Cambio de Régimen

 

*Se Avecina un Despotismo no Ilustrado 

Como el Nuevo Régimen de Gobierno

 

*Populismo que se Disfrazará de Democrático

y Apegado al Derecho. Psicólogos a la Inversa

 

*¿Será el Adiós del Texto en el Artículo 40 de la

Constitución Aprobado en Querétaro en 1917? 

 

POR EZEQUIEL GAYTÁN 

 

La Constitución mexicana precisa en su artículo 40 que es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal. Léase, es el régimen de gobierno que finalmente se logró después de casi un siglo de cuartelazos, el movimiento de Reforma y la Revolución. El significado de ese consenso es crucial, pues se alcanzó como un producto derivado de disputas violentas y de confrontaciones fratricidas. Consecuentemente somos: a) una república y no una monarquía, pues la idea es que la soberanía se asiente en el poder del pueblo y todo acto de gobierno sea el resultado del debate de representantes populares que legislen leyes proclives al bienestar popular y, de ser posible, a la justicia. Dichas leyes deben ser ejecutadas por personas servidoras públicas y no un monarca, que sea supervisado por un poder judicial que con ánimo preventivo y, en su caso correctivo, sancione a quienes violen dichas leyes; b) representativa mediante la elección libre, directa y secreta de nuestros legisladores (senadores, diputados federales, diputados locales y miembros del cabildo), así como de los titulares de los poderes ejecutivos federal, estatales y municipales; c) laica) en la cual las instituciones religiosas no injieren en la conducción de la nación y, d) federal que es lo contrario al centralismo, pues los estados son libres y soberanos en lo concerniente a su régimen interior. Lo anterior es fundamental en términos del análisis estructural de nuestra forma de gobierno y consecuentemente habrá quien insista que, en la ortodoxia jurídica. No obstante, el mayoriteo de Morena, no estaremos cambiando de régimen de gobierno. 

 

Sin embargo, ante el mayoriteo que se avecina podríamos ser testigos de que Morena y sus partidos satélites modifiquen dicho artículo y agreguen alguna categoría que cambie el régimen de gobierno que está plasmado desde 1917. Pero aunque Morena no modifique el artículo 40, lo que queda claro es que en términos políticos, México, a partir de la administración Sheinbaum, ya nos impone un cambio de régimen, ya que desde el punto de vista político los mexicanos viviremos en una nación de partido de Estado, sin debates en la Cámara de Diputados, sin contrapesos ni división de poderes, sin estados fuertes y soberanos, sin la garantía del gobierno abierto y mucho menos del acceso a la información, pues aunque siga siendo un Derecho Humano, la función estará monopolizada por una secretaría de Estado y el gobierno será juez y parte. Léase, ya será discrecional que la autoridad nos garantice institucionalmente la rendición de cuentas. Se avecina un regreso, lo correcto es decir un retroceso en materia electoral, ya que la secretaría de Gobernación volverá a conducir los procesos electorales. También las telecomunicaciones estarán plenamente controladas por el Estado y eso abre la posibilidad del control de las redes sociales. Habrá que agregar que la competencia económica dejará de estar regulada y eso podría significar el regreso a las empresas públicas monopolizadoras de la prestación de bienes y servicios. Tristemente se avecina el fin de la mejora continua en materia educativa y veremos caer aún más abajo la calidad de la educación en México.

 

Seremos testigos, pero no mudos, del cambio y retroceso de la vida institucional y de la democracia en nuestro país al ver un cambio de régimen en el cual las fuerzas políticas se realinean en favor de un partido de Estado que se niega a debatir.

 

Algunos sostendrán que el parlamento estará abierto, pero ya vimos que, en su cinismo, los diputados de Morena sostienen la tesis de que la gente hable y se manifieste, pues no tenemos que atender sus sugerencias, ni modificar una coma. 

 

Se avecina un despotismo no ilustrado como régimen de gobierno y lo sostengo ante las claras evidencias, declaraciones y comportamientos del presidente López Obrador y de su decidida actitud de establecer un Maximato. Ante la anulación de los órganos constitucionales autónomos y ante el eminente asesinato del poder Judicial en México y su próxima resurrección en forma de zombi. 

Prácticamente todas las nuevas fuerzas políticas de la realpolitik están concentradas en un solo partido político, ahí se definirán cupularmente en un amasiato con el Morena-gobierno las nuevas políticas de Estado, pues por lo visto los actuales partidos políticos y la carabina de Ambrosio son lo mismo. Consecuentemente las políticas públicas serán las mínimas y tenderán a privilegiarse las del Estado marginando a la sociedad civil y se reconfigurará una nueva élite bicéfala, tipo la Coatlicue, por un lado, el proceso electoral manipulado por la Secretaría de Gobernación y, por el otro, un Tribunal Electoral subordinado al poder Ejecutivo; claro está bajo la astucia del populismo que se disfrazará de democrático y apegado al Derecho, dirían los psicólogos expertos en psicología inversa. Ese nuevo binomio hará politiquería, pero acusará de politiqueros a los críticos del gobierno, violará a su conveniencia las leyes, pero argumentará que su autoridad moral y política se los permite. Creará más pobreza, pero exaltará al pueblo bueno, sabio y abnegado y condenará a los ricos y las clases medias. En fin, se avecina un cambio de régimen y a quienes queremos una democracia plural, tolerante, incluyente y abierta nos acusarán de retardatarios y conservadores enemigos del pueblo.

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