Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
¡Debacle!
Sí, de la clase política.
Sí, de las ideas.
Sí, de las propuestas.
Total ¡debacle!
Una Claudia “sobrada”, soberbia, ególatra con el “yo hice, yo pensé, yo actúe…”. Siempre por delante el yo. ¿De verdad cree que los que habitamos esta Ciudad somos borregos de la manada guinda?
Xóchitl, abierta, aparentemente sincera, sin más que ofrecer que lo mismo de lo mismo. Como Claudia, escuchó la larga cola que tiene y aquella no solamente la de caballo.
Jorge anticarismático, sin más que ofrecer que su pureza de la “nueva clase política” y pertenecer a ella.
Tres de tres y no se hace uno.
Se entienden las posturas de las dos y el uno.
De Claudia, la defensa del gobierno de su mentor.
De Xóchitl, las críticas, mayormente sustentadas.
De Jorge atacar a las dos porque, ilusamente piensa, que será quien se lleve la victoria. La cruzazuleó.
Claudia confirmó carecer de ideas y propuestas propias y su meta no es mirar adelante para avanzar sino ir más rápido hacia el pasado. Terminar la obra destructiva que inició su mentor, su padrino, su jefe de campaña. Cero corrupción en “mi gobierno” … yo recibí 10 premios… yo ordené la digitalización yo, yo, yo.
¿Qué tiene de nuevo hablar de fortalecer la Guardia Nacional?… ¿o anunciar becas y becas a los becados?
Nunca habló de regresar las estancias infantiles o las escuelas de tiempo completo. Las cifras de “seguridad” en la Ciudad de México están por arriba de sus números, sus otros datos. La pobreza creció junto con el maltrato a las mujeres. No es ocioso recordar la forma en que el huésped temporal de Palacio Nacional se refiere a ellas cuando marcha y las califica de ser empleadas de los conservadores.
Xóchitl, evidentemente era el blanco al que había que destrozar. Los argumentos en su contra son de sobra conocidos. Nada nuevo bajo el oscuro sol que habrá este mediodía. Sin embargo, el acartonamiento del debate llevó a las opiniones de los tres a una debacle.
Jorge no completó una sola idea y se contagió, por estar al lado izquierdo de Claudia, del “yoyismo”. Siempre en primera persona. Nunca el haremos, el actuaremos, el gobernaremos. Por delante haré, actuaré, gobernaré.
Claudia no se veía cómoda. No estaba en su hábitat natural: el de ser aplaudida, el de ser reconocida por sus conocimientos de “científica”, el de ser la corcholata que, diría Xóchitl, la pusieron a competir para convertirse en tapadera.
Xóchitl fue acusada de tener contratos con el INAI por 70 millones de pesos “y por eso lo defiende”, acota Claudia, para escuchar que la empresa del Carlos Lomelí, aspirante a senador por Jalisco, facturó 66 mil millones de pesos por contratos vía asignaciones directas.
Jorge se declaró transparente y limpio como el diamante.
Un debate que llevó a la debacle a los suspirantes.
No convencieron. No tocaron la puerta de la inteligencia para emitir el sufragio en 2 de junio.
Sin inclinaciones partidistas, se diría que la que menos mal estuvo en Xóchitl que aguantó los embates de Claudia y, sin duda, del que le hace el trabajo sucio a quien gobierna el país.
Ya sabemos qué esperar de los próximos shows: triple debacle.
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