*Ha Sido una Pesadilla Muy Larga, Repleta de Episodios Dantescos
*Tragicomedia Mexicana: Experiencia Inesperada, Inigualable e Inolvidable
*Permeó un Sentimiento de Frustración, Engaño y Especialmente de Traición
*Adiós, al Permanente Discurso de Odio Dirigido a Sembrar Rencores
*Llegó al Poder También por el Voto de las Clases Medias y Ahora las Agrede y las Insulta
*Y no se Combatió la Corrupción, Solo Cambió de Manos y se Institucionalizó
*En las Campañas, las Prácticas Ilegales Justificadas con Falaz Argumento: Fraude Patriótico
*Su Estancia en la Presidencia Será Recordada con Amargura y su Salida con Júbilo
ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO
Estos casi seis años de gobierno han sido un verdadero calvario; una pesadilla muy larga, repleta de episodios dantescos. La tragicomedia mexicana se convirtió en una experiencia inesperada, inigualable y seguramente insuperable como también inolvidable, las vivencias en este sexenio no tienen punto de comparación, sus efectos son demoledores.
Una gran parte de los mexicanos fincó sus esperanzas de cambio en la administración de López Obrador, no pasó mucho tiempo, en que permeó un sentimiento de frustración, engaño y especialmente de traición. El cambio prometido nunca llegó, por el contrario, el retorno a las viejas prácticas sustentadas en añejas y superadas tesis ha sido el sello de la casa.
Ha sido un régimen de contrastes; en principio el discurso de odio que permanentemente impulsa está dirigido a sembrar rencores en segmentos marginados, a la par, que rechaza tajantemente a las clases medias aspiracionistas, ante su deseo de progresar y tener mejor calidad de vida.
A pesar de que él llegó a la Presidencia por el voto de las clases medias, sostiene la tesis del conformismo, es decir, que todos deben sujetarse a lo que el estado les pueda proveer, sin tener la posibilidad de desear superarse, porque entonces entran al terreno del aspiracionismo, lo que está vedado.
En ese tenor, se corre el riesgo e inclusive podemos afirmar que desde la administración se promueve, de enfrentar a partir de los rencores impulsados desde Palacio Nacional, a personas pertenecientes a segmentos con menos ingresos en contra de quienes hacen esfuerzos para progresar, a sabiendas que al sembrar rencores se cosechan venganzas.
Así, nos ha mantenido ocupados durante su mandato, mientras el construye sus alianzas con los militares, los grandes potentados económicos, la delincuencia y buena parte de los medios de comunicación; además, va creando una nueva clase política afín a sus intereses, grupos privilegiados con poder y dinero.
Cabe decir, que no se combatió la corrupción, simplemente cambió de manos y se institucionalizó, como parte inherente del sistema político, es un medio de control en todos sentidos, inclusive son fondos que se utilizan en las campañas políticas, prácticas ilegales que se justifican con el falaz argumento del fraude patriótico.
Ni la Constitución, las leyes o la democracia le interesan, solo el poder y mantenerlo a toda costa. Ha demostrado una y otra vez que es capaz de pactar con lo más terrible con tal de conservar el control del país, sin importar consecuencias incluyendo vidas humanas.
Piensa que la política es la forma de manipular y someter a los demás; no es de izquierda o de derecha, sino que adopta de acuerdo a sus cálculos la decisión que mejor le convenga según las circunstancias del momento. Lo mismo pisotea los más elementales derechos humanos como en el caso de los migrantes, como despilfarra recursos públicos en obras majestuosas que no son prioridad.
En suma, es motivo de alegría la conclusión de un mandato nefasto, muchas de las secuelas que deja son irremediables, su paso será recordado con amargura y, su salida, con júbilo.
