“El Lugar sin Límites”

El Infierno no Tiene Límites

HORACIO ARMANDO HERNÁNDEZ OROZCO

“El Lugar sin Límites”, película dirigida por Arturo Ripstein, con la actuación de Roberto Cobo (La Manuela), Gonzalo Vega (Pancho), Ana Martín (La Japonesita), Lucha Villa (La Japonesa), Fernando Soler (Don Alejo), Julián Pastor (Octavio) y Carmen Salinas (Lucy); cuyo estreno fue el 28 de abril de 1978.

La Manuela, un travesti, y su hija la Japonesita, poseen un prostíbulo en el pequeño pueblo del Olivo, pero pronto se ven atrapadas por los impulsos sexuales de Pancho que ha regresado al pueblo; mientras don Alejo tiene la intención del vender todo el pueblo a unos inversionistas.

Basada en la novela homónima del chileno José Donoso, el guion conserva la esencia de la misma; la cinta fue rodada en localizaciones del municipio de Río Bordo Blanco, en el estado de Querétaro; y ocupa el lugar 9 dentro de la lista de las 100 mejores películas del cine mexicano, según la opinión de 25 críticos y especialistas del cine en México, publicada por la revista “Somos” en julio de 1994.

EL VALIENTE

El camión rojo de redilas de Pancho llega al Olivo, y con el estruendo de su claxon despierta a Manuela, quien de inmediato se preocupa y trata de convencerse diciendo: “No puede ser, no puede ser”; la angustia de Manuela no es gratis, todos en el pueblo saben que se la tiene sentenciada.

Pancho es un hombre vanidoso, varonil y mujeriego, nació y se crió en el fundo de don Alejo; el camión es su sustento que pudo comprar gracias a un préstamo que le hizo don Alejo, pero lleva algunos meses de atraso en el pago, por lo que le han bloqueado los fletes a petición del cacique.

Este personaje representa esa homofobia y misoginia muy marcada por el machismo instintivo y brutal, es un valiente con los vulnerables y un cobarde con los poderosos.

EL DIABLITO

Don Alejo se entera de que Pancho está en el pueblo y va a buscarlo para reclamarle que ni si quiera ha dado la cara por las mensualidades atrasadas; le recrimina y lo sobaja, al grado que a escondidas llora.

Este cacique es un político de la vieja guardia, ha sido diputado, latifundista y dueño de casi todo el pueblo; en un tiempo propietario de la casa de La Japonesa ahora asiduo visitante del prostíbulo; es un hombre muy respetado ya que hace creer a todos que sus intenciones son para bien del pueblo, pero realmente quiere quedarse con todo.

El personaje representa a ese pecador por el cual pagan los justos, su autoridad emana del poder económico y político que tiene, es un hombre de palabra, pero de moralidad impostada; su figura se asemeja a la de un Dios que concede a las personas su benevolencia, o más bien a un diablito que simboliza la irá y la ambición.

LA DAMA

La Japonesita intercepta a don Alejo para tratar el tema de la luz eléctrica que les ha sido cortada, pero el caique no la puede atender, entonces ve a Pancho llorar, quien la amenaza de muerte si cuenta que lo vio chillar.

La Japonesita es la hija de la Japonesa y Manuela, a pesar de su corta edad ya administra el prostíbulo con austeridad y jamás se da un lujo para sí misma; a diferencia de las otras mujeres en el prostíbulo, la Japonesita no tiene dotes para la seducción e incluso parece que su desarrollo se estancó, de su madre solo heredó el negocio; su seriedad es como el de una dama de sociedad que contrasta con la actitud alegre y despreocupada de Manuela.

LA SIRENA

La Manuela no quiere ver a Pancho, pero arregla su vestido rojo de sevillana, pues quiere impresionarlo con un baile andaluz o una seguidilla.

Se trata de un travesti, que cuando llega al prostíbulo de La Japonesa se gana su simpatía, así como la de Don Alejo; las veces en las que “le entra el diablo al cuerpo”, se convierte en el alma de la fiesta. A pesar de sus años y los achaques de la vida que lleva, Manuela no pierde oportunidad para ponerse su vestido de española y bailar.

La Manuela es como una sirena que aparece para cautivar a los marineros y que la apariencia no lo es todo.

Y así precisamente cautiva a Pancho con la danza de La Leyenda del Beso; en la zarzuela se narra el amor imposible entre un gitano y una princesa, que se sella con un beso que desencadena una maldición, y así pasa en la cinta, Manuela y Pancho se besan, pero Octavio le recrimina y le dice que no sea maricón; Pancho se enoja y terminan matando a golpes a Manuela.

Para el año en que se escribió la novela (1966) así como para el año en que se rodó (1977), el asesinato de La Manuela fue por homofobia, que calificaría como homicidio, pero en la actualidad la privación de la vida de un transexual o de un travesti será considerado como feminicidio.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación tras analizar una acción de inconstitucionalidad promovida por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Michoacán determinó que las mujeres trans asesinadas deben ser consideradas víctimas de feminicidio siempre y cuando se den las circunstancias relativas a que esa conducta se realiza por razones de género.

La cinta causó estupefacción al presentar el primer beso entre dos hombres y que el personaje central fuera un homosexual, no en plan del afeminado jocoso, sino como una persona que también tiene vida, deseos y anhelos propios.

La homofobia está representada en toda la película, a la Manuela se le cosifica, en el burdel se le insulta por ser homosexual y toca sin su consentimiento, se le compra con dinero, Pacho y Octavio la golpean, es un objeto de diversión, se le avienta al río, se le desnuda, se le quiere enderezar a ver si se compone, es traicionada por la gente en quien confiaba: la Japonesa la usa para hacerse de la propiedad y don Alejo deja que la maten para hacerse de su casa; es un lugar sin límites para la homofobia.

Muy en su interior Pancho admiraba a Manuela, porque como hombre homosexual podía llorar sin sentir vergüenza, podía divertirse con su sexualidad, podía querer a otro hombre sin recriminación; pero Manuela vivió y murió en un lugar donde no era querida ni aceptada por la gente, y el único que sentía algo por ella, la terminó matando.

El lugar sin límites es un verdadero infierno, o ¿acaso será que ya existen límites para que no haya homofobia?

La mejor la respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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