Y la Sangre Cubre Ciudades,  Pueblos y Comunidades

 

Nidia Marín

 

México vive un inconmensurable conflicto interno que cubre de sangre ciudades, pueblos y comunidades, mientras hay pasividad oficial.

El derramamiento profuso que ha caracterizado al país en los últimos 18 años y se ha profundizado en los cinco del actual sexenio, es alarmante, tanto como el tamaño del disfraz que le colocan desde el gobierno para que no se note. Pero es inútil, los muertos dejan huellas, aunque los desaparezcan y los recubran no sólo con tierra, sino con múltiples mentiras ajenas a la ley.

Sí, porque ciertamente la ley es la ley, le guste o no a quien la violenta constantemente sin que le pase nada, pero… llegará el día en que, si no son las familias de los mexicanos afectados, será la historia la que sentencie a quienes ocultaron los hechos y manipularon no sólo las cifras, sino el entorno en cada caso.

Como señalara la UNESCO a propósito del Dia Internacional de la Educación que hoy 24 de enero se celebra: “…el discurso del odio puede adoptar formas peligrosas que no solo causan daño a nivel personal e incitan a la violencia dirigida contra grupos, sino que también son un ataque contra la inclusión, la diversidad y los derechos humanos”.

Los mexicanos, durante cinco años hemos padecido eso, vía la máxima voz que diariamente se lanza contra periodistas, hombres y mujeres, además de políticos y empresarios, pero no se toca ni con el pétalo de una rosa a los criminales que asesinan a diestra y siniestra amparados por los cárteles a los que pertenecen y… por las autoridades.

No hay un solo estado de la República Mexicana en la que no operen los cárteles. Inclusive en la capital, sí en la Ciudad de México actúan trece grupos, muchos nacidos en estas tierras y otras llegados del interior del país.

Tal vez el cambio que requerimos los mexicanos se presente en la educación, siempre y cuando se transforme el modelo educativo actual (sobre todo se cambie a sus autoridades) que sólo traerá como consecuencia un mayor número de delincuentes y de víctimas.

De ahí que la Unesco, en este 2024, exhorte a realizar “un compromiso activo por la paz”, el cual “debe ir más allá de las medidas de seguridad y defensa para lograr prevenir o detener los conflictos, ya que la paz no empieza donde termina la violencia”.

Y queda claro: “Mantener la paz requiere bases sólidas de gobernanza inclusiva, democrática y participativa, del diálogo, la solidaridad, el entendimiento mutuo y la cooperación, del desarrollo sostenible, la igualdad de género y la realización general de los derechos humanos y las libertades fundamentales”.

Para los mexicanos esto es una ilusión, sobre todo cuando estamos viviendo el último año de un gobierno que le quedará a deber a los mexicanos (entre muchas otras cosas) eso: la paz y la tranquilidad.

De ahí que mirando al futuro para beneficio de los niños, sea fundamental la educación que reciban y en el México de hoy en esa materia no hay garantía.

La UNESCO precisa:

“Un sistema educativo transformado y bien dotado de recursos puede ser una herramienta preventiva eficaz a largo plazo, que proteja, construya y sostenga la paz antes, durante y después de los conflictos. Una educación de este tipo puede sentar las bases preventivas ayudando a todos los educandos a hacer realidad su derecho humano fundamental a una educación de calidad accesible y equitativa. En periodo de crisis, es esencial garantizar la continuidad del aprendizaje, especialmente para los marginados, e integrar la educación en los esfuerzos globales de consolidación de la paz”.

Además, el organismo internacional precisa sobre la educación:

“También puede contribuir a reducir las desigualdades, inequidades e injusticias, garantizando que todos los educandos estén representados y reconocidos en todas las facetas de su educación, y que ésta no solo sea redistributiva, sino también facilitadora de la recuperación, la justicia y la reconciliación tras los conflictos. Y lo que es más importante, si la educación se sitúa en el centro de nuestro compromiso con la paz, puede contribuir a dotar a los educandos de los conocimientos, competencias y actitudes necesarios para convertirse en agentes de paz en sus comunidades inmediatas”.

Pero en el México de hoy, todo eso es una ilusión. Ojalá se convierta en posibilidad después de las elecciones en puerta.

 

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