Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
En el “deporte” de jalar la cuerda ganan los que tienen mayor peso, fuerza y talento para saber el momento preciso en dejar la tensión y hacer caer a los adversarios.
Es una experiencia sorprendente. Si todos se ponen de acuerdo, en ambos bandos, es divertido y produce satisfacción en los vencedores y, aunque los derrotados digan que se “hizo trampa”, al final de la jornada todos los participantes terminan abrazados y convidados a una nueva “batalla”.
Ellos, los que jalan la cuerda no hacen pausas. Tampoco rompen relaciones con “amigos” que se han cultivado mutuamente durante poco más de tres años. Tiempo, por supuesto, en el que las diferencias existieron y, sin embargo, mediante el diálogo lograron superarlas.
Haber pausada su relación, podría haberlos alejado y provocado cierta mucha molestia del que fue informado que la amistada “está en pausa”.
Advertir los riesgos que conlleva la reforma al Poder Judicial de la Federación y a los estatales, no es injerencismo. Podría darse el caso en un país en donde no hay leyes, la democracia es un disfraz y el estado de derecho no existe.
En un país donde desde Palacio Nacional se “exige respetar la Constitución”, no cabe pausar la relación con el embajador de Estados Unidos y es un despropósito llamar injerencismo una opinión que busca proteger a sus connacionales, los que han invertido miles de millones de dólares para instalarse en México; han creado empleos mejor remunerados que los salarios de la falsa austeridad republicana.
Los embajadores responden a la política de sus presidentes, a los que representan plenipotenciariamente, lo que significa que hablan a nombre de su país, no de su jefe directo.
Ken Salazar, abogado litigante en su momento, conoce el sistema judicial de su país y, dígase lo que se dijere, es bastante más eficiente que el mexicano y de otros muchos países, sin demérito de quienes integran en México el poder que se busca destruir y edificar uno nuevo sobre las bases de la improvisación.
No es el diplomático el único que cavila sobre la intromisión del crimen organizado o de los poderosos ricos del país, durante la elección de los ministros, magistrados y jueces. Es opinión generalizada entre quienes entienden que los policías y los ministerios públicos no forman parte del Poder Judicial. Si un ciudadano es maltratado, acusado indebidamente de un delito por un jenízaro y si el ministerio público cree más en la palabra del uniformado que del detenido -al que le sembraron las pruebas para llevarlo ante la justicia-, el afectado dice que es la justicia.
Es poco conocido que el administrador de la justicia es el Poder Judicial y la procuración de justicia corresponde a las Fiscalías, antes procuradurías y por tanto es común que se piense que el juez es el culpable de su detención o de la multa impuesta.
Quienes conforman el séquito de sumisos del huésped temporal de Palacio Nacional en el Poder Legislativo, por supuesto que defienden las ideotas -ideas grandotas- de su jefe. A grado tal llega la defesa hacia el señor López, que llaman a los mil 100 jueces federales que acudieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos “traidores a la patria”.
Para los descalificativos provenientes de los palacios Nacional y Legislativo, no hay pausa.
Puntualizar que la pausa es con el embajador no con la Casa Blanca, devota abuso de poder. Con alguien superior, simplemente arroja la toalla.
Decirles a los estadounidenses: tienen que aprender a respetarnos, nosotros no vamos y les decimos qué hagan. La amnesia aparece de nueva cuenta. ¿Acaso no ha insistido en que en el Capitolio aprueben la reforma migratoria del presidente Biden?
Allá no lo toman en cuenta y menos le dicen que es injerencista.
Cuando critica los apoyos multimillonarios a Ucrania y pide que Washington aporte mil millones de dólares para frenar la migración centro y sudamericana, ¿alguien le dice injerencista?
Dos puntos bastan para confirmar que observa la hoja del árbol en el ojo ajeno sin mirar la viga propia.
¡Otra pausa!
¿Habrá forma de que haga una pausa en su maniqueísmo?
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