ÁNGEL LARA PLATAS
Pareciera que la intención primera de quienes llegan a un cargo público como son las alcaldías y gubernaturas, principalmente, es nombrar en los principales cargos a sus amigos e incondicionales, así no tengan el perfil que el cargo requiere.
Esa es una de las principales razones por las cuales las decisiones de gobierno se convierten en meras ocurrencias, derivando en un severo daño a las administraciones de que se trate.
A manera de ejemplo, retrocedamos al año de 1989. En aquel entonces, en la ciudad de México se presentó una contingencia ambiental por una fuerte concentración de ozono en el ambiente. Aunque no era la primera vez, No era la primera que se presentaba, se intentó enfrentarla con acciones contundentes.
A uno de los altos funcionarios del gobierno del entonces Distrito Federal, se le ocurrió una idea que por lo novedosa era políticamente vendible. Además, parecía lógica a no ser que fue pensada considerando solamente una de sus aristas.
Al plan lo llamaron Hoy No Circula. Consistía que cada uno de los vehículos del área metropolitana de la ciudad de México, y de acuerdo a la nomenclatura de las placas, dejaran de circular un día a la semana. Visto con ligereza, el plan no estaba nada mal. Solo que no se consideró ni la cultura ni la idiosincrasia de los mexicanos.
Estamos tan habituados a movernos en auto, que antes de que el programa cumpliera un año, una importante cantidad de automovilistas ya se había comprado un auto barato, por lo tanto, viejo, para usarlo una vez a la semana en sustitución del preferido.
A los dos años, el parque vehicular de la zona metropolitana había crecido enormemente. La contaminación se elevó. Usar un auto viejo una vez a la semana no afectaba el ego de sus dueños. Era algo similar a colgar el traje y la corbata los viernes y presentarse a trabajar con ropa casual.
A los tres años, quien ideó ese programa en una actitud de responsabilidad ética, reconoció que no era la solución.
Actualmente el programa continúa. El problema es que no saben por cual otro sustituirlo que ofrezca mejores resultados. Resolver el problema de la vialidad en la Ciudad de México y en muchas otras del País, requiere una participación multidisciplinaria de expertos independientes.
Un segundo ejemplo que deseo comentar por el nivel de ocurrencia y falta de visión en el manejo de las vialidades, se presenta en la ciudad de Puebla.
Los domingos, cuando el turismo llega a la ciudad para gozar sus bellezas, se encuentra con que no pueden acceder al primero y segundo cuadro de la ciudad,
porque se lleva a cabo un paseo ciclista que ocupa gran parte del día. Llegar a los hoteles del centro es casi imposible porque el escaso personal encargado de la vialidad, no tiene la menor disposición de orientar a los paseantes.
Lo que resulta realmente absurdo, es que todo este operativo es para beneplácito de no más de 50 o 60 personas, cuando la afectación es para miles de poblanos y visitantes.
En estos ejemplos y en muchos otros casos, los expertos se encargarían de concatenar las acciones de gobierno con la calidad de los servicios que prestan a los usuarios, para vivir en las mejores condiciones de habitabilidad.