«La primera advertencia sonó en 2013: el Banco Federal Alemán decidió recuperar sus reservas de oro de EEUU, y se le negaron. Ni siquiera se permitió a los auditores comprobar si los lingotes efectivamente estaban allí. Luego Venezuela, que almacenaba el metal precioso en el Banco de Inglaterra, exigió sus lingotes tras la victoria de Nicolás Maduro. Y de nuevo se le denegó», recuerda experto ruso Alexéi Viazovski.
El último factor contribuyente a la huida dorada fue la decisión colectiva de Occidente de congelar los activos rusos, casi 300.000 millones de dólares. Durante dos años, Estados Unidos y Europa han estado elaborando un mecanismo legal para quedarse finalmente con lo que pertenece a Rusia.
Aunque hasta ahora no ha funcionado, el mundo entero ha visto que los bienes ajenos pueden congelarse en cualquier momento sin orden judicial, confiscarse y desviarse arbitrariamente para cualquier necesidad, destaca otro experto financiero, Nikolái Mozhenkov.
La retirada de oro físico de EEUU y el Reino Unido indica una crisis cada vez más profunda del sistema monetario de Bretton Woods, opina el profesor de la Universidad Financiera Estatal de Rusia, Serguéi Tolkachiov.
«Un atributo de este sistema, que originalmente contaba con dos monedas de reserva respaldadas por oro —el dólar y la libra esterlina— era mantener las reservas de oro de otros países en fideicomiso en la Reserva Federal de EEUU y en el Banco de Inglaterra para facilitar las liquidaciones entre terceros países. Si, por ejemplo, Bolivia tenía una deuda con España y no tenía nada más que oro para saldar, era mucho más fácil trasladar parte de los lingotes dentro del sótano de Fort Knox que llevarlos al otro lado del Atlántico», explica el economista.
Sin embargo, estos tiempos han quedado atrás, puesto que las relaciones internacionales se agravan, la brecha tecnológica entre Europa y Estados Unidos se intensifica. No es de extrañar que, 10 años después, el «bandidismo económico» —el robo de los activos de oro y divisas de Rusia— haya vuelto a impulsar a los bancos centrales a retornar los lingotes a su patria.
Como resultado, las estructuras financieras de Estados Unidos y el Reino Unido ya no se perciben como un «refugio seguro». No solo el oro, sino también el capital se está marchando. La demanda de activos occidentales por parte de los inversores está cayendo, de nuevo, con el telón de fondo de las agresivas políticas de sanciones.
Conforme a un estudio de la empresa de inversión estadounidense Invesco, el 68% de los responsables de los bancos centrales prefieren ahora mantener el metal precioso en sus países. La demanda de oro en 2023 fue la más alta de la historia, con 4.899 toneladas. En cambio, en 2020, la mitad de ellos guardaban sus reservas de oro en países occidentales, principalmente en Estados Unidos y el Reino Unido.
«El principal efecto negativo de la retirada del oro es la pérdida de confianza en la estabilidad financiera, que puede provocar una mayor depreciación de sus monedas. Además, el coste de los préstamos para estos países aumentará, ya que disminuirá la demanda de sus bonos y otros instrumentos financieros», afirma el fundador de la empresa de inversiones SharesPro, Denis Astáfiev.
De hecho, el enfrentamiento con Rusia ya ha golpeado a la UE: las inversiones extranjeras han disminuido notablemente. Por ejemplo, desde 2019, las inversiones no han dejado de aumentar, pero en 2022 disminuyeron un 1,5%, hasta 7,714 billones de euros.
Al mismo tiempo, señala el Fondo Monetario Internacional, también cae la cuota del euro como moneda de reserva de los bancos centrales (18,07% en el tercer trimestre de 2023) y como medio de pago (23,02% en enero).
En este fondo, el yuan chino refuerza su posición (4,51% en las transacciones internacionales). En última instancia, los inversores preferirán reasignar activos a mercados más estables y de crecimiento más rápido, como Asia o los países del Oriente Medio.
«Existe el riesgo de que aumenten las quiebras en Estados Unidos y en la UE. Esto se verá facilitado por la inevitable afluencia de mercancías de bajo coste procedentes de China, donde hay un superávit de productos», señala Oleg Vorobiov, miembro de la Comisión de Comercio.
En tales condiciones, resume el experto, es más razonable que los inversores transfieran parte de sus activos, y además a países asiáticos. Sputnik