El Peligro de la Utopía

 

DAVID MARKLIMO

 

En 1937 se cumplieron 20 años del triunfo de la Revolución en la Unión Soviética. Dicha fecha es importante, porque se estaba a las puertas ya de un gran conflicto en Europa y recién se estaba construyendo una nueva sociedad. ¿Cómo era, qué características tenía? Son las preguntas que el gran historiador Karl Schlögel, experto en la Unión Soviética, se hizo. Para responderlas utilizó el arte, particularmente la arquitectura. Así, analizó el impacto de la revolución en el urbanismo, básicamente en Moscú. El resultado va a ser la obra Terror y Utopia, considerada una de las grandes obras maestras del sobre la Historia.

Es una obra monumental, porque más allá de de las grandes construcciones, Shölgel se dará cuenta de la gran paradoja de La Unión Soviética: habrá desarrollo urbano (la construcción del nuevo metro, el Canal de Moscú, los rascacielos y la efervescencia cultural) pero dicho proceso viene acompañado por la falta de privacidad, la delación, los falsos juicios, esos procesos que llevaron a la muerte de un millón y medio de personas, en lo que se conoce como el Gran Terror. El impacto, pues, del Stalinismo. Uno se preguntará si habrá relación entre la belleza de la arquitectura soviética y el terror.

Aunque es un libro profundamente largo, más de mil páginas, Shölgel ofrece un panorama de la vida moscovita pasados veinte años del triunfo de la Revolución. Se inspirará primero en Bulgakov, principalmente en su novela El maestro y Margarita, y usando su estructura nos mostrará cómo lo insólito ya no es extraordinario en el país de los soviets. Veremos la construcción del gigantesco Palacio de los Soviets de Boris Iofán que estaba construyéndose sobre los restos de la demolida Catedral del Cristo Redentor y que finalmente resultó inacabado, porque al Gran Terror le seguiría la Segunda Guerra Mundial.

De esta forma, conocemos un país que constituye un inmenso laboratorio social, que se encuentra inmerso en una serie de cambios demográficos debidos a la colectivización forzosa y a la industrialización. Mientras se construyen edificios, se nos hace implícito que estamos ante una sociedad llena de arenas movedizas, de que así como algo se construye al día siguiente puede destruirse. Sin embargo, ese Terror lleva implícita la Utopía de jugar con la modernidad: el desarrollo tecnológico y social avanzará en un breve espacio de tiempo.

Moscú en 1937 es un lugar y un tiempo de síntesis y de homogeneización, pero también de crisis, de permanente estado de excepción, con un poder debilitado en sus cimientos, con un orden social en equilibrio precario.  Incluso, en el año 1937 las autoridades llevan a cabo un Censo de Población, que reflejará que la sociedad moscovita es diversa y compleja. El paradigma es total en todos los ámbitos: económico, cultural, artístico, laboral y social. Nada escapa a este nuevo país que se construye, a esta nueva identidad que desde las altas instancias se intenta crear, y para ello sirven el arte, los nuevos medios de masas, la propaganda, los desfiles los descubrimientos geográficos, etc. y, sobre todo, la violencia política. Porque nada mejor que un enemigo más o menos imaginario contra el que «unir fuerzas». Aparecen en esta visión, testimonios de gran calado, como Lion Feuchtwanger, el embajador estadounidense Joseph Davies o Yelena Bulgakova. 

En Terror y Utopía hay una visión global que va más allá de reduccionismos y que hace que el libro funcione tanto como ensayo sociopolítico, reportaje cultural o novela de terror (la parte de los crímenes es incluso mejor que cualquier novela de Stephen King). Moscú es, al mismo tiempo, laboratorio social, campo de reclutamiento y vanguardia de corrientes artísticas y culturales, pero casi nada de esto es algo aislado. Moscú no se agota en lo político pero lo político «infecta» casi todos los campos. Se nos muestra una época donde la Revolución ya es dueña de todo, una época en que la frontera entre el sueño y la pesadilla desapareció en aras de la construcción de una nueva sociedad. Es decir, para dar pie a una Utopía es necesaria una grandísima dosis de Terror. Estamos ante una obra monumental y rigurosa que narra uno de los episodios más dramáticos y perturbadores de la historia, que ha quedado atrapada entre el gran triunfo de la Revolución y la heroicidad del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial.

 

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