POR SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
En los poco menos de 12 años en que fue Primera Ministra del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte (1979-1990), Margaret Thatcher pudo llevar adelante su reforma conservadora para transformar su país porque contó con una mayoría incontestable al interior del Parlamento inglés, lo mismo en la Cámara de los Comunes como en la de los Lores. Ello lo han llevado a cabo gobiernos como los de Ronald Reagan, José María Aznar, Mariano Rajoy y George Bush entre otros líderes, porque igual a “la Dama de Hierro” inglesa, los cuatro Ejecutivos antes mencionados contaron con la base de sustentación que les daba una mayoría absoluta en sus respectivos Legislativos. Las Cámaras y Parlamento inglés fueron utilizados por el Ejecutivo para llevar a cabo hondas transformaciones que genéricamente han sido llamadas como la agenda del neoliberalismo, esto es, desregulación del mercado financiero, privatizaciones de empresas estatales, reducción de los derechos laborales, reducción de muchas actividades que realizaba el estado benefactor resultante de las reformas progresistas de los años de 1960 y 1970. Lo anterior no es una opinión, sino la descripción de una etapa histórica en el desarrollo de muchos países occidentales incluido, por ejemplo, el México de Carlos Salinas de Gortari que utilizó la hegemonía del PRI en las cámaras (Diputados y Senadores) para llevar su propia reforma neoliberal que coincidió programáticamente con lo que estaba sucediendo en Gran Bretaña como en Estados Unidos, amén de otros países latinoamericanos como Chile, en años más o menos.
Si bien Margaret Thatcher llevó a cabo la privatización de la red ferrocarrilera inglesa; después de 30 años la terrible realidad inglesa mostró la ineficiencia de ciertas compañías privadas, y ahora los ferrocarriles han ido volviendo a estar en manos del estado inglés. Hace unos días el gobierno español se opuso a la venta de la marca TALGO al considerarla estratégica para la soberanía del reino y lo mismo subrayan los franceses respecto a la compañía estatal ferrocarrilera SNCF (desde 1938); pero aquí en el país de Huitzilopochtli los “panuchos” y adláteres tipo IPADE se rasgan las vestiduras cuando se habla de soberanía, como si fuera un concepto decimonónico en desuso.
Otra de las posturas inflexibles de la premier Margaret Thatcher fue su crítica razonada a no incorporar en el sistema electoral de la Gran Bretaña la figura de diputados de representación proporcional: su razón era la siguiente. Semejante tipo de MP, nosotros diríamos diputados, no representan el sentir de la voluntad popular en un determinado distrito electoral. Los distritos se ganan por un voto y así funciona la democracia. Más criticable desde la óptica Tory que centenariamente ha vivido en una realidad bipartidista, lo normal es que los diputados beneficiados por el sistema proporcional resultan ser “compadres” de las dirigencias partidistas. Y por último, pero quizá más determinante en el credo thatcheriano: con los proporcionales se daba y se da entrada a peligrosos partidos políticos de agendas radicalmente extremas. Más peligroso aún, las coaliciones partidistas podrían materializar alianzas contra natura en términos políticos.
Alianzas partidistas cuyo único objetivo es llegar o mantenerse en el poder, dejando de lado la coherencia programática que en términos políticos significa convencer al ciudadano de la idoneidad de un determinado proyecto de nación. Estimado lector, ¿le suenan algunas de las objeciones thatcherianas respecto al último proceso electoral mexicano que el día en que se escriben estas líneas sigue produciendo desviaciones, más que sorpresas? Del lado gobiernista la alianza MORENA-Verde Ecologista, en la arena de la oposición PAN-PRI. En las dos alianzas electorales los liderazgos partidistas discriminaron las candidaturas ciudadanas e impusieron como candidatos plurinominales para Diputados y Senadores: de los cuates los propios líderes partidistas se beneficiaron del reparto del pastel y seguirán mamando del presupuesto público. A lo anterior se agregan los chapulines que en los últimos sexenios han saltado de un partido a otro y los impresentables “independientes”, que son más parciales que un seguidor del trumpismo, del presidente Milei o del voxismo español.
Lo escrito en el anterior párrafo nos lleva a exponer un problema mayor que necesita reformarse para antes de tres años: todo el entramado alrededor de los procesos electorales en México es una genuina porquería. Porque es una porquería se han dado todos los excesos, todas las desviaciones y los resultados electorales para un sector MINORITARIO del país son insufribles. Los partidos políticos que materializan millonarios intereses de la partidocracia en México hicieron sufrir a la ciudadanía con campañas electorales que no eran ni debían ser campañas de acuerdo a los criterios del INE, luego se materializaron las pre-campañas y la campaña propiamente dicha. Han sido años de escuchar sandeces. Otra vez, estimado lector, seguramente se percató que durante una semana posterior a la elección del 2 de julio desaparecieron los anuncios de TODOS LOS PARTIDOS. Yo fui muy feliz pero el gusto me duró muy poco. Volvieron a escucharse las sandeces del PAN y las sandeces al cuadrado del PRI y se siguen escuchando las del desaparecido PRD. ¿Dónde está la autoridad electoral para bajar de los medios electrónicos los anuncios del último que hoy (29-08.24) perdió a sus dos senadores de pacotilla? En el caso de MORENA el triunfalismo ha sido totalizante, sin ningún tipo de crítica a lo que no han resuelto.
Los tres poderes de la Unión, la ciudadanía a partir de individuos como de organizaciones civiles deben obligar a los partidos políticos mexicanos a auto-reformarse. Yo sé que ello es muy difícil porque como ya dije, se tocan intereses millonarios, pero como ha sido señalado arriba: la podredumbre del sistema electoral en México quizá no aguante otra elección como la del 2024.