Admirando Espectaculares Amaneceres,  Ocasos y Estrellas Frente al Mar de Cortés 

 

*Son una Paleta: se Pintan de Colores Naranjas, Violetas, Rosas o Rojos

*Repleto de Estrellas Mientras un Carrusel de Satélites Surca la Inmensidad

*Y a la Vista las Constelaciones de Géminis, Leo, Escorpión

*Observar a Quienes en Estos Lares Practican la Astrofotografía

*Recorrido del Territorio de los Hombres del Desierto y Caminando Sobre Sal 

SUSANA VEGA LÓPEZ,

Enviada

PUERTO PEÑASCO, Son.- Nos encontramos en Campo La Salina, que está ubicado en la reserva del Alto Golfo de California y Delta del Río Sonora. Visitamos varias playas vírgenes; admiramos el amanecer y cómo se metía el sol; nos bañamos en las playas del Mar de Cortés, y por la noche contemplamos el cielo porque en Sonora se tiene uno de los mejores cielos para observar las estrellas y tomar fotografía nocturna.

Durante el camino -salimos a las seis de la mañana de Hermosillo- salieron lagartijas, ardillas del desierto, juancitos (ardillón cola redonda) y cuervos; por la tarde, en la playa, pelícanos, gaviotas, garzas y se alcanzaron a escuchar y ver leones marinos, así como algunos peces (lisas) que brincaban mucho ¡y un coyote que caminaba por la playa evitando tocar el mar!

Y es que llegamos directamente a la playa luego de caminar por el desierto y bajar para aprovechar y sentir el mar. Al entrar al agua, sentir el nivel en las rodillas y comentar del lugar, el mar se alejó. Caminamos hacia él y a los pocos minutos ya no estaba, ¡se alejaba!

SONORA Y SUS 

ATARDECERES

Maravillosos y espectaculares son los cielos sonorenses, sin importar si hay o no nubes, pues se pintan de colores naranjas, violetas, rosas o rojos; tal vez por la costa del litoral (Golfo de Santa Clara) hasta San Carlos, siempre se colorean de manera impresionante. Escenarios que muestran para asombrar y ser capturados por los amantes de la fotografía de paisaje.

Cuando disfrutábamos de un lunch llegó el atardecer y la vista fue hermosa.

LAS ESTRELLAS 

Y LA LUNA

Por la noche, cerca de donde empieza la nación, el territorio de los hombres del desierto (Tohono O’Odham), pernoctamos en las únicas habitaciones que se encuentran en esa zona para disfrutar de esta experiencia.

Se escuchó un tecolote o un tipo de búho. También nos sorprendió un murciélago que, acotó el guía mayo Juan Cipriano Esquer Delgado, éstos vienen a tener a sus crías a este lugar, lo que se relaciona con la floración de los saguaros y cactáceas.

Apuramos el tiempo parta salir a ver el cielo repleto de estrellas -algunas fugaces (meteoros)- mientras que varios satélites surcaban la inmensidad. Algo que maravilló; que nos trasladó a otro plano fue contemplar un sinnúmero de estrellas de ese cielo sonorense.

Como estábamos en transición de cielo de verano (fuimos a finales de mayo) pudimos ver la constelación de Géminis, Leo, Escorpión, y nos impactó cómo se iba elevando el centro intergaláctico.

Ver la inmensidad nocturna; la magnitud de la bóveda celeste, nos llevó a la reflexión; se piensa que realmente somos unos seres pequeños ante el universo tan vasto, “aunque no debemos sentirnos pequeños porque todos tenemos los mismos componentes que las estrellas; es por eso que nos sentimos conectados con el cosmos”, precisa el guía, Juan Cipriano Esquer Delgado.

Y tal vez porque compartimos los elementos que tienen las estrellas, pero en diferentes cantidades -y con otros más componentes del ser humano- es que a muchos nos gusta ver el cielo nocturno, pues nos sentimos, de alguna manera, conectados con él.

Desafortunadamente en muchos lugares esta visión se reduce por el crecimiento de las ciudades y la contaminación lumínica, comenta Juan. Hay que cuidar y proteger los cielos nocturnos, precisa el guía.

Una experiencia única que parecía que estábamos en un observatorio y sí, pero en vivo y en directo y aquí es donde se practica la astrofotografía, por lo que se debe estar a cierta hora, según la fase de la luna.

Afirma el guía que el hecho de que veamos la luna de diferentes tamaños es por un efecto de nuestra mente que trata de comparar la luna cuando sale del horizonte con lo que tenemos más cerca, que puede ser una montaña, un edificio, árboles… al compararlo con esos objetos es que apreciamos una luna más grande o más pequeña, pero en realidad la luna tiene un mismo tamaño. Cuando va subiendo en el cielo pensamos y vemos que es una luna mucho más grande, porque está en la inmensidad del cielo. Pero su tamaño es el mismo, aunque el color cambia de dorado a plateado…

Las mejores fechas para tomar fotos nocturnas y observar las estrellas, son:  pocos días antes de la luna nueva, y pocos días después. De marzo a octubre toca ver el centro galáctico (la parte más densa de estrellas de la Vía Láctea), y en marzo las estrellas se ven muy entrada la madrugada y, conforme avanzan los meses, el centro galáctico sale más temprano.

Octubre es el mes indicado para ver la Vía Láctea, un rastro de estrellas más delgada y de color blanco. En las fotos, el centro galáctico se observa con colores; las cámaras captan: naranjas, rosas… dependiendo de las estrellas y galaxias. A simple vista, el ojo humano no aprecia ese tipo de luz ni radiación, pero las cámaras sí captan ciertos espectros lumínicos, por lo que las fotos son muy diferentes.

CARRUSEL 

DE SATÉLITES

De pronto, al mirar hacia otro punto -previo consejo de Juan Cipriano, nuestro guía mayo- nos sentimos afortunados de estar en el lugar y momento preciso para observar el paso de el carrusel de satélites de Elon Musk, una red de satélites que mandó el empresario para darle internet a la mayor parte del mundo. ¡Fue inesperado, impactante!

El guía tomó fotografías de larga exposición por lo que se configuró la cámara con un iso alto, con diafragma muy abierto (para captar más luz) y dejó abierta la cámara entre 10 y 15 segundos para poder capturar las estrellas.

Más entrada la noche se apreció la salida de la luna. ¡Sí!, en lontananza se apareció la cresta de la luna que rápidamente se asomó en su totalidad. Después de su presencia las estrellas se fueron escondiendo tímidamente porque la oscura inmensidad cobró algo de luz.

AURORA BOREAL

En días pasados, en la noche del 10 de mayo para amanecer el 11, cuando se habló de la llamarada solar -que fue un espectáculo bastante difundido en Sonora, en las playas de San Nicolás, (cerca de Hermosillo)- varios fotógrafos tuvieron la oportunidad de captar unos cielos impresionantes, por lo que las fotos fueron únicas. Se vieron auroras de color rosa desde las nueve de la noche hasta las cuatro de la mañana.

Todavía -a decir de los científicos- no alcanzamos el pico de actividad de esos años del sol y es posible que a finales de este año o a principios de 2025 se repita este fenómeno de las auroras boreales en México, aseguró Juan Cipriano, quien añadió: “Habrá que estar atentos. Hay aplicaciones que te pueden avisar cuándo puede haber una oportunidad de ver una aurora boreal”. Tocó la hora de dormir.

AMANECER EN 

EL DESIERTO

Al día siguiente, muy temprano, se escucharon coyotes a lo lejos. Recibimos el amanecer en una parte del solar del Campo La Salina para lo cual salimos a las cuatro y media de la madrugada. Caminamos rumbo a las salinas con agua. Al subir las dunas dábamos un paso y parecía que retrocedías dos. La arena se siente fresca. Ya arriba, en lo alto de las dunas, vimos el horizonte cómo se iluminaba poco a poco con amarilllos, naranjas, lilas, rosas, violetas, morados, azules… el salar ya se mostraba blanco total.

De regreso, el panorama fue distinto. El suelo, seco, desprendía destellos de brillante luz. Observamos esqueletos de peces cubiertos de sal; más allá una máquina (de esas que usan para quitar o escarbar la tierra) que se quedó atrapada en medio del agua. En el camino, huellas de algún felino.

¿NIEVE? ¡NO! SAL

Antes de pasar a la zona que se presenta tan blanca como la nieve o tan blanca como la sal, se debe pedir permiso para entrar, para estar ahí, a I’itoi un hombre del desierto.

Así -y, apelando a lo que cada uno cree- se aconseja un minuto de silencio con el debido respeto a cada quién. Acto seguido, si quieres, te quitas el calzado para sentir el suelo tapizado de sal. Se lee un letrero que dice “NACIÓN TOHONO O’ODHAM. SITIO SAGRADO. PROHIBIDO EL PASO”.

La sal se siente fresca y forma una especie de crestas, de hileras con bordes; más allá se aprecia la sal cristalizada, con agua. Advierte el guía de En Marcha MX que si pisas el área mojada por mucho tiempo se pueden comenzar a escollar las plantas de los pies.

Más adelante se yergue un bastón de mando del que cuelgan varios listones. “Lo colocó José María, uno de los jefes, pero con el sol y la sal se ha ido decolorando. Cada listón significa una caminata que ha hecho por el campo de sal”, explican.

 La empuñadura del báculo tiene forma de águila “porque simboliza liderazgo, valentía, que pueden sobrevivir en áreas complicadas”.

Afloran formaciones de sal creadas a capricho por el viento, por el sol; parece que estás ¿en la luna?, o en algún otro planeta, todo blanco.

El guía explica que, en una ocasión, una bióloga tomó un poco de la formación y le echó agua oxigenada, y hubo reacciones diversas porque es material orgánico. También han ido genetistas, geólogos y más científicos a estudiar el suelo.

En ocasiones se ven tintes rojizos sin que haya alguna explicación. Al pisar se escucha como si se caminara sobre hojas secas.

I’ITOI, LA LEYENDA

Cuenta la leyenda que I’itoi tenía la capacidad de hacerse grande y chiquito (como el chorrito) y era quien les enseñaba a los Ixs Tohono O’odham sobre medicina, sobre las artes, el poder de la curación. Se hacía grande cuando peleaba con una bruja y otros seres para defender a los hombres del desierto. También se habla de una víbora que se comía a los hombres y, entonces, él peleaba con ella.

EN LA NACIÓN 

TOHONO O’ODHAM

En ocasiones se llegó a pensar que la tribu de los Ixs Tohono O’odham (que en su hablar significa “hombre del desierto”) vivían en Sonoíta, en El Pinacate (donde, dicen, fue el lugar de la creación, donde se originó la vida), así como en Puerto Peñasco y en otros lugares más que forman parte de su reserva.

Lo cierto es que su territorio abarcaba más allá de lo que ahora es la frontera con Estados Unidos. Y es que, en 1848, con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, y seis años más tarde (1854) con la Venta de la Mesilla, cuando concluye la transferencia de 55% del territorio mexicano a los Estados Unidos, se fijó la frontera en medio del Río Grande.

Fue así como la reserva de los hombres, del desierto quedó dividida por la frontera y a la fecha pelean por su territorio porque la sal es muy preciada para sus ceremonias ancestrales.

Así, Sonora no sólo es desierto, playas, valles, pueblos mágicos, coloniales, bosques, sierras, gastronomía que deleita (carne asada, tortillas de harina, caldo de gallina pinta, caldo de queso, chilpetín). 

¡Sonora es más!

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