Gobernar la Complejidad

Ugo Pipitone. El arte del gobierno. Taurus, Cd, México, 202 páginas. 2024


DAVID MARKLIMO

 

Si hacemos un poco de memoria, en los últimos años de Zedillo y los primeros de Fox, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), se convirtió en una institución de referencia para esos dos personajes. Tenía sentido: era una institución pública, justo en el momento en que se atravesaba una crisis en la UNAM por la huelga del 1999. También, al ser un centro del entonces Conacyt era más fácil que el gobierno pudiese meter su cuchara, diseñar planes y formar nuevos burócratas de acuerdo a la ideología dominante. Dentro de ese centro, en el departamento de Ciencia Política, y Economía el profesor italiano Ugo Pipitone se convirtió en una referencia de los nuevos tiempos.

Ahora, alejado ya hace algún tiempo del CIDE, el profesor Pipitone ha publicado un ensayo de pensamiento político para explicar la complejidad. ¿Cómo se gobierna la complejidad? Es la gran pregunta a responder en El arte del gobierno, cuya temática tiene el objetivo de dar una nueva perspectiva de lo que hay que hacer para mejorar el presente, ese momento peligrosamente inédito en el que vivimos.

Al día de hoy ha crecido una tensión social muy amplia hacia propuestas populistas que corresponden a un sentido difundido de malestar social ligado a la ampliación de las desigualdades y a la incapacidad de las democracias liberales de revertir esta tendencia. Este panorama nos lleva a preguntarnos ¿qué soluciones podríamos encontrar? Para el profesor Pipitone la respuesta está ligada a la revisión del pensamiento de Confucio, de Nizam al-Muk y de Maquiavelo.

Hablar de Confucio, el sabio chino que vivió hace 2 mil años, es interesante en cuánto a que su contexto puede ser parecido al que nos ha tocado vivir: vivió en un periodo de gran turbulencia política, de guerras civiles, de levantamientos campesinos. Su idea de buscar la paz responde, pues, a un imperio atormentado. Esa búsqueda de paz es lo rescatable, diríamos, pues si seguimos un poco la Historia nos daremos cuenta que Confucio postula una salida naturalista: el retorno a la tradición, a los valores de las jerarquías como la familia y el Estado. Es una ética cuestionable ya, en un mundo tan diverso como el del Siglo XXI, con sus nuevos conceptos de familia y los poderes fácticos que trascienden al Estado, como las empresas multinacionales o ciertas ONG’s.

El profesor revisa entonces los postulados de Nizam al-Mulk, el gran visir persa en el Imperio Selyúcida. Su pensamiento está más ligado a lo que hoy llamaríamos la Administración Pública. El problema de la paz social está ligado a garantizar que los funcionarios sean honestos y responsables y no abusen de su poder enriqueciéndose a costa de la población. Plantea el tema de la vigilancia que el Estado debe ejercer sobre sus funcionarios. No hay duda de que es gran actualidad, sobre todo si pensamos en los innumerables casos de corrupción que nuestro país ha tenido a lo largo y ancho de su Historia. 

Llegamos, entonces a Maquiavelo, el padre de la concepción occidental de la Política. El tema central, según el profesor Pipitone, es cómo es posible que se mantenga la estabilidad en un mundo tan complejo. Siguiendo al florentino veríamos que eso es producto de la combinación de fuerzas distintas, incluso contrapuestas, que conviven al interior del Estado. Es decir, en términos modernos, la democracia requiere el reconocimiento del conflicto social para no anquilosarse ni morirse.

La revisión de estos pensadores apela a la responsabilidad colectiva: qué hay de bueno en lo público, qué tiene que aportar el Estado.  Evidentemente, queda el derecho de experimentar varios caminos, puesto que no existe en una solución en específico. Pero también queda claro que, cualquiera que sea esa solución, tiene que evitar el que se caiga en la corrupción, la impunidad y el conflicto de intereses.

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