SILVESTRE VILLEGAS REVUELTAS
En los últimos días la oposición al gobierno de López Obrador a través de los partidos políticos, de los comentaristas en los medios de comunicación como radio, televisión y en la internet, se han rasgado las vestiduras, se han desgañitado frente a los micrófonos como la periodista Anabel Hernández, y han puesto ojos de toro-loco tipo Milei, cuando a su juicio y con dedo flamígero acusan al Presidente de querer imponer una constitución política al país y a su modo, de gastar todos los dineros en obras públicas que no tienen llenadero, de haberse beneficiado de dineros ilegales para sus diversas campañas presidenciales y en fin, de ser la viva representación de una dictadura rapaz, comunista con tintes tropicales tipo Macuspana en Tabasco.
Para comenzar, si lo último fuera cierto, cualquier dictadura en América Latina y en los otros continentes hubiera detenido a los periodistas que hubiesen osado criticar al líder supremo, hubiera encarcelado a los conductores de programas en radio, TV, etcétera. Meses o años después aquellos habrían salido de las mazmorras más “amansados” que un perrito faldero, la dictadura hubiera mandado llamar a los dueños de las concesiones de los medios de comunicación para leerles la cartilla, y hubiera comenzado a hacer detenciones arbitrarias a los miembros de las familias, amigos y conocidos relacionados con aquellos que se atrevieron a criticar al régimen. Es más, una publicación como Misión Política, como el noticiero y columna de Joaquín López-Dóriga o la bazofia en que se ha convertido el programa del payaso Brozo, simplemente hubieran dejado de existir en regímenes dictatoriales como los de Pinochet, Putin, Idi Amin, los Kim en Corea del Norte, Ortega en Nicaragua y un muy tétrico etcétera. No, y repito no, en México lo que sucede con AMLO de ninguna manera es una dictadura, mucho menos comunista –hasta mis alumnos de posgrado señalaron que al exministro Cossío le faltó atender a seminarios de Materialismo Histórico e Historia de la URSS. Lo que pasa con el presidente mexicano, es la misma susceptibilidad presidencial que en su último año o años de gobierno han mostrado desde Santa Anna (1841, 1855), Juárez (1871), Díaz (1908-1910), Plutarco Elías Calles, Miguel Alemán, Díaz Ordaz -recuerdo la frase de JLP: no les pago para que me peguen- Fox y el vitriólico Calderón, hasta la actual hipersensibilidad de AMLO frente a unos medios que lo han criticado desde el día dos, después de la elección de 2018. En las DOS VERTIENTES CRÍTICAS: la burra no era arisca…la hicieron los palos.
Antes de que los Estados Unidos Mexicanos existieran a partir de 1824, el país ya había tenido problemas relativos al hombre que debiera ejercer el Poder Ejecutivo. Por ello llegó a Agustín de Iturbide al trono mexicano, por las mismas razones y teniendo aquel ejemplo Vicente Guerrero dio un cuartelazo, desconoció los resultados electorales y con ello dio comienzo a la época de los golpes, asonadas y revueltas, que resultaron en una infinidad de gobiernos y presidentes con muy poca legitimidad. Dicha realidad continuó hasta que se materializó el “primer tapado” de la historia mexicana con la candidatura ganadora del general Manuel González y su gobierno entre 1880 y 1884. Este se creó de un grupo político que gracias al poder de los negocios comerciales, las concesiones ferrocarrileras, las inversiones bancarias, los asensos en el escalafón militar y demás lindezas produjo importantes intereses que compitieron hasta 1889 con los porfiristas. Es más, debido a las negociaciones anglo-mexicanas, a las inversiones mexicano-americanas y su ascendente con la comunidad española residente en México, González intentó y casi logró imponer una agenda de acciones de gobierno a su compadre y sucesor Porfirio Díaz. Ello significa que los deseos, calenturas nocturnas, sueños vívidos, y demás elucubraciones del presidente en funciones para influir en el sucesor, sobretodo, si es de sus propias filas, es tan natural en México como cuando Santa Anna dejó en pliego cerrado los nombres para un triunvirato y lo que debían hacer; el significado de las sucesivas reelecciones de Benito Juárez que se enemistó hasta con su sombra; las maniobras de Calles y el Maximato que culminaron hasta que Cárdenas puso a don Plutarco en un avión para los Estados Unidos, GDO llegó a la España post-Franco y a Luis Echeverría lo enviaron hasta las remotísimas islas Fidji. Es natural que en esas noches de desvelo Salinas de Gortari dudara de Colosio y luego intentara influir en Zedillo; que tanto Calderón como Peña impusieran a su más afín como candidato presidencial y que AMLO esté haciendo lo mismo. Nada nuevo bajo el sol, nada para infartarse. En cambio, sí se antojan unas elecciones primarias donde los afanes presidenciales y las mafias al interior de los diversos partidos políticos se pudieran ver derrotadas por la voluntad ciudadana. Le hago una pregunta estimado lector, para que la medite con un café: ¿cuáles serían hoy los candidatos presidenciales en México si la ciudadanía los hubiera escogido?
Finalmente, y de una manera breve: la obra pública y sus costos. Existen diversos datos para su análisis: los reportes oficiales, los estados de cuenta de las empresas involucradas, las genuinas investigaciones periodísticas y de los institutos como el IMCO o en sentido opuesto el INEGI, y la lectura del sentido empresarial como el beneficio público de determinadas construcciones. En el clima de enfrentamiento total que existe hoy en México, si el gobierno de AMLO hubiera construido una red con trenes de Alta Velocidad por toda la república, hubiera sido acremente criticado, por el motivo que más les guste. En sentido opuesto, efectivamente sí son dignas de crítica algunas decisiones como la opacidad, deuda y otros males al interior de PEMEX, SEGALMEX y otros. En una tercera vía y como historiador, ojala funcione muy bien el proyecto integral (trenes, carreteras, puertos, acuerdos comerciales) del corredor en el istmo de Tehuantepec: los mexicanos decimonónicos lo desearon. Los estadounidenses y luego los alemanes los desearon aún más y en la actualidad es otra opción para el comercio chino y quizá a mediano plazo frente al paulatino desecamiento del Canal de Panamá.
El espíritu de partido o de las facciones desea que todo lo realizado por AMLO no funcione y le vaya mal; los deseos de una ciudadanía madura, es que frente a los esfuerzos y gastos monumentales en obra pública, ésta funcione y resuelva problemas. El tiempo hará que aeropuertos, trenes, institutos trabajen a todo vapor. Esperamos se implanten reformas de evidente calado social como el aumento sustancial de los salarios mínimos, mejores condiciones de trabajo, el problemón que significa el tema de las jubilaciones, etcétera.