¿Y al 2030 Quién?

 

*La Difícil Pregunta de Díaz Ordaz a

los Miembros del Gabinete

*Luis Donaldo Colosio, la Nueva Cara

que no Requiera de Campaña

*¿Y los Partidos Derrotados en 2024

Tendrán Candidato Propio?

 

EZEQUIEL GAYTÁN 

 

Después de escuchar los tres debates por la Presidencia de la República quedó claro que ninguna de las punteras nos dijo qué país piensan entregar en el año 2030 y están más preocupadas por llegar a la silla del águila. Ninguna y menos él, aludieron a planear seriamente y diseñar un trabajo de prospectiva con base en los indicadores ineludibles tales como los demográficos por sexo y por edades. También ya sabremos con bastante certeza acerca de los datos de deforestación, contaminación e incluso de concentración urbana y desarrollo territorial. Se trata de proyecciones sustentadas y difícilmente habrá errores de cálculo.

Cuando un candidato gana la elección a la titularidad del poder ejecutivo ya debe saber acerca de las ineludibles cifras o variables no controlables como las arriba descritas. También ya debe tener idea acerca de los indicadores económicos que puede alterar si toma X o Y decisiones y, por supuesto, ya debe tener en mente   respecto a le estructura administrativa con la cual piensa dirigir al país y al equipo de colaboradores. Léase. su gabinete en la Administración pública centralizada y paraestatal. 

Parecerá absurdo que ya esté pensando en el 2030, pero no es así. Pues los gabinetes, en el caso mexicano, personifican a los grupos de opinión, de presión, a los gremios y a los compromisos de partido y de campaña. De ahí que quien ocupa la titularidad del poder Ejecutivo federal ya debe saber, en principio, quienes de su gabinete potencialmente partirán a gobernar sus respectivas entidades federativas, con quienes piensa o desea terminar y quienes son fusibles en caso de ser necesario. 

Por su parte, los partidos políticos perdedores, al día siguiente de la elección, deberán reorganizarse, fortalecer sus respectivos centros de capacitación y formación política con el fin de fortalecer sus cuadros, mejorar donde fallaron y, sobre todo, deberá ir analizando el perfil de quienes potencialmente podrían ser candidatos a la elección al 2030. No sólo a la Presidencia, sino a las gubernaturas, ayuntamientos y cargos de elección a los poderes legislativos. 

Recuerdo una conversación con un exsecretario de Estado del presidente Díaz Ordaz, platicó que el dos de diciembre de 1964 llamó a su gabinete y palabras más, palabras menos les dijo: “sé que ayer, mientras leía mi discurso de toma de posesión, por sus mentes pasó la idea de quién de nosotros será el siguiente dentro de seis años. Se los digo porque mientras el presidente López Mateos leía su disertación, por mi mente pasó esa pregunta. Ahora les digo que la respuesta está en el trabajo y en la lealtad”. Han transcurrido casi sesenta años de esa arenga y en ese rubro y muchos otros el sistema político mexicano ha sufrido muchos cambios. Pero la vanidad política de los seres humanos sigue incólume. Lo sostengo porque todo indica que se avecina una elección de Estado y difícilmente la actual gestión reconocerá su derrota en caso de que así sea. Por lo tanto, supongo que la señora Claudia Sheinbaum será la próxima presidente de México, pero no estoy seguro de que dentro de seis años ella le transfiera la banda presidencial a alguien de su partido político. Aunque muchos y muchas de su gabinete se vean el 1 de octubre de 2030 leyendo su discurso de toma de posesión seis años después. 

Entonces ¿cuál es la apuesta?, pues el único partido político que ya tiene candidato al 2030 y que ya lo está placeando con discursos y llamados a la unidad nacional, a la cordura y al trabajo es de Movimiento Ciudadano y se llama Luis Donaldo Colosio Riojas. De entre sus ventajas está su nombre, su carisma y que podrá hacer campaña sin que se le tilde de madruguete, pues será un ciudadano que, sin necesidad de tener detrás el logo de su partido, podrá dictar conferencias, escribir en medios de comunicación, prepararse aún más, codearse con las fuerzas vivas de México y del extranjero, asistir a festividades locales y de ahí que tiene altas posibilidades de darse a conocer sin desaseos, ni desgastes, ni cancioncitas pegajosas. Lo importante y ya lo sabe es la mesura, la cortesía y la bienhechora educación política sin dogmatismos, ni radicalismos.

La intención del presidente López Obrador es que su movimiento se asuma como partido de Estado y que él se apuntale como el caudillo vitalicio. Pero su imagen, aunque lo respete y proteja su sucesora, se desgastará porque muchos de los frutos de su gestión serán irremediablemente amargos. De ahí que, aunque no haya cismas intra Morena, difícilmente un partido político puede gobernar con tres triunfos seguidos al hilo. No es imposible. Pero las sociedades democráticas actuales son muy oscilantes y ven con gusto y satisfacción los cambios, pues ya no les tememos y, aunque usted no lo crea, el 2030 está a la vuelta de la esquina.

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