Lo que Entiendo por Segundo Piso

 

*Se Fortalecerá la Sospecha Fundada del

Contubernio con Cárteles Criminales

*Habría más Dureza en Contra de Todos 

los “Adversarios” y Nulo Diálogo 

*Realidad: Dominio de la Delincuencia en

Vastas Zonas de la República

 

EZEQUIEL GAYTÁN

 

En arquitectura se entiende por segundo piso una plataforma en la cual hay planta baja, primero y segundo pisos. Pero el presidente López Obrador en sus ocurrencias habla de un segundo piso cuando desea hablar de su “continuidad con cambio” al referirse a su decisión de imponernos a la señora Claudia Sheinbaum mediante una elección de Estado. Supongo que lo hace porque nos quiere vender que la Planta Baja son los tres grandes movimientos que México vivió, léase a Independencia, la Reforma y la Revolución. Aunque pocos le compran esa idea. El caso es que ese mal denominado segundo piso lo que nos ofrece es más de lo mismo.

 

Ese segundo piso, que de alguna manera se antoja que será de segunda, como la transformación ha sido de cuarta, es riesgoso porque significa que en materia de política interior la secretaría de Gobernación seguirá descafeinada, ya que quien conduzca los asuntos de gobierno será el expresidente López Obrador desde su rancho de Palenque, Chiapas. Lo cual significa poco o nulo dialogo con los partidos políticos, malas relaciones con los gobernadores y alcaldes que no sean de Morena, tensas crónicas con las iglesias, rígidas tensiones con periodistas y medios de comunicación. Mano dura contra legisladores y jueces que no se subordinen a Morena, escasa colaboración con la sociedad civil, poco respecto a los Derechos Humanos y el partido en el poder insistirá en desaparecer la Comisión encargada de velar por el respeto a los mismos y, por si fuera poco, el asunto de los migrantes seguirá creciendo con todos los problemas que eso significa. 

 

En materia de política exterior será muy importante quien ocupe la titularidad de esa Secretaría. Sin embargo, las relaciones con los Estados Unidos, de seguir el segundo piso, seguirán tensas bajo mascaradas de colaboración. Aunque de llegar el señor Donald Trump tal vez el escenario sea de subordinación dada la animadversión de ese hombre hacia nuestro país. Con América Latina y el Caribe tal vez mejoren nuestras relaciones y sigamos apoyando al las dictaduras cubana, nicaragüense y venezolana. Con Europa seguiremos invisibles. Lo mismo Asia y África. De ahí que aquel prestigio de nuestra política exterior se seguirá devaluando. 

En materia económica se avecinan, dicen los conocedores, grandes retos, pues la deuda pública que heredará la actual gestión es muy superior a la de los expresidentes de este siglo. El gasto social requerirá grandes sumas estratosféricas, la relación peso-dólar debe ser controlada por el Banco de México y, por lo mismo, no puede perder su autonomía. No se aprecia que se vaya a fortalecer el comercio interior y los elevados precios de los productos de la canasta básica continuarán al alza. Las empresas productivas del Estado, electricidad y petróleos seguirán siendo un boquete a las finanzas públicas y difícilmente la próxima gestión insistirá en hacerlas productivas.

En política social, la carta fuerte de Morena, más o menos, seguirá insistiendo en políticas asistenciales sin padrones específicos de beneficiados, se incrementará la compra de votos, se seguirá deteriorando la educación pública básica y continuará el proyecto de ideologización y alienación con todos los riesgos enajenantes que eso implica. Por lo que respecta al escenario de la salud, muy difícilmente habrá mejoras en materia de atención en el primer nivel de atención y ojalá fructifique la megafarmacia, pero es poco probable. Las comunicaciones y transportes seguirán deficitarias pues México necesita más carreteras y su crecimiento disminuyó con respecto al sexenio pasado, hace falta un aeropuerto internacional de al menos 150 terminales. En materia de trabajo sigue predominando el autoempleo, pues poco crecen los empleos formales, tal vez ahí, gracias al sector privado han crecido puestos laborables y deseo que siga creciendo.

 

Mención especial merece la seguridad pública, pues la percepción de inseguridad crece, ya que es una realidad que la delincuencia organizada domina en algunos territorios del país y el Estado de Derecho ya no existe. Las sospechas fundadas de que hay un contubernio entre Morena y algunos carteles de la droga crecen y tal vez se ensanchen con el segundo piso. Más aún, en el próximo proceso electoral que sin duda estará en algunas partes del país manchado de sangre, veremos la consolidación de narco-gobiernos. Es un diagnóstico grave y en el cual todo indica que las fuerzas armadas seguirán siendo protagonistas de la vida nacional, sobre todo en materia de seguridad pública.

 

De entrada, ese denominado segundo piso, se vislumbra seguirá despreciando la vida institucional. Por lo que todo indica que no habrá un realineamiento institucional y que no tendremos un gobierno abierto, dispuesto a rendir cuentas y ser transparente. Esa será al parecer el piso de segunda que se avecina si no salimos a votar en contra de esa predicción.   

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