Caminando por Madero de la Mano,  Vida y Obra de Leonardo Da Vinci

*Bajo el Templo de San Francisco Está la Carpa Blanca Que Invita a Pasar al Visitante

*Aquel Aprendiz de Andrea del Verrocchio Voló del Renacimiento al Triunfo

*La Gioconda (Mona Lisa) y La Última Cena, son de las Obras más Famosas

*En Esta se Aprecia el Carácter de Cada Apóstol y al Cristo, Solemne, Resignado

*Además, el Primer Boceto de la Bicicleta que Hizo Leonardo en 1492

*También Este Genio Sentó las Bases Para los Paracaídas

*Y uno de los más Bellos, el óleo de La Virgen con el Niño Jesús y Santa Ana

SUSANA VEGA LÓPEZ

No es la gran exhibición; no está en un enorme espacio; no es inmersiva; no es el maravilloso espectáculo, pero si caminas por la calle de Madero de la Ciudad de México te podrás topar con la exposición temporal de “El Taller de Leonardo Da Vinci” donde te enterarás de la vida y obra de este gran genio pintor, escultor, inventor y hasta músico italiano.

En Madero 7, donde se encuentra el templo de San Francisco al que se entra luego de bajar unas escaleras, llama la atención una carpa blanca que invita a pasar pero que el visitante, de inmediato, es interceptado por una persona para invitarlo a pagar en “taquilla” pues se trata de una exposición donde hay proyecciones, aparatos, vestidos, réplicas de cuadros y más de la creación de Leonardo Da Vinci.

Al ingresar a la carpa en donde pusieron tablones de madera para que camines sin problemas, te prestan unos cómodos audífonos para recibir la explicación de este recinto que pareciera improvisado, pero en el que se descubren aspectos interesantes de la vida de este ser humano que nació el 15 de abril de 1452; hijo ilegítimo de un noble y embajador de la entonces República de Florencia, Ser Piero, y de Caterina, una campesina.

A los 15 años trabaja de aprendiz en el taller del pintor Andrea del Verrocchio de quien aprende las bases de la química, la mecánica, la carpintería, el dibujo, la escultura y el trabajo del metal y el cuero.

Es a los 20 años cuando inicia su carrera como pintor; también muestra gran interés por comprender su entorno.

Este gran observador llegó a decir que la naturaleza fue su mejor maestra y dejó trazados dibujos que, con el tiempo, serían los antecedentes de aparatos como el paracaídas, el helicóptero, el submarino, la bicicleta, el automóvil y el tanque. Pero en el Renacimiento -época donde vive- ni idea se tenía de lo que surgiría a partir de su legado.

LA ÚLTIMA CENA

Sin lugar a dudas las obras más famosas del mundo del arte pictórico son La Gioconda (Mona Lisa) y La Última Cena, de Leonardo a quien también se le describe como arquitecto, anatomista, paleontólogo, matemático, escritor, botánico, filósofo, inventor, poeta, urbanista, ingeniero y músico.

La Última Cena, de Da Vinci, la pintó en un mural del Convento de Santa María delle Grazie en Milán, Italia, que mide 4 metros 60 centímetros de alto por 8 metros 80 centímetros de ancho.

Inspirado en el Evangelio de Juan capítulo 13, versículo 21 al 31, Leonardo pone en escena un momento muy dramático que genera una gran reacción ante los comensales pues Jesús les acaba de anunciar que alguien de los presentes lo traicionará.

Aquí, se plasman los distintos estados de ánimo; el carácter de cada uno de los apóstoles y de Cristo, solemne, resignado, sólo, separado físicamente de los demás, sabedor de lo que le espera, sentado ante una larga mesa con sus 12 discípulos.

Los pone en cuatro triadas; en los rostros de los apóstoles se refleja asombro, perplejidad, curiosidad, duda, estupor, amor, belleza, sentimientos encontrados. En la primera triada se encuentran: Bartolomeo, Santiago el Menor y Andrés; en la segunda: Judas Iscariote, Pedro y Juan (el imberbe, a quien más amaba a Cristo); en la tercera: Tomás, Santiago (el Mayor indignado) y Felipe; y en la cuarta: Mateo, Judas Tadeo y Simón.

Jesús de Nazaret está al centro, con los brazos extendidos y la mirada hacia la mesa, hacia el pan. Atrás, una ventana que lo ilumina; el traidor sostiene en su mano la bolsa que contiene las 30 monedas que le pagaron; el movimiento hacia atrás de su cuerpo contrasta con el curvado hacia adelante de los demás, silencioso, mudo ante su pecado, recargando el codo sobre la mesa.

Todos participan en el banquete pascual. La obra es “un encuentro entre arte, biología y cultura”.

EL MATEMÁTICO, EL HOMBRE 

DE VITRUVIO, EL INVENTOR

Muchos hemos visto un boceto donde el ser humano se muestra dentro de un círculo y un cuadrado con las manos extendidas; se trata de El Hombre de Vitruvio, donde el multifacético artista retoma la práctica de usar las matemáticas para representar el cuerpo humano. Interesante resulta saber que el pie constituye la séptima parte del hombre.

Y así de interesante es enterarse que el primer boceto de la bicicleta lo hizo Leonardo en 1492. En un apartado de la obra “Codez Atlanticus”, en la página 133, aparece el boceto de la bici con dos ruedas alineadas, rayos, manubrio, dos pedales y transmisión de cadena con tracción en la rueda trasera.

Alemania quería atribuirse el invento de la bicicleta en 1817 con Karl Von Drais quien construyó la “draisana”, una máquina andante de dos ruedas en la que viajó 14 kilómetros; sin embargo, Augusto Marinoli investigó que la idea original de la bici fue de Da Vinci.

También, se dice que el genio toscano sentó las bases del paracaídas y que fue el británico Adrián Nicolás quien probó que 500 años antes, Da Vinci había hecho un boceto que, en su momento, no fructificó.

EL FILÓSOFO

En la obra La Dama del Arminio el genio demuestra que el ser humano debe ser representado en su aspecto físico y espiritual. En una explicación se lee que la mirada de la joven contrasta con los ojos del armiño, un mamífero exótico y dañino que tiene la piel muy suave.

También destacan el cuadro de La Virgen con el niño Jesús y Santa Ana, un óleo sobre tabla que data de 1508 y se encuentra en el Museo de Louvre, Paris. Una imagen con su esfumato (difuminado) que obtiene contornos difusos y logra resaltar las expresiones de rostros dulces y amorosos. En el cuadro se aprecia un juego de miradas entre la Virgen, el Niño, Santa Ana y el cordero, símbolo de su propio sacrificio.

En la época del Renacimiento los artistas no solían firmar sus obras pero, hábilmente, Da vinci deja rastros de que él fue el autor como se muestra, por ejemplo, en un nudo del collar de una mujer que es un signo característico de él.

En este pequeño espacio situado en pleno centro de la Ciudad de México te puedes quedar el tiempo que quieras; la grabación que escuchas por los audífonos se repetirá las veces que decidas. Eso sí, deberás aportar 70 pesos por persona -sin beneficio alguno para nadie (estudiantes, maestros o tercera edad)- para recorrer esta exhibición.

Si bien hay exposiciones temporales, permanentes e itinerantes en más de 100 espacios del Centro Histórico donde muchas son sin costo alguno, sería bueno ir visitando estos lugares que acrecentarán tu acervo cultural y te harán pasar momentos interesantes.

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