EZEQUIEL GAYTÁN
El fenómeno de la migración humana está en nuestros genes y probablemente si nuestros ancestros no hubiesen emigrado desde África la evolución de nuestra especie no sería como es ahora. Más aún, la historia de la humanidad es la historia de sus migraciones y de ahí que es prácticamente imposible detener los actuales fenómenos migratorios. De entrada, en pleno siglo XXI son múltiples las razones por las cuales hay migración hacia otros países y dentro de las propias naciones. Respecto a emigrar hacia tierras extranjeras encontramos que son muchas las causas, las más notorias son la búsqueda de una mejor calidad de vida, huir de hambrunas y sequias y escapar de la violencia doméstica. Por lo que respecta a las migraciones internas el fenómeno se singulariza porque genera un ambiente de no ser indocumentado, se habla el mismo idioma y regresar al lugar de origen es más fácil si las condiciones lo permiten. Claro que lo que desencadena la migración interna es en esencia la misma que la externa. Léase falta de oportunidades en el ámbito de lo local, buscar mejores condiciones de vida, huir del crimen organizado y vivir en las ciudades es más atractivo que en el campo.
Es interesante que el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024 dice a la letra “No más migración por hambre o por violencia: Aspiramos a ofrecer a todos los ciudadanos las condiciones adecuadas para que puedan vivir con dignidad y seguridad en la tierra en la que nacieron…A los extranjeros que llegan a nuestro territorio brindaremos respeto a sus derechos, hospitalidad y la posibilidad de que construyan aquí una nueva vida”. Sin embargo, al leer las noticias es sorprendente el número de compatriotas que buscan una vida digna en los Estados Unidos de América dignidad en que aquí no encuentran. De hecho, el periódico Reforma del sábado tres de los corrientes señala que el gobierno estadounidense ha detenido a cerca de tres millones de compatriotas en lo que va del sexenio del presidente López Obrador. También es impactante que en lo que va del sexenio se ha dado albergue a casi dos millones de extranjeros de acuerdo con las estimaciones del Instituto Nacional de Migración (La Jornada de enero de 2023). Empero no encontré cifras de compatriotas del ámbito rural que abandonan sus localidades y se asientan en los cinturones de las urbes tales como las zonas metropolitanas de la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey, Tijuana, Ciudad Juárez y Saltillo y Querétaro. Con lo cual de despliegan demandas y necesidades de atención de servicios urbanos tales como agua potable, transporte público, pavimentación, luz, seguridad pública, escuelas y centros de salud y control natal. Léase, se trata de que los ámbitos municipales, estales y el federal se coordinen y satisfagan a una población con altas carencias y falta de oportunidades. El problema se agudiza porque muchos de esos nuevos asentamientos humanos son irregulares y la población no posee el adiestramiento suficiente a fin de que su mano de obra sea calificada y pueda encontrar mayores y mejores oportunidades laborales.
Lo expresado en el plan de desarrollo de la actual administración en materia de migración si lo confrontamos con la realidad deja mucho que desear y es notoria la falta de planeación, aplicación y pulcritud en en el tema. En otras palabras, las secretarías de Gobernación y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano han sido rebasadas por las circunstancias; en gran medida porque es un problema heredado desde la década de los años setenta del siglo pasado y que los gobiernos han ido postergando, incluyendo al actual. Consecuentemente la migración de mexicanos y centroamericanos hacia los EUA y el ensanchamiento de los cinturones de miseria en las zonas metropolitanas mexicanas son un problema que se tiene que analizar multi e interdisciplinariamente y con visión de largo plazo. De no hacerlo los problemas se magnificarán como es el caso del agua.
Entonces tendremos que redefinir, por un lado, el derecho humano a migrar y al acceso al agua potable, por el otro, deberemos aceptar que esos derechos se yuxtaponen con la realidad y que por lo mismo deberán ser acotados y racionalizados. Es necesario que los gobiernos de las naciones desarrolladas y emergentes hagan su parte y fomenten el desarrollo nacional al mismo tiempo que estimulen la inversión en las naciones en vías de desarrollo. Que cuiden los recursos naturales, sobre todo el agua, y que aceptamos que la explotación irracional de los recursos es un suicidio.
La migración debe ser atendida racional y globalmente con visión de largo plazo. De lo contrario las caravanas de migrantes se incrementarán y viremos una implosión en las actuales megalópolis y crisis sociales en las fronteras norte y sur de nuestro territorio.