todas las formas de dominación que operan en la sociedad y por tanto, cada conflicto debe comprenderse en el mismo sentido. Por decir algo para explicarse mejor, el derecho a la vivienda, a la educación, a la salud es distinto para una mujer mestiza que para una mujer de los pueblos originarios. Es una complejidad que no podemos obviar a nivel táctico … ni mucho menos darle una voz silenciosa.