Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Luis Carlos Ugalde, quien fuera presidente del INE cuando la reñida elección entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López, puso el dedo en la llaga y la Coparmex lo secundo: la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación puso en riesgo el proceso electoral al autorizar a la presidenta del INE designar, aun sin consenso del Consejo General, a quienes considere aptos para los importantes cargos que se encuentran operando con “encargados del despacho”.
Ugalde, conocedor de las tripas del ahora INE, establece que la legitimidad de la presidenta del INE se pierde cuando es incapaz de lograr consensos con sus otros pares.
En comunicado, la Coparmex expone: “Las funciones de las áreas operativas y administrativas del INE son fundamentales para llevar a cabo un proceso electoral que cumpla con los principios rectores de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad, máxima publicidad y objetividad”. Además sostiene que los mecanismos extraordinarios que concentran las decisiones en una sola persona no garantizan el adecuado funcionamiento de los órganos centrales y, por el contrario, debilitan la cualidad del INE.
Ambas exposiciones cuentan con elementos suficientes como para confirmar que la presidenta del INE, la sonorense Guadalupe Taddei Zavala, al no contar con el respaldo de cuando menos 6 consejeros ciudadanos, recurre a oscuros túneles para designar con libertada a quien le pegue la gana. Y eso, en democracia, se llama autocracia.
Sigue los pasos de su amigo, el huésped temporal de Palacio Nacional y se apodera del órgano electoral federal y no con fines de organizar, desarrollar y computar imparcialmente el proceso electoral federal de este año.
La decisión del TEPJF, presidido desde el uno de este mes por la magistrada Mónica Aralí Soto Fregoso, aprobó con sus fieles soldados de la democracia, que ante la crisis que se vivía –se vive, no ha sido superada y habrá refriega cuando se den a conocer los nombres finales de los que ahora se desempeñan como encargados o nuevos perfiles- lo saludable para evitar conflicto en el proceso electoral, era dotar de “facultades extraordinarias” –no se entiende de otra manera- a la cabeza del INE y resolver las encargadurías –así las llaman jurídicamente- de puestos sobresalientes y de enorme responsabilidad para el camino por andar.
Ugalde apunta con precisión que si uno una presente del INE no es capaz de dialogar y convencer para obtener consensos, la elección presidencial y de los diputados y senadores, corre riesgo de no ser examinada con imparcialidad, libertad y respeto al voto.
Sobre ese punto en particular, la Coparmex subraya en su comunicado: El INE es un órgano colegiado cuyas decisiones deben reflejar la pluralidad y el espíritu democrático del país. No puede ni debe haber cabida a la discrecionalidad ni a la imposición de una sola voluntad, pues ello tiene como consecuencia la limitación, anulación y menoscabo del ejercicio efectivo de la función pública de todos sus integrantes”.
Con el paso de los meses y ahora de las semanas, se construyendo lo publicado en este mismo espacio y en docenas de otros medios, que el arribo de las dos cabezas responsables de los organismos que organiza y juzga las elecciones, no pasan la prueba del ácido llamado imparcialidad.
Para nadie es un secreto que tanto la magistrada Soto como la consejera Taddei “simpatizan” con el huésped temporal de Palacio Nacional y eso hace suponer, por lo menos, que podrían desnaturalizar sus responsabilidades y dar oportunidad de que Morena obtenga las joyas de la corona.
Construir el andamiaje democrático mexicano tardó 30 años. Y hoy, en manos de dos mujeres y siguiendo el mismo camino, tienen la posibilidad de convertirse en expertas en dinamitar instituciones.
Las voces autorizadas, observan el riesgo.
¿Quiénes son esas voces?…. ¡Las de los ciudadanos!
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