El Inminente Triunfo de Donald Trump

SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS

Cuando se escriben las presentes líneas han pasado 24 horas del “Súper Martes” que en los Estados Unidos se define como un día donde, respectivamente, los electores de los partidos Demócrata y Republicano votan por su candidato favorito. Joe Biden ganó en su parcela porque como Porfirio Díaz no tenía contrincante serio en quien preocuparse, en cambio Donald Trump se impuso por amplia ventaja en los estados donde compitió contra Nikki Haley, salvo el caso de Vermont, que es como Guanajuato en México: ni con uno ni con otro se gana una elección.

A pesar de las muchas deficiencias que hoy se le ven al sistema electoral estadounidense, como el hecho de que el voto popular no define al candidato presidencial ganador, sino el colegio electoral integrado por delegados quienes representan a cada estado son los que definen al candidato ganador. Repetimos, a pesar de lo último, para el México contemporáneo sí se antoja que fuera el voto ciudadano el que definiera a los candidatos de Morena y adláteres, MC y la alianza opositora. Estimado lector, estoy seguro que los mexicanos a pesar de los acarreados -que están en todos lados-, los fieles a una causa y los moderados que votan de manera diferenciada, votarían por otros candidatos a la contienda presidencial que los que tenemos, esto es, Sheinbaum, Gálvez y Álvarez, olvidándonos del ejército de candidatos a miles de puestos y los impresentables candidatos de representación proporcional.

Pero volvamos a Donald Trump y los Estados Unidos.  Sin duda alguna Donaldo es un batallador, siempre ha bulleado a sus contrincantes, desde los programas como shark tank, hasta las conferencias de prensa donde ha participado como particular o mandatario de un país. Seguro, si coinciden en los debates presidenciales Biden y Trump, el último provocará que don Joe vuelva a tartamudear. Los dos son candidatos de la Tercera Edad, viejos para un denominador común, especialmente en Europa, donde los mandatarios son mucho más jóvenes, incluidos algunos políticos españoles como Iñigo Herrejón, que años atrás parecía un pupilo de secundaria.

Pero todo puede suceder en este mundo de Dios. La Corte de Justicia en los Estados Unidos, por unanimidad, desechó el laudo de la Corte del estado de Colorado donde prohibía que Trump estuviera en la boleta electoral. La respuesta de la Suprema Corte fue que la Constitución de los EEUU está por encima de las legislaciones estatales, más si se trataba de un cargo federal: el razonamiento de la Corte proviene de la enmienda 14 inmediatamente posterior a la Guerra de Secesión (1868). El periplo ya le proporcionó a Trump una serie de activos y de imagen para la mayoría de los ciudadanos estadounidenses que admiran a los héroes que luchan por sí mismos y le ganan a los poderes establecidos: véase en cientos de películas. Éstos no leen el New York Times, no ven CNN y tampoco son invitados al Wilson Center: tres entidades que, para los politicastros mexicanos y académicos de corta mira en nuestras universidades, ven como faros de civilización y opinión pública.

Se recuerda que Trump enfrentó a los chinos imponiendo aranceles a lo que se consideraba prácticas fraudulentas en comercio por aquél país. Se recuerda que su gobierno criticó a la ONU, a diversos organismos internacionales de donde se salieron los Estados Unidos. Los israelíes recuerdan el apoyo irrestricto a su país y hoy ansían dicha postura frente a la debacle moral que resulta de la invasión en Gaza, y por lo que respecta al ambiente bélico, la OTAN, sus miembros y el presidente Zelenski estarán muy nerviosos por la postura de Trump frente al organismo, frente a los gastos que implica la guerra en Ucrania y, seguramente, a soto voce, saben de los placeres que el régimen ruso le proporcionó a Donaldo en sus estancias por aquellas latitudes.

Finalmente, Mexiquito. Trump puso en orden a López Obrador con los temas de migración y el renegociado TLCAN. Los estadounidenses pusieron al embajador Landau que antes que Ken Salazar viajó por el país, comió en mercados, platicó  por igual, con magnates que con gente menuda, y coadyuvó en proporcionar al régimen de la 4T una forzada, muy desgastante y al mismo tiempo preferente relación bilateral, que en aquellos años varios gobiernos extranjeros envidiaban: obviamente jamás lo aceptaron los opositores a AMLO.

Yo no sé si Marcelo Ebrard ya esté trabajando en una agenda referente a un posible gobierno trumpiano; tampoco si le desagrade. Lo que sí deberían estar ya bosquejando nuestras pequeñas candidatas, Claudia y Xochitl, es la estrategia para lidiar con Trump, el monstruo naranja que no tuvo empacho en desairar, ser grosero y obviar a señoronas estadistas como Ángela Merkel, la reina Isabel y Ursula Von der Leyen.

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