Otra Modesta Propuesta:
CARLOS BORTONI*
Más de una brillante mente brillante de nuestra opositora oposición en permanente oposición a todo lo que tenga sentido, pasando por la libertadora Denise Dresser ―cuyo nombre debería estar escrito en letras doradas en el Congreso― y el erudito salinista Héctor Aguilar Camín, se han dado cuenta que si Claudia quiere demostrar que no es el títere de López Obrador, tiene que dar la espalda a la continuidad obradorista y al llamado “plan C”, de tal forma que deje claro que ella tiene su propia agenda, sus propios principios y ―sobre todo― que nadie le manda. Porque la duda está ahí, no pueden esperar que alguien en su sano juicio piense que Claudia está convencida de la Cuarta Transformación e impulsará el “plan C” porque cree en el “plan C”. No. Si lo impulsa, quedará claro que quien gobierna es Andrés Manuel y no ella. Si se apega a lo que propuso en campaña, si honra su palabra, será evidente que no es más que un títere al servicio de una agenda que le ha sido impuesta.
Desde luego que no faltarán quienes piensen ―con ilusa ilusión― que Sheinbaum está obligada a respetar la voluntad popular expresada en las urnas y defender las reformas, las 18 reformas que impulsó en su campaña como parte del “plan C”. No faltarán quienes consideren necesario apegarse al plan propuesto y por el que la gente voto ¡Menuda tontería! Si algo saben Dresser, Aguilar Camín, Alito, Marko y la oposición entera es que lo que pasa en campaña se queda en campaña, que no hay necesidad de llevar la campaña al gobierno y cumplir lo que se ofreció. Claudia tiene todos los elementos para ignorar el voto de la ciudadanía y no realizar ni una sola de las 18 reformas. Quizá pueda elevar a rango constitucional la prohibición del maltrato a los animales, pero las otras 17 reformas ¿qué?
Es más, las otras 17 reformas deben ser el legado claudista que ponga un alto al obradorismo que representa, si quiere demostrar que no es títere de nadie, Claudia debe sacudirse a AMLO y sacudirse también a los votantes, a la ciudadanía entera y consolidarse como una presidenta que ni vea ni oiga a nadie y haga nada de lo que se comprometió a hacer. Para consolidar la transformación
Claudia debe dejar todo intacto. De lo contrario, de insistir en cumplir con el “plan C” demostrará que está al servicio de la democracia, de una democracia en la que el pueblo decide que camino quiere que tome el país, una democracia sin contrapesos a la tiránica tiranía popular, sin contrapesos que cuiden, vigilen, resguarden, protejan, conserven, custodien, mantengan, velen y preserven, los privilegiados privilegios de las clases privilegiadas, de nuestro heroico empresariado, de jueces y magistrados que pueden perder su seguro de gastos médicos mayores, de la casta dorada, de los factureros, de quienes evaden impuestos y tantos otros nobles profesionales parasitarios cuyo ejemplo es el principal motor de la clase aspiracionista.
Revisemos el impacto negativo de algunas de las reformas propuestas. Reformar el Poder Judicial para que magistrados, jueces y los integrantes del Consejo de la Judicatura Federal sean electos mediante el voto popular en las urnas, topar sus salarios y reducir su número, solo abonará a fortalecer un sistema democrático que ya ha demostrado ser un peligro en manos de la gente, ¿Quién defenderá a los evasores fiscales si no están los magistrados elegidos por los grupos de interés? Reformar el sistema político para revisar el tema de los diputados y senadores plurinominales que se representan a si mismos dejará sin representación a Lilly Tellez, a Alito Moreno, a Beltrones y a tantos otros por los que nadie vota, del mismo modo que reducir el financiamiento de los partidos políticos no hará otra cosa que eliminar el atractivo de formar un partido político y lucrar con el dinero público. Desaparecer los órganos autónomos, que sólo son autónomos de la decisión popular implicará volverle a poner esas cadenas al poder económico que los libertadores de la academia y la comentocracia le habían quitado. Revertir las reformas a las pensiones aprobadas en 1997 y 2007 por los presidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, y garantizar que los trabajadores puedan jubilarse dignamente, provocará que la gente quiera dejar de trabajar, que nadie se esfuerce por sobrevivir o morir en el intento.
Entrados en gastos: Insistir en dignificar y democratizar la vida pública y las condiciones de la gente, así como en ampliar derechos a quienes históricamente se han visto excluidos del acceso a los derechos, reconociendo en la Carta Magna a los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos, dándole nuevamente el rol de empresa pública estratégica a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), reconociendo a la Guardia Nacional como una fuerza policial de carácter permanente y adscrita a la Secretaría de la Defensa Nacional para hacer frente a la violencia e inseguridad generadas, principalmente, por el crimen organizado, crear un sistema de salud que garantice la atención médica integral, universal y gratuita, que incluya estudios médicos, intervenciones quirúrgicas y medicamentos necesarios, prohibir la contratación o adquisición de bienes o servicios innecesarios o superfluos, blindar los salarios de docentes, personal de seguridad, médicos y enfermeras, para que sea equivalente al salario promedio registrado en el IMSS, elevar a rango constitucional programas sociales, elevar también a rango constitucional el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, castigar con cárcel la producción, preparación, venta, compra, importación, exportación, transportación y distribución del fentanilo y todas las drogas sintéticas, prohibir la producción, distribución y venta de cigarrillos electrónicos, vapeadores y cualquier aparato similar, prohibir el maíz transgénico en suelo nacional, blindar el consumo de agua para uso doméstico y negar concesiones de uso de agua en zonas con baja disponibilidad, prohibir la extracción de hidrocarburos a través del fracking, elevar a rango constitucional la prohibición del maltrato a los animales, fomentar los servicios de trenes de pasajeros, y ampliar las facultades del Infonavit, no traerá nada bueno para quienes lucran con la lucrativa posibilidad de hacer negocio con las necesidades del grueso de la población ¿En verdad queremos eso?
Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es “Historia Mínima del Desempleo”.
*@_bortoni