“Cuidar de Ella”, Jean-Baptiste Andrea. ADN Alianza de novelas, Barcelona, 2024. 456 páginas.
“Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado”.
Francisco de Quevedo
DAVID MARKLIMO
Decían los Beatles en una célebre canción que el amor es todo lo que se necesita. Que no hay nada que pueda ser dicho que no haya sido dicho, que no hay nada que pueda ser hecho que no haya sido hecho. Es, digámoslo, una fuerza motora, capaz de crear. Pero, ¿es capaz de destruir?
Se podría decir que el amor destruye y de esta destrucción potencialmente puede nacer una creación (La destrucción o el amor, como el poemario de Vicente Aleixandre). Tema harto recurrente a lo largo de la historia de la literatura: ahí está el caso Romeo y Julieta, los desgraciados amantes, Calisto y Melibea, en La Celestina. Amar es una apuesta riesgosa, el desamor es un infierno, es una muerte en vida, tal y como lo señaló Igor Caruso en su libro La separación de los amantes. Una fenomenología de la muerte.
No hay que olvidar esto al leer Cuidar de ella, del francés Jean-Baptiste Andrea, una historia de amor ambientada en la Italia Fascista. Por decir algo, no muy revelador, Mimo trabaja como aprendiz con un escultor de poca monta, pero tiene talento. Viola Orsini tiene demasiada ambición para resignarse al papel de esposa que se le ha asignado desde la cuna. Estamos ante una idea muy particular del destino. Mimo sacó las cartas equivocadas, nació pobre, es aprendiz de un insignificante escultor. Por el contrario, Viola Orsini nació bendecida por la suerte: una heredera de una familia aristocrática.
Los protagonistas quedan perfectamente retratados: Mimo, torpe pero deseoso de mejorar; Viola, una mujer de una inteligencia superior y una personalidad extremadamente fuerte. Evidentemente, no estaba previsto que se conocieran. Pero, cuando se encuentran, juran no separarse nunca. Mimo y Viola no pueden vivir juntos ni estar separados durante mucho tiempo. Unidos por una férrea atracción bajo el telón de fondo de Mussolini, atravesarán los años de furia y el destino, ese cruel payaso, tejerá sus redes. Pero no se nos debe olvidar que las historias de amor suelen venir a pares: por una parte, el objeto de deseo, que cuando no lo obtienes ocasiona un sentimiento extremo de venganza; por otro, el arte y la expresión artística más duradera, la escultura. Estamos, y de qué forma, ante una novela sobre la escultura, el trabajo orfebre, tallar, picar, dar forma. Esto que se crea se verá en todos lados, todo el tiempo. La escultura, a fin y al cabo, vista como un proceso de depuración. No es un detalle menor. ¿Qué nos dice eso del amor y la pasión amorosa?
Es claro: estamos ante una bella historia, con personajes muy sorprendentes que son, a la vez un contraste permanente entre luces y sombras. Quizá por eso esta historia es un poco distinta a las otras: en el amor se suele ver la luz y se olvida la oscuridad. Pero aquí, esa dualidad está presente todo el tiempo.
También existe otra mirada, quizá más sutil y delicada, que da paso a lo político. Aunque este no es un libro sobre el ascenso del fascismo, ese es el telón de fondo. Vienen las preguntas a la narración: ¿la historia solo puede avanzar a través de estas crisis políticas? ¿Tiene, la historia, que pasar necesariamente por ahí para salir adelante? La respuesta es sí. Mimo se vengará del destino, pero ¿de qué le sirve la gloria si eso significa perder a Viola? ¿Cuál es el precio que hay que pagar?
“Cuidar de ella ganó el premio Goncourt, el más importante de las letras francesas, en 2023.