*el Estado, en un Régimen Democrático Debe
Velar por el Sano Equilibrio de Tres Sectores
y Respetar la Intimidad de las Personas
EZEQUIEL GAYTÁN
Una de las consecuencias de la organización del Estado moderno es que ha definido convencionalmente cuatro esferas en la vida de los seres humanos. La pública, la privada, la social y la íntima. Se trata de cuatro conceptos políticos, jurídicos, económicos, sociales y administrativos que son fácilmente identificables en sus núcleos, pero que en sus bordes se trastocan, influyen y afectan dialécticamente. Los primeros tres son ejes cuyas relaciones varían según las situaciones, pues estructural y coyunturalmente se componen y descomponen según los valores sociales, los gobiernos y los entramados de los andamiajes políticos, económicos y sociales. Dichos ejes están contenidos en el artículo 25 constitucional y se les reconoce como sectores. La cuarta esfera es biunívoca a los tres primeros, pero no es un sector debido a que se trata de nuestras decisiones y lo que deseamos hacer, en lo posible, acerca de nuestras vidas.
El primer sector es el público que, a su vez, se divide en dos planos. El primero es lo que conocemos como el espacio gubernamental o sector público cuyas características son la atención a las demandas y necesidades sociales desde el poder político organizado. Es decir, el gobierno sujeto al derecho administrativo y que al atender dichas peticiones sociales logra legitimidad, pues la legalidad la obtuvo, en un país democrático, al haber contendido y obtenido el poder y la autoridad. Los objetivos del sector público varían, ya que son entre otros los de proteger y defender a su ciudadanía, ser consecuente con los valores y cultura de los gobernados y atender institucionalmente a la población al procurar el desarrollo integral sostenible y sustentable. El segundo plano, también conocido como lo publico social es aquel en el cual debaten gobierno y sociedad en la plaza pública los asuntos del interés público, con lo cual se logra el empoderamiento ciudadano, ya que es la franja política en la que gobierno y sociedad dialogan, acuerdan y logran los consensos necesarios de la planeación, implementación, control y evaluación de las políticas públicas. Léase, no es el monopolio de la gobernación cuyas singularidades son políticas de Estados verticales y descendentes materializadas a través de la Administración pública, sino es el espacio de la gobernanza en la cual los sectores público gubernamental, social y privado debaten informadamente e interactúan en favor de los intereses de la colectividad.
Por su parte, el ámbito de lo privado es aquel vinculado con el mundo del mercado, así como con la oferta y la demanda. Es el emprendimiento de personas que invierten sus recursos, esfuerzos y tiempo con el propósito de satisfacer un mercado y lograr ganancias a su favor. Es un sector ajeno a las cuestiones sociales, ya que sus objetivos son claros, precisos y específicos: la recuperación más una plusvalía producto de la obtención de la ganancia total. Ese sector es usualmente bancario, industrial y comercial y, quiérase o no, es en gran medida uno de los principales motores de la marcha y crecimiento de la producción y por ende de la economía. También el sector privado está regulado por el derecho y por las leyes laborales.
El sector social es conocido como lo que no es gubernamental y tampoco privado. Se refiere a las organizaciones de la sociedad civil que desempeñan actividades de solidaridad, cooperación, colaboración y reciprocidad en favor de grupos sociales no organizados o, en su caso, a fin de defender intereses de grupo, como son los sindicatos, cooperativas y cofradías. El sector social fortalece la economía de una nación, así como estrecha lazos de solidaridad con el mundo de las ideas, pues ahí entran las asociaciones gremiales también.
Finalmente, el espacio de lo intimo es aquel en el cual cada uno de nosotros y nadie más incurre el mundo de lo que somos. Es la fuga interior hacia los elementos que nos permiten ser y hacer nuestros anhelos y sueños. Es una pléyade de sentimientos y singularidades en los que cabe la resignación, la melancolía, la nostalgia y, por supuesto, nuestras alegrías. A ese mundo no entra nadie o, en su caso, solo aquellas personas a las que se lo permitimos. En ese espacio no hay debates, ni consensos o disensos con el entorno social. Ahí, ni el Estado, ni los sectores aludidos pueden atentar en contra de lo que somos, pensamos y hacemos, siempre y cuando no alteremos el orden social.
En esos cuatro planos vivimos, nos desenvolvemos y luchamos día a día por crear y fortalecer el contrato social. Son cuatro columnas o espacios interactivos que configuran una nación. Todas son necesarias e indispensables. Consecuentemente el Estado, en un régimen democrático debe velar por el sano equilibrio de los tres sectores y respetar la intimidad de las personas. En el siglo XXI se han fortalecido los sectores social y privado sin el detrimento de lo público gubernamental. Empero, la actual administración insiste en romper los equilibrios y regresar peligrosamente al Estado omnímodo y presidencialista. He ahí el riesgo del continuismo del segundo piso morenista.