Andy Robinson. Oro, petróleo y aguacates. Las Nuevas Venas Abiertas de América Latina. Arpa ediciones, Barcelona. 320 páginas. 2020.
DAVID MARKLIMO
Andy Robinson es un afamado periodista inglés que se graduó de la London School of Economics y se ha especializado en América Latina. Es autor de Off the Road. Miedo, asco y esperanza en América y Conciencia de clase, entre otros. Durante mucho tiempo, le llamó la atención la obra del uruguayo Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, y pensaba que sería una buena idea revisar esos postulados. Tenía un punto interesante: aquel libro se convirtió en la biblia de la generación que alcanzó el poder en América Latina a principios del siglo XXI, como Lula da Silva, Evo Morales, Rafael Correa o Hugo Chávez (que en una cumbre se lo obsequió al recién elegido Barack Obama).
El enfoque que tenía era más o menos el mismo que el de Galeano: Robinson recorrió Potosí, Minas Gerais, Zacatecas y muchos otros sitios para saber qué había pasado con la célebre tesis de que “los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos”. El resultado de dicho ejercicio es Oro, petróleo y aguacates.
Las nuevas venas abiertas de América Latina. Se plantean varias preguntas: ¿Qué ha ocurrido en esos países desde entonces? ¿Cuál es la utilización final de estas materias primas en el mundo actual, de consumo ostentoso, recursos naturales menguantes, fuertes tensiones geopolíticas y extrema desigualdad? ¿Qué se puede aprender de los pueblos indígenas para evitar la destrucción medioambiental y afrontar el reto existencial del cambio climático? ¿Cómo repercute la extracción de materias primas en los dramáticos sucesos políticos que han sacudido la región en los últimos años?
En un ejercicio de crónica periodística, Robinson desvela en estas crónicas los entresijos de la extracción y el negocio de las materias primas más valiosas de América Latina, como la carne, el oro, el petróleo, el aguacate, el hierro, el litio, los diamantes, la patata, el cobre, la soja o el niobio. Con ello, analiza los eventos que han sacudido a la región en los últimos años (como los golpes de Estado y levantamientos populares).
Del libro de Galeano, Robinson extrae dos tesis en términos de desarrollo: América Latina debía romper los lazos de dependencia con los países excoloniales y con sus multinacionales y, a la vez, industrializar la economía para no basar el crecimiento en la exportación de materias primas. De sus múltiples viajes, Robinson verá cómo los Gobiernos de izquierda en América Latina solo tomaron en cuenta la primera tesis.
Es en Itaituba, Brasil, donde Robinson observa justamente la imposibilidad de industrializar. Observa que existen fuentes de dinero rápido como la construcción de la carretera transamazónica y las actividades extractivas de oro, diamantes, madera y soja. Esto permitía acelerar el crecimiento del PIB para eliminar la pobreza y la extrema desigualdad. Así, fueron las exportaciones de materias primas, y no la industria, lo que permitió ascenso social; especialmente por el alza en sus precios, fruto de la escasez y el auge de China como superpotencia.
La gran dependencia de América Latina a sus materias primas se vio amenazada ante el alza de los precios, producto de la gran crisis global de 2008. Este hecho, de acuerdo con Robinson, apartó a la izquierda del poder e hizo que sus logros se visualizaran como quimeras de una burbuja de las materias primas. ¿Por qué sucedió esto? Robinson considera que el rápido ascenso ocasionó una clase media aspiracional, que terminó oponiéndose a los principios de igualdad y protección del medio ambiente de la izquierda. De ahí a Bolsonaro, sólo hay un paso.
También hay un mensaje muy poderoso al observar al hierro y al petróleo, al menos para nuestro país ante los mega proyectos impulsados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Robinson plantea cómo la sobredependencia a estas materias primas, además de sus efectos medioambientales, ha colapsado a los Gobiernos de Venezuela y Brasil. Esta parte es interesante, en cuanto a que no se refiere exclusivamente a su esfera económica, sino que también consiste en la “extracción del alma de los pueblos”. En Bolivia, por ejemplo, la fiebre del litio, acabó con la filosofía quechua del buen vivir.
Evidentemente, un nuevo modelo de desarrollo requerirá un cambio radical de filosofía, más allá de la exportación de materias primas y también de las viejas fórmulas de industrialización. Se hace un llamado a buscar sistemas de producción a menor escala, un consumo menos destructivo y una redistribución a menor escala. Se trata, al fin y al cabo, de generar sociedades que se gestionen de manera sofisticada y sostenible… más o menos como lo pensaba Galeano.