Presión en Palacio

SE COMENTA SOLO CON…

CARLOS RAMOS PADILLA

Recordaba en pasadas colaboraciones una de las reglas no escritas del sistema político nacional: en el último año del sexenio el presidente se alejaba para que él electo tomara el control y fuera definiendo su estrategia de gobierno. 

 

Pero hasta en eso, esta elección cambió amlo, entre tantas promesas fallidas, prometió alejarse de la política y retirarse a su rancho al término de su mandato. 

 

Hoy se cumple lo que tanto se había anticipado: no se retira, no se va e intenta imponer sus condiciones a Sheinbaum. Parece que la gira por el norte del país sirvió a amlo para apretarle las tuercas a Claudia y dejar en claro que la presidencia la seguirá ejerciendo él. 

 

Pide que sus reformas a la constitución se aprueben antes del término legal de su sexenio, pero ahora pretende que por lo menos la mitad del gabinete presidencial lo nombre él para permitir la “continuidad del movimiento”. 

 

La presencia de amlo pretende concentrar todos los poderes del país en su persona. Hay quienes califican esta actitud como dictadura y otros más como una manifestación plena del imperialismo absoluto. Sheinbaum ganó espacios, muchos espacios, siendo incondicional y leal a amlo. El tabasqueño lo sabe y tan es así que Sheinbaum está donde está por él. Los cobros de facturas entre ellos es una condición natural de supervivencia. Se saben sus modos, su historial, sus formas y sus trampas. 

El ejemplo más palpable del dominio de amlo sobre Sheinbaum fue evidente cuando en una mañanera señaló que la candidata no habló de los logros de “su” gobierno en uno de los debates a la presidencia. Al siguiente evento Claudia cumplió y convirtió al debate en Informe de gobierno salpicando a amlo de loas y triunfos, para muchos considerados mentiras y defensa de lo indefendible.

 

La retórica, las arengas, el contenido e incluso el tono y las palabras de Sheinbaum en su campaña eran, si no copia, sí muy similares al comportamiento del tabasqueño. Una segunda imposición de amlo fue dar a conocer, antes que Claudia, que el secretario de Hacienda continuaría en el cargo asunto que obligó al funcionario a aceptar horas más tarde. Me recordó como cuando amlo, sin previo aviso, propuso al rector Juan Ramón de la Fuente como secretario de gobernación, sin siquiera haberlo consultado y menos a Ebrard a quien ya había prometido el cargo. 

 

Nada conveniente para Claudia prestarse a cumplir las órdenes, más no sugerencias de amlo. Por principio tendría que frenar las reformas constitucionales para dar un mensaje de tranquilidad a la población y a los mercados financieros. Evaluar la necesidad de esas modificaciones en beneficio del país y buscar, eso sí, cambios sustantivos en cada una de las instituciones, empezando por el gobierno, para sacudirnos de la pesada burocracia, abusos y corrupción.

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