La Hemorragia Electoral Mancha no solo Tizna

La Hemorragia Electoral

Mancha no solo Tizna

NIDIA MARÍN

Pareciera que en México no le hemos dado vuelta a la tuerca… y, como escribiera Martín Luís Guzmán, los procesos electorales en marcha no se tratan de votos, sino “…de cachiporras y pistolas, cuchillos y navajas”.

Las elecciones más sangrientas en México están en marcha. Son sólo comparables a las etapas que el escritor Paul Guillingham denominó: “la democracia del pistolero” (1910-1952), “la democracia dirigida” (1953-1994) y la “democracia abatida” (1994 al presente).

En el primer caso hubieron de ser víctimas (y a lo mejor en algunos sucesos autores) Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, asesinados, mientras que Pascual Ortiz Rubio, fue herido por un disparo en la cabeza que al final de cuentas no fue mortal, aunque los tiros que sí lo fueron ocurrieron en la Ciudad de México en contra de ciudadanos el día del proceso electoral con saldo de 19 muertos.

En cuanto a la “democracia dirigida” Guillingham expone nuestras verdades. Por ejemplo:

“El uso de carros blindados y la caballería, así como la disolución del partido perdedor henriquista, simbolizaron y además contribuyeron a provocar un claro punto de inflexión: el fin de la competencia partidaria por la presidencia que duraría treinta y cinco años”.

Precisa este gran autor:

“En este período conocido como la “democracia dirigida” (1953-1994) no sucedieron ninguno de los asesinatos presidenciales que marcaron la historia de los Estados Unidos en el mismo período; no hubo tiroteos como los ocurridos a John F. Kennedy, Robert F. Kennedy o Ronald Reagan. Tampoco hubo un equivalente a lo sucedido en la Convención Demócrata de 1968 en Chicago; sino por el contrario, las protestas se limitaron a debilitar los acarreos, y a demostrar su descontento como lo hizo el sindicalista Fidel Velázquez cuando apareció con un rostro pétreo junto a un presidente neoliberal. Incluso las protestas estudiantiles de 1968 no tuvieron como objetivo la reivindicación de derechos en temas electorales”.

Perooo…

“No obstante, a pesar de que ocurrieron continuas palizas, encarcelamientos, apuñalamientos y tiroteos durante los procesos electorales, éstos ocurrieron a nivel local, y sucedían con mayor frecuencia a medida que la votación se alejaba de las ciudades y se elegían puestos de menor importancia en la escalera política”.

Como han pasado los años… pero ¿dónde estaremos viendo esto?

Sí, ayer como hoy…

“…los principales actores de la violencia electoral eran sin duda los profesionales, luchadores callejeros, policías (sobre todo los municipales), matones sindicales, pistoleros y soldados. Su papel era garantizar la victoria del candidato favorecido, “el bueno”, durante las cuatro etapas del proceso electoral: en la selección de candidatos de partido, ya sea por votación en bloque en una convención o por elecciones primarias; en la emisión de votos el día de las elecciones; en el recuento de votos; y en el día de la toma o el traspaso de poder”.

Y pasaron los años y… siguió la mata dando, porque como canta “Jarabe de Palo”:

“Tiempo es una Palabra / que se enciende y que se apaga/ ni se tiene ni se atrapa/ no se gira ni se para”.

Sí el escritor describe el de años pasados…

“Parte de los nuevos peligros consistían en la intimidación y amenazas, como ocurrió en las contiendas de gobernadores en la década de 1980 cuando no se pudo derrotar a la oposición, o cuando surgieron rumores de la inconformidad del ejército, o durante la contienda presidencial de 1988 cuando Miguel de la Madrid convocó a la Guardia Presidencial para que estuviera lista en el sótano del Palacio Nacional, o bien cuando Cuauhtémoc Cárdenas justo antes de votar en los comicios de 2000 llamó a Vicente Fox “traidor a la patria”.

Pero además…

“Al mismo tiempo, durante este periodo aparece otro tipo de violencia, lo que se podría llamar un retroceso hacia la democracia del pistolero debido a los asesinatos de candidatos locales de la oposición que ocurrían de manera generalizada, a los asaltos en los ayuntamientos y a los asesinatos de miembros de las cúpulas partidarias, como ocurrió al candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y al secretario general del partido José Ruiz Massieu”.

Como punto final del trabajo de Paul Guillingham “Breve Historia de la Violencia Electoral en México”, publicada en 2021 por Noria Research, en la “democracia abatida”, es decir de 1994 hasta el sangriento presente expone:

“De ahí que la aparición de una especie de nostalgia mexicana por los viejos tiempos de la democracia “dirigida” donde predominaban los encarcelamientos, golpizas, disturbios y asesinatos, es hasta cierto punto, trágicamente comprensible”.

Ante ello y los actuales crímenes electorales multiplicados y perpetrados por el nuevo ingrediente, el narco, nosotros decimos, lo que señalan los expertos:

“Si el drenaje sanguíneo continúa fluyendo, en realidad puede ser un signo de hemorragia”, misma que ocurre cuando se ha dañado una arteria o una vena.

En esas estamos en México… Hasta ahora, en nuestra hemorragia electoral, suman más de 30 candidatos o aspirantes hombres y mujeres asesinados.

 

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