SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
La campaña, que desde hace más de seis años viene desarrollando un grupo de intereses en contra de lo que antes de llegar a la presidencia y durante la gestión de López Obrador, significaba y ha significado la llamada “Cuarta Transformación” insistía que el México anterior a 2018 era algo parecido al bienestar que se disfrutaba en un país como Finlandia o en el estado de Oregón y la prosperidad urbana que se vive en Tokio o Wellington. Pero no, la terca realidad mexicana es que la república mexicana, el estado de Guanajuato y la vida urbana, aquí en la capital del país como en Monterrey se acercaba más en 2018 a la situación tercermundista de cualquier república, región o ciudad imaginada por el estimado lector: esto es, Perú o Argentina, la región de Anatolia en la Turquía asiática y el acontecer cotidiano en las ciudades de Manila o El Cairo. Lo anterior significa que, a lo largo de todos estos años, la oposición a AMLO ha mentido acerca del “paraíso” que existía antes de que llegara a gobernar López e intentara echar a andar su proyecto de país.
Pero hay que ser justos, para no caer en el faccionalismo que define a los hoy seguidores de la alianza PRIAN y Corazón por México. Después de seis años de gestión morenista la situación en la república mexicana de ninguna manera es parecida al buen sistema de salud en un diminuto país como Dinamarca, tampoco existe una prosperidad y diseño urbano como el que se experimenta en la gran potencia de China. Y en cuanto al complejo problema de la inseguridad que todos los días sufre la ciudadanía, por igual en Celaya que en Chiapas, la realidad durante la 4T dista de la tranquilidad que se disfruta en Singapur o Salamanca-España, pero se parece mucho a los niveles de violencia que se experimentan en nuestro entorno geográfico y cultural cercano, esto es, Centroamérica, Brasil, Colombia, Los Ángeles, Dallas-Fort Worth y Chicago. A pesar de lo que se reporta a través de los medios de difusión referidos al tema de la inseguridad, los números del gobierno mexicano y de instituciones privadas arrojan un aumento en los turistas que nos visitan, en los extranjeros que deciden vivir en la “violentísima” (sic) Ciudad de México, en la estrategia por aumentar la presencia de inversiones extranjeras en nuestro país, que se dice o se percibe, muy violento. Sí lo es, pero tampoco lo es tanto.
De lo señalado en los dos párrafos anteriores, se deduce que ambas posturas hoy enfrentadas por la presidencia de la república han falseado sobre lo que le endilgan al opositor, o si se quiere son verdades a medias como toda percepción, en especial si está ligada a la bondad o no respecto a las acciones de cualquier gobierno a considerar. De aquí lo subjetivo que puede resultar la valoración en cualquier modelo de país: pregúnten a los argentinos sobre la administración Milei y los estadounidenses con Biden y el candidato Trump.
Resultado del tercer debate entre los candidatos a la presidencia, lo único rescatable fue la perorata que Claudia Sheinbaum le propinó al PRIAN, a su candidata que ha hecho suyo el ideario de ambos partidos, y por derivación, lo que tales gobiernos respaldados por ambos partidos han malhecho en los últimos sesenta años. Sheinbaum subrayó que bajo el ambiente del Centro Universitario de Tlatelolco y lo que sucedió en octubre de 1968 con la matanza de personas el dos de octubre de dicho año, el priismo era culpable de haber fortalecido una presidencia autoritaria desde 1946 hasta 1994; el priismo era culpable de haber endeudado al país hasta niveles peligrosísimos para la integridad del país durante las crisis de 1976, 1982-1989,1994-1998. Los gobiernos resultantes de administraciones del PRI eran culpables de la represión en episodios como el “jueves de Corpus”, la guerra sucia en Guerrero, Chihuahua y en diversas ciudades, de la muerte de algunos proto-perredistas (cuando eran referente moral, hoy no), el episodio de Aguas Blancas y un largo etcétera de violencia ejercida por el estado mexicano. Peor, cuando la ciudadanía votó por un cambio en el 2000, el presidente Vicente Fox surgido del PAN y su sucesor Felipe Calderón -un genuino panista- echaron todo el prestigio por la borda, se mimetizaron con los usos y abusos del PRI; terminaron gobernando de manera muy parecida y quizá peor, que el denostado PRI.
Vale la pena señalar que solo la Izquierda en la política mexicana no había llegado (2018) al poder desde el sexenio del general Cárdenas entre 1936 y 1940. Sheinbaum y la campaña presidencial que reúne los pareceres de los partidos MORENA, Verde, PT ha argumentado desde una postura progresista, izquierdista-no marxista, y mucho menos comunista, acerca de los beneficios populares, empresariales, bancarios y de inversión extranjera, que durante los últimos años han sido promovidos y se materializaron a lo largo de la presente gestión de la 4T. No quiero cansar al lector con la enumeración de tales logros y asimismo ponderar los enormes faltantes, sobre todo porque unos y otros me podrían respaldar o contraargumentar, de acuerdo a su postura partidista. Lo que tiene que tomar en cuenta el votante que debe sufragar por Sheinbaum, es que el gobierno de AMLO y todavía la hipotética gestión que construirá el segundo piso de la 4T, es qué López y Sheinbaum han puesto al pueblo mexicano, que es mayoritariamente de escasos recursos, en el centro de la discusión política, en el centro de los planes de gobierno.
Y, paradójicamente, han obligado a que por lo menos de dientes para afuera, las medidas a favor del pueblo se encuentren discursivamente en el centro de las campañas políticas del PRIAN y MC.
El gobierno de Sheinbaum seguirá con la construcción de obra pública porque desde la concepción del británico Maynard Keynes, del demócrata Franklin D. Roosevelt, del nazi Adolfo Hitler, de Getulio Vargas en Brasil, y del socialismo civilizado europeo, lo mismo en Francia que en los países nórdicos décadas atrás: la obra pública genera bienestar familiar y riqueza pública. El ciudadano en México debe votar por Claudia Sheinbaum porque lleva años madurando un plan de gobierno. No son ocurrencias coyunturales. Y porque el susodicho plan de gobierno, el raciocinio presidencial y las acciones del régimen morenista estarán alejadas de la estridencia del actual gobierno, quién ha respondido en el mismo tono de sus críticos. Por eso he dicho en varios artículos: concedo, el presidente divide en la mañanera, pero afirmo que la oposición aviva la división a lo largo del día, discordia a partir de todo un coro de noticieros y editorialistas, desde la mañana hasta la noche. Tan culpable el uno como los muchos otros.
Asimismo, se debe votar a favor de Sheinbaum porque ya en la presidencia será ella la que dicte las políticas a seguir. La tradición histórica del presidencialismo mexicano DEMUESTRA que los intentos porque el presidente saliente siga detrás del poder siempre han terminado en la expulsión, directa o disfrazada del Ejecutivo anterior: desde Calles, pasando por Echeverría, Salinas, Zedillo y el autoexilio de Felipe Calderón y el licenciado Peña. A votar por la coalición MORENA-VERDE-PT este domingo dos de junio. La experiencia histórica demuestra que los cambios, para que sean positivos y perdurables no se despliegan, ni se afianzan en el corto lapso de un sexenio; el pueblo mexicano debe dar un voto de confianza a la opción de Sheinbaum que puede terminar de construir un proyecto de país y otra versión social de una nación.
Asimismo, como historiador de profesión, me es obligatorio precaver a los lectores, que los gobiernos que terminaron por llevar a cabo políticas reaccionarias -porque querían volver a un estadio anterior a lo que pretendían derogar- precipitaron a su país a un vórtice de inestabilidad política, que siempre terminó en sucesos violentos y cosas peores. Repito, démosle a Sheinbaum un espaldarazo que significa certeza, porque ella seguramente ya conceptualizó la forma en que va a desarrollar un gobierno a favor de México: país guadalupano, país juarista, país de las preocupaciones vasconcelistas, país que siempre ha buscado la esquiva modernidad.
