Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Permítaseme escribir en primera persona para agradecer a la veintena de lectores que me felicitaron por el trabajo presentado ayer en Galaxia Política sobre el presunto secuestro de 69 personas. Gracias. Sus palabras alientan a seguir en esta difícil profesión.
Ahora, al tema.
La desinformación o manipulación de la misma orilla a las hipótesis que, en la mayoría de las ocasiones, responden a los hechos.
La sospecha aumenta por el presunto secuestro de 69, no 42 ni 66 personas en Culiacán.
De entrada, hay que rectificar al gobernador Rubén Rocha Moya y al secretario de Seguridad Pública estatal, Gerardo Mérida Sánchez, por las afirmaciones que insisten en difundir a través de sus redes sociales. Incapaces de hacerlo personalmente convocando a la prensa, prefieren lanzar sus suposiciones.
La desinformación se inició desde el primer momento en que al 911 se reportó que grupos criminales estaban secuestrando “familias enteras” y ello sacudió a los desinteresados funcionarios del gobierno.
Los culichis sacaron sus conclusiones y dejaron correr la voz que se trataba de un “calentamiento de la plaza” por integrantes del poderoso cártel JNG. Ni el gobernador ni el responsable de la seguridad estatal salieron a dar la cara para desmentir las versiones y encogidos de hombros tartamudearon para “informar” que se ha desplegado un operativo conjunto con el Ejército, la Guardia Nacional y la Marina que, incluso, utilizan un helicóptero Black Hawk para localizar a los secuestrados.
En las informaciones difundidas utilizan la palabra “fueron localizados” y dan a entender que el trabajo de las fuerzas federales y estatales lo logrado. Después de que medios locales confirmaron que los privados de su libertad fueron liberados en tres puntos de Culiacán por sus captores, sanos y salvos, medio corrigieron sus declaraciones sin admitir que por parte de la autoridad poco o nada se había conseguido.
Cuando todavía faltaban 23 personas -presuntamente familias completas-. Surgió la versión inesperada luego de que la madrugada del domingo hubo un enfrentamiento entre “civiles” y elementos de la Guardia Nacional en el que uno de sus integrantes fue muerto y otro policía estatal herido: es una disputa entre El Mayo y Los Chapitos.
La especie no fue confirmada y tampoco desmentida por los “investigadores” del gobierno estatal, pero informaciones de Proceso y Reforma, atribuidas a altos mandos militares. Hacen suponer que así es.
La sospecha aumenta cuando sin que la totalidad de los secuestrados hayan aparecido, los que sí están de regreso no presentan siquiera un rasguño, algo inverosímil. Son los hechos.
¿Por qué habrían de pelear y calentar la plaza el que todavía se considera el jefe de jefes y los que tratan de desplazarlo? Hasta un hermano de El Chapo salió a relucir como el competidor de los hijos del criminal condenado a cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos en la cocción, trasiego y tráfico de fentanilo.
Extrañamente el gobierno federal no ha dicho ni Pío -de piar, no de hermanad- sobre el tema. Sería imposible imaginar que la reunión del gabinete de (in)seguridad no haya tenido información o se la ocultaran al jefe de jefes… de la banda presidencial.
¿En qué terminará la montada telenovela?
El guion no parece estar terminado, pero en tanto la sospecha de que no fue un secuestro real, crece y para desecharla salen a relucir los dueños de Sinaloa.
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