NIDIA MARÍN
¿México sigue padeciendo el “Efecto Cucaracha”?
¡Desde luego!
Y podríamos decir que “con singular alegría”.
Aun no se ha perdido la cuenta del momento en que dicho impacto afectó con severidad al país en el siglo pasado: fue en los años noventa, de tal manera que en 2006 se expandió, sobre todo en Michoacán y en Guerrero.
Y los gobiernos que han transcurrido no han logrado nada al respecto, mucho menos el actual con su política entreguista de “abrazos no balazos”
Debido a ello, los delincuentes se multiplican. En síntesis, en lo que va del siglo actual el crimen organizado se ha modificado para mal. Sí, para desgracia de los mexicanos. Las políticas desarrolladas en la materia han fracasado, incluidas las cacareadas por el actual gobierno… si es que existen.
¿Por qué la denominación de “Efecto Cucaracha”? Así lo definen: cuando se mata una cucaracha salen 10 y se mata la decena sale una centena y si la destruyes surgen miles. En México ya ocurrió. Eso le ha pasado en los últimos 30 años.
Más en nuestro país existe una combinación peor, ya que el mencionado “efecto” se internacionalizó y actualmente hay dentro de México agrupaciones de narcotraficantes integradas por “cucarachas” de diversas nacionalidades, sobre todo: venezolanas, hondureñas, guatemaltecas y una que otra gringa, europea o asiática.
Como consecuencia, el control de los carteles es inconmensurable. Sus asesinatos también. Sobre todo, cuando los mexicanos se niegan a doblegarse ante las amenazas de propios y extraños.
Porque en la actualidad, el control del territorio está en la mente de los delincuentes y de ahí los hechos sangrientos en Guerrero, Michoacán, en Chiapas, en Zacatecas, y demás. También las matanzas y amenazas en contra de candidatos en las elecciones en marcha.
Se había mencionado la protección para precandidatos y candidatos, pero ha sido inexistente, ya que nadie garantiza que en las filas de quienes resguardan al suspirante no haya un “oreja” de otro partido o… de otro grupo criminal, que lo quiera quitar de en medio para siempre.
Por lo tanto, los aspirantes están entre la espada y la pared, cuando en México estamos a punto de llegar a la hora de la verdad… en cuanto a las campañas que el próximo viernes deben iniciar conforme a las normas electorales. La preocupación se extiende entre los ciudadanos ante la inseguridad que prevalece en la República Mexicana, la peor… por lo menos en los últimos 20 años.
¿Cuántos suspirantes por una candidatura no llegaron ni a la esquina, antes de que fueran asesinados a finales de 2023 y en lo que va de 2024? ¿Cuántos renunciaron a sus aspiraciones ante las amenazas? Muchos.
Algún día lo sabremos, aunque desde ahora los especialistas lo han estado advirtiendo. El primer reporte de Integralia Consultores señalaba cómo intervenía el crimen organizado en las elecciones: asesinatos, agresiones y amenazas contra funcionarios públicos y aspirantes; financiamiento a campañas; imposición de candidaturas; movilización o inhibición del voto, y alteración de la votación en casillas.
Y como básicamente no se hace nada al respecto, los expertos mencionan que el crimen organizado intervendrá, como nunca antes, en el proceso electoral en marcha por tres motivos: la gran cantidad de grupos criminales en conflicto armado; la proliferación de mercados ilícitos, además del narcotráfico; y la mayor cantidad en la historia de presidencias municipales en disputa.
No se puede señalar que este asunto es algo desconocido, porque efectivamente Data Cívica precisó cifras sobre las víctimas de violencia político electoral: entre 2018 y 2023 aumentaron 235.7%.
En la actualidad, aproximadamente 20 aspirantes fueron agredidos y se desconoce la cifra de amenazados.
Sí, las situaciones más críticas se están viviendo en: Guerrero, Michoacán, Colima, Jalisco, Chiapas, Morelos, Baja California, Sonora, Chihuahua, Tamaulipas, Zacatecas, Guanajuato, Estado de México, Tabasco y Veracruz.
En poco más de 48 horas, iniciará la batalla electoral más difícil en la historia de México, inserta quiérase o no, en los nocivos efectos del desgraciado “Efecto Cucaracha”.
