Cuesta de enero se ensaña con alzas de más de 200% en alimentos

‘Comer frutas y verduras’ es cada vez menos probable para los mexicanos, la sana alimentación se convierte paulatinamente en una utopía para las familias, que contemplan con asombro la escalada de precios de entre 50%, 100% y hasta más de 200% en algunos productos alimenticios.

La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) alerta que la cuesta de enero tiene en jaque a las amas de casa para llevar alimentación nutritiva, pero sobre todo accesible a sus hogares, por lo que advierte que “la inflación enferma a las personas y es responsable de llevar a la hospitalización a muchas de ellas”.

Según un estudio de mercado realizado por la Anpec, en lo que va de enero la calabacita o calabaza se cotiza en promedio en 96.66 pesos en el país, lo que implica un alza de 233.3% respecto a los 29 pesos de diciembre pasado, y aunque este producto agropecuario no es el de mayor consumo en los hogares de México, enciende las alertas.

Y mientras el promedio nacional del precio es de 96 pesos, hay ciudades como Tijuana en la que el kilo de calabazas alcanza 150 pesos.

Otro producto que literalmente hace llorar a las amas de casa es la cebolla, que pasó de un promedio de 20.36 pesos a 50.90, es decir, un encarecimiento de 150%, y en este caso la ciudad donde se cotiza más cara es San Luis Potosí, con un precio de hasta 78 pesos.

Respecto a las proteínas, el aumento en lo que va del actual gobierno federal es de hasta 80%, obligando a algunas amas de casa, sobre todo de los sectores con menos ingresos, a disminuir las raciones para administrar su gasto.

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En este caso, la pechuga de pollo y la milanesa de res lideran los incrementos, con 79.47% en la actual administración, seguidos del filete de tilapia, que ha subido 62.84%; la leche lleva un encarecimiento de 59.58%; el atún en agua 55.62%, y el huevo, 53.75%, entre otros.

“La inflación va a todo galope en la economía mexicana, haciéndose sentir en esta cuesta de enero, especialmente en los productos alimenticios esenciales que todo hogar requiere consumir para una adecuada nutrición”, explica Cuauhtémoc Rivera, presidente de Anpec.

Todo esto ha provocado una obligada caída de consumo de aproximadamente 25%, según los reportes de la Anpec, la cual advierte que a los consumidores no les alcanza para comprarlos.

A partir el estudio, Rivera resalta que “no es que la gente no quiera comer sano, su limitado poder de compra y el alto costo de los alimentos son los factores que se lo impiden. Las consignas de los académicos que exhortan a la población a tener una alimentación balanceada bordan en el aire, pues lo que convocan y evocan es una utopía en México”.

Mientras la inflación general cerró 2023 en 4.66%, en la primera quincena de enero el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que la tendencia alcista se acentuó y llevó el índice nacional a 4.90%.

De este indicador, el Inegi precisó que el aumento de precios no subyacente —que se integra por bienes y servicios cuyos precios no responden a condiciones de mercado, sino que están influenciados por condiciones externas como el clima o por las regulaciones del gobierno— de productos agropecuarios se situó en 9.73% en la primera mitad de enero, de los cuales frutas y verduras alcanzó 20.69%.

Esto quiere decir que mientras el promedio nacional de precios se acerca a 5%, el alza de frutas y verduras es del cuádruple, poniendo en jaque los bolsillos de las familias mexicanas.

“Este impuesto castiga fundamentalmente a la población más vulnerable, que son los que mayor parte de sus ingresos destinan a la compra de alimentos. Es un impuesto tan nocivo que afecta el estado de ánimo de la población, su capacidad productiva, su emocionalidad para llevar una sana convivencia social y, por supuesto, su salud, porque una alimentación deficiente no nutre, quedando en indefensión ante la ola de enfermedades”

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