Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Quienes damos seguimiento a los acontecimientos políticos y a los integrantes de la llamada “clase política”, alcanzamos a interpretar a los personajes que ascienden en sus carreras y logran encumbrarse, aunque sea por 12 meses.
Gerardo Fernández Noroña, ha sido un guerrero en contra de las fuerzas gobernantes. Durante años, hasta 2018, desacreditó a todos los presidentes de la República, a los congresistas que se obedecían al jefe del Ejecutivo, a los que se cambiaban de partido para ser lacayos del poder; a los empresarios por enriquecerse de manera ilegal y, por supuesto, a los estadounidenses. Su mundo giró y gira en torno a un socialismo trasnochado y de una izquierda anquilosada.
Era de los que clamaban el regreso de los militares a sus cuarteles y de los que enderezó una feroz crítica en contra de Felipe Calderón a quien mantiene a raya, según él, por el mal gobierno, corrupto gobierno.
Participó en la farsa armada por el huésped temporal de Palacio Nacional y peló por ser una corcholata más hasta lograrlo. Afirma haber quedado en tercer lugar y por ello reclamó la coordinación del grupo parlamentario de Morena en el Senado de la República, aunque no es militante… es acomodaticio. Cuando le fue rechazada su exige, su “compañero presidente” refutó el “derecho” manifestado, porque en el anuncio que hizo de que el segundo lugar sería coordinador en el Senado, el tercero en la Cámara de Diputados y el cuarto podría formar parte del gabinete.
En sus años de legislador y aun cuando no lo era, exigía diálogo con los poderosos. Los acusaba de no saber escuchar al pueblo y soltaba expresiones impublicables, por lo menos en este espacio.
Hoy que preside la Mesa Directiva del Senado de la República, el premio de consolación que le otorgó el dueño de las conciencias no solamente de los militantes de Morena sino los del PT -en donde está desde hace años Noroña- y del PVEM, ha mostrado su verdadero rostro.
El pasado jueves, en el espacio radiofónico de Pepe Cárdenas y en su ausencia conduce Primitivo Olvera, expresó que no recibirían a los estudiantes, porque “ya sabemos que lo van a pedir… lo han manifestado y están en contra de la reforma judicial”.
¿Para qué escucharlos, entonces?
Ensoberbecido por que “el compañero presidente” actúa apegado a la Constitución, defiende a capa y espada, más espada por supuesto, las decisiones arbitrarias del que se va para Palenque. Se ha convertido en uno más de los acólitos, miembro de la corte en donde el beso en la mano, la lamida, la palabra elogiosa, el “respeto a la investidura” y la lealtad de 90 por ciento y 10 de capacidad son requisitos para pertenecer a ella.
¿Dónde está el bravucón congresista?
A la vista
Sentirse dueño del Senado, en donde estará en uno de los tres órganos de gobierno -Mesa Directiva, Jucopo y Belisario Domínguez- por 12 meses, confirma que el poder marea y vuelve incongruentes los sabios y más a los ignorantes.
Negarse a dialogar con los estudiantes de derecho que no comparten la reforma judicial, no es sino un acto de soberbia y más aún, de un autócrata.
Parece que las enseñanzas del que ya se va, Contagió a uno de los que durante cuando menos tres décadas, se dedicó a maldecir a los presidentes del PRI y del PAN.
Hay que recordarle al senador que con los estudiantes no se juega. NO se doblegan con amenazas y desprecios. Esas acciones los engallan.
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