Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
La despedida ha sido larga y tediosa. Visitar las 32 entidades para darle las gracias al pueblo bueno por haberle permitido que su movimiento se mantenga en el poder, ha sido, sin duda, el hábitat en el que más cómodo se siente. Escuchar el “himno” del honor y escuchar las ovaciones a diestra i siniestra de parte de los “beneficiarios” de programas sociales y de la “solidaridad” surgida mediante la entrega de billetes azules con cinco ceros, hacen que el pecho se ponga henchido.
Para sus adentros, reflexiona y confirma que no se equivocó. El egocentrismo al cuadrado lo tiene de pie, aunque la salud esté cada día más quebrantada.
Mañana, domingo primero de septiembre, tomará la Plaza de la Constitución para “reventarla de gente” y establecer un récord de asistencia gracias a su “popularidad y buen gobierno”.
Será el VI y ¿último? Informe de gobierno de quien pretende arrebatarles los primeros lugares en la historia a Miguel Hidalgo y Costilla, Benito Juárez y Francisco I. Madero, quienes sí realizaron transformaciones que dieron independencia, rompieron el poder del clero y desplazaron al dictador para establecer el sufragio efectivo, no reelección.
A lo largo de estos 5 años y 9 meses -que inicia mañana- y en 30 días tendrá que desalojar el Palacio Nacional, en donde jamás pagó renta ni servidumbre y menos alimentos, las contradicciones del huésped temporal, fueron como las sinfonías y la ópera: in crescendo.
Cierra el ciclo oficial como presidente de los Estados Unidos Mexicanos con una transformación en marcha que tiene el objetivo de destruir lo que costó dos siglos edificar. Ha sido uno, si no es el más, poderoso en el ejercicio del poder. Destrozó el Legislativo. Impuso récord de mentiras. Multiplicó los fracasos y sus gobernados, aquí sí todos los habitantes del país, pagaron los platos rotos y todavía deben.
Durante los últimos 10 días hemos escuchado en la radio, mirado en la televisión y leído en la prensa, el autoelogio de los “logros alcanzados” que, en economía, solamente él los valora; en salud, solamente él los defiende; en educación solo él los entiende y en inseguridad se niega a aceptar la realidad.
Son decenas de asuntos que quedan pendientes y otros tantos cerrados, como la amenaza permanente a los comunicadores, analistas y medios de comunicación en general. Al menos un centenar de periodistas han sido asesinado. Poco más de cien mil personas están desaparecidas. El número de homicidios dolosos arañaron los 200 mil y la relación perversa, no se le puede llamar de otra manera, con el crimen organizado particularmente con los dirigentes del cártel de Sinaloa, mostró que de la inmaculada figura que se autoconstruyó la hizo de barro.
Mamana escucharemos la confirmación de que su gobierno fue para dos México: el de los suyos y el de sus adversarios.
Rendirá un informe, no rendirá cuentas. Porque esas se encuentran en la oscuridad de las cavernas, en donde solamente él puede estar dentro.
Y dejará un país incendiado literalmente y con un barril de energía nuclear listo para hacerse volar a la menor agresión a los estudiantes que protestan por la reforma judicial.
No mirar hacia atrás en asuntos como Tlatelolco o le halconazo además de la larga huelga de 9 meses en la UNAM, es un absurdo.
Recordar que con los jóvenes no se juega, no es ocioso.
Por ello, mañana en su VI y ¿ultimo? Informe, sacará a relucir todos y cada uno de los logros, como haber permitido que el doctor muerte atendiera la pandemia y dejara en su recorrer 8oo mil fallecidos.
Ya escucharemos las loas. Las ovaciones. Y en respuesta dirá: lo hicimos todos.
¿Todos Kimosabi?
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