Sabrina Imbler, “Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas”, Editorial Big Sur, 2023, 268 páginas
DAVID MARKLIMO
Desde nuestros orígenes, los seres humanos deseamos siempre conocer, manipular, transformar y comprender a la naturaleza, principalmente porque de ello depende nuestra supervivencia. El conocimiento del marco natural, así como su transformación y aprovechamiento, ha motivado e impulsado el conocimiento científico y la técnica. Esta es una cuestión que tiene un particular interés ahora que estamos experimentando los efectos de la degradación de la Naturaleza. La contaminación del agua, la generación de gases de efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono, de los bosques y de la biodiversidad son sólo algunos de los fenómenos que muestran la falta de equilibrio que los seres humanos hemos tenido con la Naturaleza.
“Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas”, de Sabrina Imbler, es un libro que nos lleva a preguntarnos si nuestra relación con la naturaleza es adecuada. También nos lleva a preguntarnos qué tenemos en común con ella o más precisamente, cuánto de nuestro comportamiento se puede explicar observando la naturaleza. Estamos ante un texto que conjuga lo ameno, lo didáctico y lo profundo con bastante acierto: vamos a reflexionar sobre la ciencia con la propia vida de Imbler, combinando ingeniosamente el periodismo científico y la escritura personal.
Es decir, las zonas más profundas del océano nos servirán para indagar sobre el significado existencial de lo vivido y la conformación de la propia identidad. Así, los animales de los fondos marinos nos servirán para hablar de comportamientos, reacciones, formas de relación con el entorno como nexo de unión, a través de asociaciones y metáforas más o menos claras, con lo que es el comportamiento humano.
Imbler somete a escrutinio con la misma meticulosidad naturalista y diáfana con que observa el mundo submarino: la infancia, las relaciones amorosas, la sexualidad fluida, el mestizaje racial o el sentido de comunidad. De esta forma, un pulpo que va muriendo de hambre lentamente solo para proteger a sus huevos le da pie a Imbler para informarnos sobre sus malos hábitos de alimentación y la visión dismórfica que su madre tiene de su propio cuerpo, o bien el poder metamórfico que las sepias marinas despliegan para burlar a sus depredadores le permite narrar sus propios cambios y adaptaciones como miembro de minorías.
Bien mirado, el análisis de las diferencias en cuanto a la conciencia que los seres humanos tienen de su relación con la naturaleza, permite tomar distancia respecto de la manera en que la conciencia ha instaurado una relación instrumentalista y poco armónica con su entorno. Podríamos, incluso, sostener que existe un lado práctico, una realidad, pues, que nos hace ver que es necesario un cambio de conciencia.
Este cambio a una conciencia emergente implica una significación en la cual el ser humano y la naturaleza guardan una relación armónica. Por supuesto, está discusión debe llevarse a un ámbito más particular que se relaciona con el principio Femenino y Masculino. No es casualidad que sean las mujeres las que se identifiquen con la defensa de la naturaleza, las que sean capaces de observar los comportamientos agresivos que los humanos tenemos como algo que se debe a un reflejo natural.
Sin pretender aleccionarnos, Hasta dónde llega la luz es un libro fascinante y honesto que nos invita a reconsiderar los límites de nuestra propia naturaleza.