¿Cuál Sería su Aventura Inolvidable? ¿Rappel, Tirolesa, Globo, Parapente y…?

*O Prefiere Recorrer Haciendas, Cervecerías, Pulquerías y Viñedos

*¡Y que tal Caminar por Veredas o Navegar en un Barco Pirata en Valle de Bravo…!

*Pero, Además, Visitar un Temazcal, Como el Tonatiuh Iquizayampa en Querétaro

*Inolvidable También la Cata de Chocolates, ¡de Guacamole! y, de ¡Salsa Macha…!

SUSANA VEGA LÓPEZ

En el mundo del viajero, del paseante, del visitante o del turista, lo de hoy es vivir aventuras inolvidables que se denominan extremas: volar en globo aerostático, avioneta o helicóptero; deslizarte en una tirolesa; hacer rapel en montaña o en cascada; practicar rafting (rápidos o descenso en ríos en una lanchita); caminar por un puente tibetano; planear en parapente; esquiar; aventarte de un paracaídas y más.

 Durante ciertas épocas la tendencia son las rutas o recorridos por: haciendas, cantinas, cervecerías, taquerías, pulquerías, viñedos; caminar por veredas para ver una montaña mágica; navegar en un barco pirata en Valle de Bravo…

También, lo de hoy, es disfrutar experiencias como: participar en una práctica de yoga, de meditación, de respiración; dejarte consentir con un masaje (hay de muchos tipos); tomar un temazcal o participar en una cata de chocolates.

En esta ocasión me referiré a estas dos últimas actividades por dos razones: porque me gustaron y porque las acabo de vivir a invitación de la Secretaría de Turismo de Querétaro.

El temazcal Tonatiuh Iquizayampa se localiza en la comunidad de Portezuelas, Tequisquiapan, Qro., y lo atiende José Antonio Hernández Trejo y su familia. Es un ejercicio libre de sincretismos; un temazcal no culturado, más dedicado a ciencia que a creencia.

Al ser el temazcal un baño de vapor que se remonta a los poblados más antiguos de México donde se limpia la piel, se depura el cuerpo y el alma -dicen-; donde se encuentra alivio a ciertas afecciones; donde se prevén y curan enfermedades, no es necesario hacer rituales, afirma José Antonio.

Es por ello que nunca habla de “puertas” (generalmente los temazcales los hacen de tres y hasta seis), es decir, de entrar y salir varias veces al vapor. Tampoco pasa sahumerio o yerbas por el cuerpo, ni pide permiso a Ómeteotl; ni realiza cantos o toca instrumentos.

En otros temazcales se acostumbra que cada persona hable de sus problemas, incluso llegan a gritar o llorar por aquello que los agobia y después perdonan, se perdonan; en algunos más le proporcionan a cada participante un instrumento musical para tocarlo al ritmo que marca el “guía”, quien conduce la actividad a realizar dentro y fuera del temazcal. No, don Antonio no hace nada de eso. Sí entra para estar al pendiente de los asistentes.

Luego de tomar un agua refrescante, nos invita a pasar uno por uno, a sentarse en donde plazca. Al entrar, el piso está lleno de plantas que hacen pensar que traerán algún beneficio, pero explica, además de ser de ornato, sirven para mantener el lugar higiénico pues inmediatamente las cambian cuando se termina la experiencia. Aluden a la cama donde los antepasados acostaban a los enfermos para curarlos.

Una persona dijo sufrir de hipertensión por lo que tuvo una atención especial; de pronto, y luego de que don Antonio preguntara ¿cómo se sienten?, alguien afirmó que el calor le había provocado mareo y de inmediato le invitó una infusión a la que le puso piloncillo. A los demás nos dieron infusión de canela, té limón, hojas de guayaba y piloncillo.

Dentro -y cerca de un hoyo- se observa una olla de barro con agua fría y para constatarlo nos moja la cabeza, nos salpica el cuerpo; enseguida le pide a su ayudante que meta las primeras piedras, están incandescentes. Son piedras volcánicas que estuvieron dentro del fuego por varias horas. Con una pala las coloca dentro de una olla que contiene agua; de inmediato saca vapor y segundos más tarde comienza la ebullición.

Un agradable aroma se despide de la olla que hierve; es una infusión de más de 50 plantas diferentes que desprenden un olor que trae tranquilidad, paz. Son hierbas medicinales utilizadas en la herbolaria, en la medicina homeopática como el gordolobo, el eucalipto, el romero, la canela, matricaria chamomilla, thiosinaminum…

Hay plantas con propiedades hipnóticas, sedantes, diuréticas, antiespasmódicas, antimicrobianas, depurativas. “Y al decir hipnóticas no es que nos hipnoticen sino que favorecen el sueño”.

Tocó salir del temazcal. Advirtió que se debe salir como se entró, pero de reversa con un fin: echarte agua fría primero en los pies, luego en la espalda y finalmente en la cabeza para evitar algún contratiempo. Siguió entrar a una tina con hielo y, enseguida, a una tina con vino tinto. Luego, la embarrada de barro con una brocha, así, cual te estuvieran coloreando de café. Una vez que secó, la enjuagada con manguera y/o regadera.

De nuevo al temazcal. Ahora te pasan unos polvos con azúcar, canela y otros productos para que te la esparzas por el cuerpo. Más te. Enjuagada; salida; entrada y embarrada de sábila y, una última inmersión en agua de vino tinto. Baño para poner ropa seca y, si tienes tiempo, pasar a un relajante masaje.

¡A comer! Los anfitriones ya tienen lista la fruta, agua, diversos guisos envueltos en pencas de nopal que se cocieron en piedras volcánicas: arroz, nopales guisados a las brasas, frijoles y carne asada también en piedras volcánicas al rojo vivo, queso, cebollita y guacamole.

Así, la experiencia puede durar de dos a seis horas, según se acuerde.

CATA DE CHOCOLATE

Dentro de la oferta que ofrece Querétaro en  turismo de romance –toda vez que el estado cuenta con 80 lugares especializados en eventos sociales y bodas donde se incluyen viñedos (el año pasado dejó una derrama económica de  917 millones de pesos)- se ofrecen catas de chocolate de autor como las que ofrece el chocolatero Oswaldo García.

Nos dieron un plato con cuatro chocolates y cada uno se acompañó con un chorizo y un tipo de vino. Las grasas y la temperatura juegan un papel muy importante tanto en el chocolate como en el vino. Lo asombroso es que al momento de dar la primea mordida al chocolate hubo una explosión de sabores en el paladar pues estaba relleno ¡de guacamole!, que al combinarlo con el chorizo verde resultó un dejo sensacional si es que te gusta combinar dulce, picoso y salado. Continuó disfrutarlos con un vino tino.

Cabe mencionar que la corteza de los chocolates en todo momento se sintió firme, crocante, pero al dar la mordida, salpicaba el relleno que sorprendía con una fantasía de sabores inesperados.

Le siguió el turno al chocolate relleno de ¡salsa macha!, que al mezclarlo con otro tipo de embutido rojo se originó un nuevo y delicioso sabor. Otro más de pero relleno de chile habanero que se acompañó con otro tipo de carne fría y vino.

El último chocolate tenía un compuesto con ambrosía, una planta con sabor semi amargo. Hubo a quien no le gustó juntar extremos y apenas se atrevieron a probar. ¡A mí me encantó! ¿Y tú, te resistirías a experimentar estos sabores?

 

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