ULISES CORONA*
Una vez pasado el día de la elección, los victoriosos nuevos redentores de la democracia, habrán de asumir la responsabilidad de haber tenido la mayoría relativa suficiente para poder gobernarnos. Esto, con responsabilidad, honestidad, justicia y todos los argumentos eximidos en campaña y ahora grabados en todos los medios y formatos para su posterior reclamo.
Sin embargo, considero que hay algo que deberán de hacer de inmediato y que permitirá, el sano continuar de la ida pública: me refiero a la noble y muy necesaria tarea de resarcir heridas, mismas que dan paso a unir tareas, voluntades y esfuerzos en torno a la unidad nacional.
Las contiendas políticas, dividen, separan se ubican en los rincones del extremismo y la denostación irreverente, las amistades se rompen y los ideales pasan a segundo lado. Las lealtades se desdibujan y afloran falsedad oculta y de la injuria que mata.
- Y ¿Después qué sigue? “Cuanto más alto estemos situados, más humildes debemos ser”. (M. Tulio Cicerón) y es que, esa virtud no la tienen comúnmente los vencedores. Se olvida que los opositores son parte esencial de la legitimación de su victoria, que son ellos los que no ganaron la otra parte de la fórmula y para competir. Pues sin contrincantes no hay victoria, y con ello, los perdedores ganan.
Por lo que la acción inmediata a un proceso electoral deberá ser:
- El reconocimiento a la justa competencia.
- El reconocimiento al trabajo de ambos equipos y ambas posturas.
- La aprobación de los jueces que institucionalmente validarán cualquier triunfo.
- La búsqueda consensuada de los personajes de ambos grupos en la contienda, y l@s más brillantes que puedan abonar al proyecto a impulsar.
- La recopilación de argumentos, ideas, propuestas de los proyectos que compitieron y que sumados sean las ideas más completas a ejercer.
- La recolección de toda propaganda electoral ya utilizada y que hoy es basura.
- Y quizá lo más difícil, reconocer en los oponentes contrarios, la estatura de presencia en la contienda.
Si bien la canción señala que, “Sin caballero no hay dama” (L. de La Colina 1991), en la política podemos decir: sin honor no busques hacer política. el honor es una virtud, hija de la honestidad y de la gloria (A. C. en Sangre, honor y privilegio. Barcelona, Ariel, 2000), es el honor quien te da la guía par a evitar el error de la soberbia y la embriaguez del halago.
Los marinos en México lo tienen en sus valores más preciados, así como el Deber, Lealtad y Patriotismo; el honor, “Es la cualidad moral que lleva a la persona al estricto cumplimiento de los compromisos establecidos con su Nación, la Institución, sus conciudadanos y con ella misma, conduciéndose con dignidad, integridad y espíritu de justicia en todo momento dentro y fuera del servicio”. Y si bien los militares no incurren en función política, y su actuación es de diferentes ámbitos, tienen claro que la honorabilidad es esencial para la conducción pública y humana.
Razón por la que ahora que todo terminó -que en realidad apenas está iniciando- convocar al honor en la preparación del siguiente periodo de gobierno, me parece una condición necesaria que, entre hombres y mujeres, que recién compitieron por las muchas posiciones electorales que estuvieron en juego, deberá de acontecer.
La gran tarea de resarcir heridas hechas. no sólo permitirá encauzar nuevos bríos a quienes tocará gobernar, también dará cuenta de humildad en el ejercicio del poder y garantía de que sabrá la importancia de sus controles, pesos y contrapesos de los grupos, espacios, acciones y valía de sus trabajos y trayectorias.
Quien dé cuenta de que es humilde, en lo más alto sabrá también que lo será cuando este caiga. Hoy tendremos nuevos gobernantes, nuevas formas de actuación y mejores resultados en el desempeño, deseamos que su conducta de cuenta del tamaño de su responsabilidad.
Requerimos que la actividad política se funde en reglas del juego establecidas y también novedosas, inicie con pactos de unidad, cohesión e identidad, en la suma de valores que muchas instituciones ya tienen y que por mucho representan más que hombres y mujeres; gobernantes momentáneos y otros ya pasajeros. La política hoy, renueva sus personeros, los ideales, las instituciones se fortalecen en la acertada conducta de quienes hoy ejercen la política.
*Académico Universitario